domingo, 19 de diciembre de 2010

"Cueste lo que cueste..."

Lo que hace solamente unos años era considerado mera futurología de resentidos antisistema, hoy es la narración fiel de los hechos que vivimos día a día. No hace tantos años, en mi caso empiezo a hacer esa futurología en 2004, que eramos muchos los que vaticinábamos el fin del modelo de desarrollo del capitalismo financiero. Por entonces nada, aparentemente, nos daba la razón. Todo el mundo se creía la falacia del modelo de desarrollo basados en burbujas financieras consecutivas. Sin embargo, para quien tuviera la paciencia del estudio y la posibilidad de acceder a los datos, cosa esta última que internet ha facilitado en extremo, las cosas estaban muy claras. Tras el advenimiento de la globalización financiera en los noventa, mediante la desregulación de los mercados financieros, la liberalización de la economía y la desconstrucción de los estados nacionales, la aparición de la crisis era cuestión de tiempo. Primero fue la crisis de las empresas de internet, las puntocom famosas. Engordadas artificialmente en los últimos noventa, quebraron estrepitosamente en el 2000. Los acontecimientos del 11 de septiembre sirvieron para "borrar" los datos fraudulentos (creo que Wikileaks sabe algo de esto) y como excusa para crear una orgía de financiación barata. La FED bajó los tipos a casi cero durante varios años. Con toda esa liquidez, que elevó la masa monetaria un trescientos por cien, se creó la burbuja inmobiliaria que estalló en 2008.
Pues bien, todo esto fue debidamente anunciado y criticado por quien conservaba la lucidez suficiente. Sin embargo, los campeones del capitalismo no hacían sino escupir mentiras en los medios y engatusar a la gente con el señuelo del supuesto enriquecimiento. Cualquiera que fuera dueño de un bien inmueble se sentía millonario al ver el valor del mercado del mismo y no fueron pocos los que se embarcaron en el barco suicida de las inversiones, las compras y las ventas. Todo esto se realizó a crédito, crédito que había que pagas algún día. El problema es que el crédito es al país y el dinero se lo llevan unos pocos. Ya entonces, en 2005, Stiglitz avisaba que esto no podía durar. Krugman, al que darían el Nobel de economía, también lo dejaba negro sobre blanco. La cosa pintaba mal para todos. Una vez pinchada la burbuja inmobiliaria se crea otra más para salir de ella, lanzando el problema hacia delante y aumentando el riesgo de una quiebra mundial sistémica. Primero fue la burbuja pasajera de los commodities, es decir, las materias primas. Esta breve burbuja de apenas unos meses sirvió para que los Fondos de Inversión de capital riesgo o Fondos Buitre, limpiaran sus balances a costa de los más pobres de la tierra, aumentando el número de hambrientos en 250 millones en un solo año. Seguidamente ha llegado la burbuja de la deuda, en la que estamos instalados. Esta burbuja está siendo inflada por el dinero barato que el Banco Central Europeo no deja de inyectar en los bancos privados para resolver su insolvencia causada por la burbuja inmobiliaria. Ahora se trata de salvar el sistema financiero internacional a costa de las deudas soberanas y les está saliendo muy bien. De paso consiguen que el Estado de Bienestar instalada durante seis décadas, se derrumbe y todo el capital que los estados dedicaban a la sociedad vaya a parar al sistema financiero para engordar las arcas de los que ya tiene todo el poder económico. Unido a esto, una oleada de gobiernos neoliberales terminarán por desmontar cualquier atisbo de humanidad en el modelo social futuro.

España se encuentra en el centro del huracán de esta burbuja especulativa y lo está por motivos objetivos muy claros. Es cierto que durante los últimos diez años, en los que han gobernado los dos principales partidos, el crecimiento se ha sustentado en el crédito exterior y eso nos hace muy dependientes, pero también es cierto que lo que buscan los especuladores son los magros beneficios de nuestro sistema social de protección. Cuando los inversores pusieron su dinero en nuestro país lo hicieron esperando ganar dinero, no por filantropía. Ganaron mucho durante mucho tiempo, pero la fiesta ha terminado y España no puede endeudarse más para financiar su deuda. Lo lógico, incluso dentro de la lógica del modelo capitalista, es que el que invirtió y ganó ahora pierda. Toda inversión es un riesgo al fin, pero estos pillos se han buscado una trampa para no perder: el supuesto rescate de la Unión Europea. En mayo, cuando se cometió el latrocinio griego, ya dijimos aquí que el objetivo era España. De los cuatro "PIGS", Grecia apenas son 100 mil millones de euros, Irlanda 85 mil millones, Portugal no más de 30 mil, pero España es el premio gordo: 1 billón de euros. Eso es lo que buscan y el plan está saliendo a la perfección. Ya hay analistas que prevén para antes de marzo la quiebra soberana de Portugal y para antes del verano la de España. El camino está trazado y difícilmente se puede torcer. Los especuladores funcionan como los tiburones cuando una presa sangra, muerden hasta que no queda nada. Ni siquiera se paran a pensar que es mejor dejar viva la víctima para así poder tener más carnaza en el futuro. A ellos sólo les importa la cuenta de resultados y las comisiones.

El actual gobierno está intentando que no llegue el fatídico momento de la intervención. De otra manera no se explica que sus políticas socaven constantemente su base electoral. La debacle del gobierno será monumental, pero creo que piensa en evitar lo peor, de ahí las palabras del presidente: "cueste lo que cueste, me cueste lo que me cueste". Se trata de una especie de sacrificio vicario, pero claro, los que sufren son los de siempre. Para evitar la tan temida intervención, el gobierno va al ritmo de lo que le marcan los mercados: atacan y les concede la suspensión de los 426 euros, vuelven a atacar y reduce las pensiones ampliando los años de cálculo, atacan otra vez y elimina las ayudas sociales. No ven que los especuladores solo están abriendo boca. La intervención llegará porque ni este gobierno ni otro harán lo único que nos salvaría, lo que hizo Argentina e Islandia: reestructurar la deuda y empezar de cero. Por eso nos veremos intervenidos y entonces todo será peor aún, porque nos gobernarán los mismos que especulan contra nosotros. Las medidas se tomarán todas de golpe y supondrán la destrucción de la sociedad española tal y como la conocemos: reducción del Estado, despidos, eliminación de derechos, pago de los ciudadanos por servicios públicos como educación, sanidad, cultura y otros. Y lo peor, saqueo de los erarios comunes: fuera el fondo de la Seguridad Social y, lo que más dolerá a muchos, pérdida de los depósitos bancarios.

Para España supondrá retroceder treinta años en la historia. Qué ironía que la política que prometía el paraíso consumista se haya tornado la peor pesadilla de nuestra historia. Sin embargo, las causas y los causantes serán convenientemente ocultados. Pronto aparecerán los responsables de siempre: los emigrantes, los parados "tramposos", los ancianos que malgastan lo público; y el verdadero causante saldrá indemne, el modelo neoliberal se irá de rositas y tan fresco paseando su lozanía sobre la pira de hambrientos y miserables que dejará a su paso. En nuestra reciente historia, los responsables tienen nombres y apellidos. Yo voy a dar dos, de momento, Pedro Solbes y Rodrigo Rato, que han marcado los destinos de la economía española desde 1993 hasta 2009. Sus políticas han permitido esta barbarie, pero no serán ellos los que paguen. Aún se escuchan loas a sus decisiones.


Pido disculpas por un post tan largo, prometo no volver a hacerlo, pero es que estoy practicando para escribir un libro que por fin sea bueno. Como recompensa dejo este tema musical dedicado a los responsables de este tinglado neoliberal. Autopista al infierno, cuesta abajo y sin frenos:

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Tu blog me parece vergonzoso.

Desiderio dijo...

Anónimo, me parece fenomenal que pienses así, incluso que lo compartas en el blog. No obstante, me gustaría escuchar tus razones para opinar así.

Bernardo Pérez Andreo dijo...

Estimado Desiderio, ya sabes aquello de a palabras necias...
Un saludo

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