viernes, 7 de enero de 2011

Especular con la vida

La FAO, organismo de la ONU encargado de la alimentación y la agricultura, ha dado la voz de alarma. El índice de precios de los principales alimentos, entre los que se incluyen cereales, lácteos, azúcar, aceite y carne, se ha disparado hasta los 214 puntos, alcanzando así su máximo histórico. Este índice se elabora tomando como referencia (100 puntos) los precios promedio de 2002 a 2004. 214 puntos supone una subida de más del 100 %. La preocupación viene, por supuesto, del lado de los miles de millones de personas que dependen en el mundo de las variaciones de los precios de los alimentos. Una subida de un 10% solamente ya puede provocar que varios millones de personas dejen de estar bien nutridas y que cientos caigan por debajo de la línea de la nutrición adecuada.
Esta subida de los precios aún no ha sido repercutida por los distintos países. Muchos gobiernos temen las explosiones sociales que se avecinan y cargan con el sobrecoste en algunos de esos alimentos. Como es fácil de entender, las carnes están fuera de la dieta de los pobres, pero el aceite, el azúcar y los cereales son la base de su alimentación y una subida de todos ellos provocará una disminución en la capacidad de compra. En los países ricos no hay excesivo problema con el precio de estos productos y antes bien es un beneficio para muchas empresas que controlan la producción mundial de parte de los productos básicos. En la lista están quienes todos sabemos: Nestlé, Kraft, Sos, etc. Todas estas empresas han llegado a un nivel tal de cartelización del mercado que éste funciona casi como un monopolio.
Siendo esto grave, que lo es en sí mismo por el ataque contra la seguridad alimentaria de la población mundial, lo peor es que en los últimos diez años el control de los precios, no la producción y distribución que está en manos de las multinacionales, ha sido concentrado todo en los mercados financieros por medio de las bolsas de valores donde se mercadea con el precio de los alimentos. Entre estas bolsas la más importante es la de Chicago, donde se gestiona el precio de los cereales de todo el mundo. Es esta concentración de la decisión sobre el precio el mayor ataque contra la seguridad alimentaria y uno de los mayores crímenes contra la humanidad que padecemos en estos momentos. El precio de los alimentos es tratado como cualquier otro producto, se decide en función de la oferta y demanda, pero esta no es libre sino que está regulada por los mismos inversores, a la vez oferentes y demandantes. Los precios suben o bajan en función de las veleidades de los mercados y de la necesidad de beneficios. Basta un vistazo a la cotización de los diversos alimentos durante los últimos años para observar lo mucho que se parecen las estadísticas a las de cualquier otro producto. Son falsas las explicaciones estacionales: cada año se produce más de todo. Nos mienten cuando nos dicen que el cambio climático es el responsable. Justo al contrario, el aumento de temperaturas ha disparado la producción de cereales. El precio de los alimentos depende hoy día única y exclusivamente de las veleidades del mercado financiero que está obteniendo enormes beneficios especulando con la vida de miles de millones de seres humanos.

Delenda est tyrannia, en este caso de los especuladores de alimentos.

3 comentarios:

Martín dijo...

No hace falta apelar a las protestas de Argelia contra las subidas de precio de los alimentos. Basta mirar muy cerca, a nivel casero. El ama de casa se queja de que los alimentos suben de precio. Hoy he escuchado a unos agricultores quejarse de que cada vez les pagan menos. No me extraña tu denuncia si trasladamos este dato casero a la situación de los países pobres.

Anónimo dijo...

una buena alternativa para evitar intermediarios es la compra directa de los productos. Hoy puede adquirirse toda la compra semanal de frutas y verduras directamente de agricultores dentro de la zona donde se vive, que han formado cooperativas,y además trabajan de manera sostenible y ecológica sin abonos quimicos, por lo que contribuimos todos al cuidado del medio ambiente y de nuestra salud. Favorecemos el trabajo dentro de nuestra zona, evitando el encarecimiento del transporte, y el deterioro del producto en el camino.

Incluso en grandes ciudades están surgiendo los huertos urbanos, cultivados por los mismos urbanitas. Multiples ventajas. Sería bueno recordar cúanto cuesta producir un filete de carne a un bol de cereales. Y no es cuestión de fundamentalismos ecologistas.Las dioxinas llegan hasta paises compo Alemania. No es baladí comer una cosa u otra. Tomar café, te verde, o mate.Cuestión de matiz, de sensibilidad holística, de concienciación.

Tambien esto forma parte del inicio de un nuevo ciclo, que comienza por un cambio de hábitos, que incluye comprer productos de comercio justo,entre otros, boicotear multinacionales depredadoras.( Nestlé y su depredación del cacao en Africa)
Urge una toma de conciencia global, o los intereses de unos cuantos seguirán matando de hambre al resto, deteriorando el medio ambiente. Alguien dice que no habrá una nueva Arca de Noé. Saludos, buenos y sostenibles propósitos para el nuevo año.

Bernardo Pérez Andreo dijo...

Estimado anónimo: gracias por el compendio de alternativas viables y reales a día de hoy al modelo depredador que nos maneja, pero no necesitas disculparte ante los ataques caninos de este sistema que cada vez que se plantean alternativas nos acusan de fundamentalismo ecologista o cosas peores. El problema es que el sistema ha impuesto la agenda mediática y sólo acepta aquello que las multinacionales imponen desde sus intereses.
Creo que hay que ser absolutamente radical y negarse a colaborar en todo lo que se posible y más allá de lo posible.
En fin, rara temporum felicitas.

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