La última de las noticias conocidas ha sido que en 20 o 30 años se podría liberar completamente el carbono acumulado bajo el permafrost del norte de Europa, Siberia y Canadá. De seguir el ritmo de calentamiento global, el derretimiento del hielo permanente está asegurado para antes de 2050, lo que llevaría a liberar una cantidad de un 20% de carbono más del que ya contiene la atmósfera. De ser así, el efecto invernadero aumentaría y elevaría la temperatura media global en 3 o 4 grados más de lo previsto. Las consecuencias de esto serían verdaderamente catastróficas para la vida del ser humano en el planeta. Es mejor no pensarlo y ponerse ya manos a la obra para evitarlo. El problema es que ya resulta inevitable que esto suceda, lo único realmente posible es ralentizar el proceso e ir adaptándonos poco a poco a los cambios. Hasta aquí la noticia, en lo sucesivo nos colocan la ideología. Nos dicen en la noticia que el estudio ha sido realizado por la consultora holandesa Ecofys, una de las principales impulsoras de las energías limpias y del cambio de modelo energético en el mundo. Según la consultora, no todo está perdido. Sus estudios demuestran que en un plazo de 15 a 20 años el planeta entero podría estar viviendo de energías limpias y renovables sin ningún tipo de cambio del tipo de vida de las personas. He aquí la ideología: se trata de cambiar el modelo energético sin tocar lo más mínimo el modelo productivo y consumista en que vivimos, sin tocar el capitalismo. Además, se promete que el hombre individual no tiene motivos para cambiar de conducta, puesto que las tecnologías ya permiten el cambio de modelo energético sin modificar un ápice las relaciones productivas mundiales.
Este modelo se repite una y otra vez: se asusta al público para, a continuación, ofrecerle la solución, una solución a medida del modelo económico y social vigente. Sin embargo, cualquier salida a esta situación pasará inexorablemente por un cambio radical del modelo productivo y del modo de vida que hemos llevado hasta hoy. Sólo una radical conversión de la humanidad podrá evitar lo peor, de lo contrario olvidémonos de los cantos del sirena del sistema actual, nada evitará la catástrofe definitiva.
2 comentarios:
El capitalismo no sólo impide que podamos representarnos las consecuencias de nuestras acciones, sino que además, por su monstruosidad, hace probablemente imposible imaginar -medir concretamente- la textura dramática de estas consecuencias. De ahí que la única reacción posible sea el miedo que, debidamente manejado, induce a la ideología global; donde el instrumento se absolutiza y se pierde el fin absoluto. Así es posible que hoy las multinacionales sean las verdaderas ecologistas y que todas las alternativas, que si que abundan, se resuman en una sola: „There is no alternative“. Pero es posible dejar de vivir una relación mercantilizada con nuestro mundo. Propongo la castidad como medio para salir de esta barbarie. He estado observando los molinos de energía eólica que se extienden cada vez más por esta zona del norte de Alemania en la que vivo; por un momento he podido contemplar lo que hoy se hace transparente, pero que nunca lo ha sido: el viento que mueve las hélices, y este ha clamado en mí su virginidad. La belleza virginal del viento, del sol reflejado en la dulce agua de los ríos, es más plenamente asumible que las horrorozas consecuencias del capitalismo, y puede ser un medio para sacarnos de cualquier crisis energética, evitar la catástrofe y para conducirnos por el camino hacia „otro“ mundo posible. La globalización capitalista rompe la castidad de la creación y del mismo ser humano; seamos castos.
Disculpa, bernardo, la extensión.
René
Sí, René, la castidad es otra forma de la austeridad: no utilizar todo como medio para mi gozo irrefrenable. De eso, nada sabe el capitalismo, al contrario, ya lo decía Max Weber, el capitalismo tiene su base en el afán de lucro, en el máximo beneficio. El "espíritu del capitalismo" es maligno, dañino y destructor. Volvamos al origen del hombre, a la unidad con la naturaleza.
Gracias, René, no temas extenderte, al contrario, tus reflexiones profundizan y aclaran, al menos a mí, lo que yo digo.
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