lunes, 5 de septiembre de 2011

Los enemigos de mis enemigos son mis amigos

Las últimas guerras humanitarias en las que se ha embarcado la OTAN (la "T" puede tener el sentido de "terrorista") nos permiten ver con claridad la ambigüedad moral en la que se mueven sus dirigentes y todos los políticos occidentales. De un lado mantienen el discurso de lucha contra el terrorismo internacional y contra cualquier amenaza contra la paz mundial. Sin embargo, en los hechos, lo que vemos es que su posición es cínica y maquiavélica. No han duda en aliarse con quienes fuera necesario con tal de conseguir sus objetivos. En el caso de Libia se han aliado, nada más y nada menos que con Al-Qaeda (véase aquí el artículo en La Razón). Sí, ese enemigo absoluto, es Satán islámico que tanto daño ha provocado, es ahora su amigo.
No hace mucho, exactamente hace un año, Gadafi era recibido en todos los países de Europa y podía instalar su haima en la Zarzuela o en Versalles. Entonces era "uno de los nuestros", al que le pedíamos favores como el de torturar por nosotros a miembros de Al-Qaeda apresados en Irak. Ese fue el caso de Abdelhakim Belaj, enviado por la CIA en un vuelo secreto a Trípoli hace seis años para ser "interrogado" por la policía de Gadafi. Entonces Libia colaboraba en la lucha contra el terrorismo y hacía trabajo sucio para el ejército estadounidense. Entonces Gadafi llenaba Europa con los millones que obtenía del petróleo. Entonces el dictador abyecto de hoy era nuestro extravagante amigo, según dijo Aznar. Hoy, Gadafi forma parte del pasado porque cometió un pecado y un error. El pecado es proponer una moneda común para África, el dinar oro, respaldada por el petróleo y los metales preciosos que atesora el subsuelo africano. Esto supondría el inicio del fin del sometimiento de África al FMI, al BM y al dólar estadounidense y la futura independencia real de este continente. Este es el pecado que le ha supuesto quedar fuera de la comunión occidental, pero el verdadero error es poner fin hace diez años al programa para el desarrollo de armas nucleares. Ésto, conocido el año pasado por los gobernantes europeos, dio el pistoletazo de salida para la remoción del "dictador". Si Gadafi hubiera tenido estas armas, nadie habría osado atacarle, como así sucede con Korea del Norte. Esta es la trágica verdad de las relaciones internacionales. Si a Sadam Husein se le atacó es precisamente por carecer de aquellas armas que fueron la excusa de la invasión.
Hoy, además, los enemigos de Gadafi son nuestros amigos. El líder de Al-Qaeda en Libia, torturado en su día por la policía gadafista a instancias de Estados Unidos y liberado hace un año por Gadafi en el marco del nuevo estatus de los presos ilegales de la CIA, es el jefe de las tropas "rebeldes" que tomaron Trípoli. Aunque parezca imposible, la OTAN se ha aliado con Al-Qaeda contra un enemigo común. ¿Verdad que produce ictericia pensarlo? Pues así es todo en la política internacional.

2 comentarios:

Martín dijo...

Ya dijo D. Manuel Fraga que la política hace extraños compañeros de cama. ¿Y qué te parece eso de que las leyes del nuevo estado (a cualquier cosa le llaman nuevo y a cualquier cosa le llaman estado), que las leyes de la nueva Libia van a están inspiradas en la sharia? Quítate tú, para que me ponga yo. A los occidentales les da lo mismo uno que otro, con tal que poner hacer buenos negocios. De pena, por no decir qué asco.

Bernardo Pérez Andreo dijo...

Sí, lo de la sharía es la gota que colma el vaso del cinismo. Dentro de unos años veremos en Libia lo que allí no se conocía: la discriminación de la mujer y la institución de la injusticia por ley. En fin, que tiempo al tiempo.

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