martes, 12 de febrero de 2013

"La abominación de la desolación", o el cuento de la zorra y el gallinero.

El Evangelio de Marcos nos refiere, en el pasaje conocido como "apocalipsis marcano" un término que ha generado muchos comentarios: "Y cuando viereis la abominación de la desolación donde no debía estar, el que lee, entienda, entonces los que estén en Judea huyan a los montes..." (Mc 13, 14). Este texto hace referencia a otro parecido de Daniel 11,31, pero lo que allí se refería al abandono del templo y aquí al abandono de Jerusalén. Es pasaje tiene que ver con la profanación que el general romano Tito hizo del  Sancta Sanctorum del Templo en la guerra del año 70, pasaje referido por Josefo en su Guerra de los judíos. Este acontecimiento es, para la comunidad marcana, la señal de que, no solo el Templo o la Ciudad Santa, sino toda Judea ha dejado de ser el lugar donde estar y hay que salir de allí para vivir como creyentes fuera de los ámbitos tradicionales. La comunidad marcana se ha distanciado de la tradición anterior y empieza a buscar otros sitios, otras formas de comprenderse como seguidores de Jesús.

Llevamos cuatro años en los que está tomando forma una cierta abominación de la desolación. De forma imprecisa, primero, pero perfilándose cada vez más en el ámbito político y mediático, asistimos a una sustitución de los valores morales en los que se tiene que basar cualquier concepto de ciudadanía por otros que se adaptan bien a los patrones de comportamiento corrupto de las élites sociales en España. Vemos cómo se relativizan conceptos como honradez, justicia o legalidad. Este procedimiento está sirviendo para que los que han vivido por encima de las posibilidades de cualquier moralidad, por laxa que esta sea, salgan impunes de cualquier procedimiento judicial y hasta de cualquier consideración ética sobre su actuación. Lo que cualquiera puede entender como un acto de saqueo de las arcas públicas para beneficio personal y del partido al que se dice servir, es presentado como un mera acción de ingeniería financiera sin ningún tipo de consideración moral, más allá de la evaluación del resultado. Lo que cualquiera, hasta hoy al menos, entendía como un acto de fraude y estafa, es presentado como una acción normalizada dentro de las "flexibles" relaciones laborales que "son necesarias" para salir de esta situación. Es decir, que la única manera de acabar con el problema económico es eliminar las trabas legales para que los que se enriquecieron con las distintas burbujas, lo hagan ahora con el rescate público masivo de las rafias privadas contra lo común.

Algunos, incluso, se atreven a llamar a esto "regeneración democrática". Los mismos, por cierto, que han vaciado de contenido cualquier término moral aplicado a la vida pública en relación con la economía. Los mismos que han saqueado las cuentas de todos redirigiendo los fondos hacia consorcios privados de amigos y eliminando cualquier impedimento para ello. Los mismos, al fin, que han permitido, consentido, favorecido y encumbrado a la caterva de rufianes que se han enriquecido con el latrocinio constante de lo de todos. Ahora, tras vaciar de posibilidades el ámbito político, tras amarrar legalmente a la justicia, quieren erigirse como los defensores de lo de todos. Ahora, la zorra quiere guardar el escuálido gallinero. Lo lamentable, y creo que sucederá, es que el gallinero ansía que la zorra lo guarde. Creen que así, al menos, tendrá la ocasión de negociar cuántas y a quiénes se comerá. Olvidan, claro está, que la zorra primero mata a todas y después decide las que devorará.

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