miércoles, 21 de marzo de 2012

"Multiplicaos y dominad la Tierra"

"Multiplicaos y dominad la Tierra", con estas palabras se ha argumentado durante buena parte de los siglos precedentes el dominio del hombre, especialmente el occidental, sobre todos los recursos del planeta. En el fondo no era sino la expresión de la avaricia de un modelo de ser humano, el productivista, que no puede poner nunca freno a su ambición. El economicismo actual es hijo legítimo de este pseudocristianismo que hace una lectura sesgada de los textos bíblicos y poco conforme al sentido originario. Hemos de agradecer esta interpretación a ese cristianismo extendido en Estados Unidos, que se cree el elegido para gobernar el mundo y legitimado para emprender todo tipo de rapiñas contra la naturaleza y contra otros países. Al finalizar el siglo pasado nació en aquel continente un ambicioso proyecto al amparo de estos grupos llamados cristianos y apoyado por las grandes industrias del petróleo y la armamentística que se denominó y denomina Project for de New American Century. Se entienden a sí  mismos como el resto salvador de la humanidad amenazada por el comunismo, el feminismo, el multiculturalismo y demás enemigos de la libertad, es decir, de su libertad para hacer cuanto les dé la gana. Piensan que USA es el New Roman Impire y que como tal debe ejercer su dominio sin permitir que nada ni nadie lo estorbe. Sus estudios y proyectos han servido a la era de Bush para llevar a cabo varias guerras y la mayor rapiña al planeta en toda la historia. Ahora, bajo Obama, siguen siendo los que proveen el pensamiento que modela la política exterior.
Sin embargo, con ser todo esto alarmante, y no en menor medida la posibilidad cierta de que los acontecimientos del 11S fueran un acto con bandera falsa, con todo lo que eso implicaría, lo peor de todo, lo más grave para la subsistencia del ser humano, e incluso la propia vida superior en la Tierra, es la voracidad con la que se están buscando los recursos fósiles y minerales que la Tierra ha atesorado durante los últimos 500 millones de años. El año pasado, la Agencia Internacional de la Energía emitió un informe en el que, con datos científicos contrastados en la mano, confirmaba que en los próximos 25 años se perderá el 75% del crudo actual y que habrá que sustituirlo por otros yacimientos. El problema está en que el petróleo fácil, económico y rápido de procesar es el que se acaba y ya solo queda en el planeta, pensemos lo que esto significa, el petróleo difícil de extraer, lento en procesar, peligroso de obtener y de mala o muy mala calidad. Se estima que el 75% del petróleo que queda es de este tipo. Qué implica esto, pues que aumentará el precio de su procesamiento y por tanto el precio de todo el sistema de producción y distribución, sobre todo el precio en sufrimiento humano para los países empobrecidos.

Los riesgos para la vida del ser humano y el planeta son evidentes. Primero las prospecciones en aguas profundas en el Golfo de México, en el Ártico, en Brasil o en la costa Canaria. Su coste económico y medioambiental es de tales dimensiones que se nos escapa poder imaginar lo que podría suceder si hubiera un accidente. Pero también están las extracciones de arenas bituminosas en Alberta, que ya han terminado con la extracción a cielo abierto y ahora continuarán en el subsuelo. El grado de destrucción ecológica no tiene parangón hasta ahora, a no ser que la extracción del gas de esquisto se generalice y nos veamos con una contaminación masiva de las aguas subterráneas y marinas. Pero no podemos olvidar tres grandes tragedias que continúan: la extracción minera a cielo abierto en el Amazonas, la extracción de oro y otros minerales en África y la sistemática destrucción del corazón del antiguo Zaire para extraer el maldito Coltán. Pero basta por hoy de desgracias, otro día contaremos cómo la ambición de algunos ha llevado a la muerte a más de 6 millones de personas.

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