viernes, 11 de mayo de 2012

Entre tontos anda el juego

Menos mal que no había dinero, si llegar a haber dinero les sale por las orejas a los baqueros. Se anuncian unos 15.000 millones de euros más para la banca (¡hagan juego, señores!), que hay que sumar a los casi 5.000 que le acabamos de regalar a Bankia con la pseudonacionalización (léase socialización de pérdidas), y poner en la lista de los más de 180.000 millones que ya hemos colocado en las cuentas bancarias de todo el sistema español. Es para partirse de risa: tras 30 años de neoliberalismo machacando sus dogmas en las sienes de un adocenado público embrutecido por el consumo irrestricto y la codicia goteando de sus afilados caninos, va a resultar que, efectivamente, todo esto no era sino una mentira, una patraña organizada para que la gente asintiera ante un sistema social y económico criminal que solo busca convertir todo en beneficio para unos cuantos. Se nos dijo, y los que no comulgamos con ello se nos tachó de anticuados, poco inteligentes o directamente peligrosos, que la eficiencia económica se encuentra en la gestión privada. Se nos insistió que los mercados son racionales siempre que se les deja la suficiente libertad para ello, que asignan eficazmente los recursos y que distribuyen los beneficios premiando a los mejores.


Pues bien, cuando llevamos 15 años en el mundo de absoluta libertad de los mercados, cuando el dinero no tiene ninguna traba para invertir y desinvertir, cuando todo el que posee capitales puede llevarlos donde quiera y obtener los rendimientos que pueda, entonces resulta que el sistema necesita de la ayuda del Estado porque ha mostrado, nos dicen en un lenguaje que suena a cachondeo, una "exuberancia irracional", que quiere decir que la codicia les ha vuelto locos en sus ansias de ganar dinero y la ampliación del crédito ha convertido el planeta en un casino, puro y duro. Pero se trata de un casino donde también se pierde y ahora han perdido. Sin embargo no se conforman con perder, tienen mal perder, y piden que el Estado, ese mal gestor, esa guarida de amancebados vagos y gandules, ese lupanar de todos los vicios, morada de sindicalistas y apoltronados, les pague la ronda y les ponga a funcionar de nuevo el casino, que enjuague sus pérdidas y haga girar la ruleta.

Lo peor de todo es que lo están consiguiendo, con la anuencia de la ciudadanía a la que basta con agitar el espantajo de la pérdida de ahorros para que asienta a un robo con premeditación y alevosía. En los medios de comunicación no hay tiempo para explicaciones pausadas de por qué ha sucedido esto, y un mal diagnóstico puede llevar a la muerte del enfermo. La única diagnosis válida es la que va a la raíz del problema y esta no es otra que la esencia misma del modelo capitalista: el aumento constante de la tasa de ganancia para la reproducción del capital. Fue la caída de la tasa de ganancia la que provocó el aumento descontrolado del crédito, hasta límites inimaginables; entre el año 1992 y 2008 se multiplicó por más de 300 la masa monetaria y la cantidad de dinero en circulación financiera supera en 100 veces al que se mueve en la economía real. Un inversor como George Soros mueve en un solo día más dinero que muchos países consiguen hacer en un año, lo que le convierte en el dueño real de las decisiones económicas. Si decidiera retirar todo el dinero que controla de la deuda de un país, lo hundiría. Esa es la dictadura de los mercados, la decisión arbitraria movida por la codicia de unos pocos hombres.
Cuando ya no se puede aumentar la tasa de ganancia del capital, y por tanto su reproducción, mediante el crédito, lo que queda es reducir el capital variable, es decir, los salarios. Pero esto no puede lograrse solo con una reducción nominal, es imprescindible degradar las condiciones de vida de las personas. El salario es el precio de la reproducción de la mano de obra, de ahí que si disminuye su reproducción disminuye su coste para el capitalista, este es el motivo de la sistemática destrucción del Estado Social en el que vivimos. Se trata de destruir las condiciones materiales de reproducción de la mano de obra para así volver a aumentar la tasa de ganancia.

¿Hasta cuándo seguiremos soportando esto? Creo que entre tontos anda el juego.

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