martes, 19 de junio de 2012

La sociedad del riesgo

La idea fue del sociólogo alemán Ulrich Beck. En 1986 lanzó su obra como intento por pensar el nuevo mundo que se estaba abriendo en los años ochenta, con la sociedad postmoderna. En ella fue capaz de ver los riesgos que se avecinaban y estaban por estallar. Entonces pareció, como siempre sucede en estos casos, una análisis más de un gran pensador, pero no era tal, era la predicción sobre lo que acabaría sucediendo. Las consecuencias del neoliberalismo globalizador sobre la sociedad serían de hondo calado y se necesitarían varias décadas para que esos riesgos anunciados entonces acabaran por tomar forma definitiva en el siglo actual. Aunque la obra pretendía analizar los cambios sociales en el mundo globalizado, dejaba fuera el análisis sustancial de los mismos: la economía, siempre la economía. Da la sensación que los agraces frutos del Socialismo Real, impidieron a toda una generación de sociólogos y economistas pensar en profundidad lo que estaba sucediendo, la mutación del capitalismo hacia su versión más salvaje y destructora. Es como si acabaran aceptando que el capitalismo era la única opción tras la desilusión socialista, por eso no vieron, entre ellos Beck, el problema que se estaba cerniendo sobre el mundo.
A lo largo de los ochenta se implantó la revolución conservadora en el bloque occidental, una revolución que llevaría al gobierno a gente como Tatcher o Reagan y otros que les siguieron en sus políticas. Las ideas centrales que aglutinaron esta revolución eran dos: "la sociedad no existe" y "el Estado es el problema".
Bajo estas premisas se lanzó una campaña política de reformas que daría al traste con el New Deal y con el mundo de Breton Woods. Lo primero fue la reducción de los impuestos, pasando de un tipo medio de 55% al 33% que hoy se estila. Por otro lado, se modificaron las legislaciones para reducir los derechos laborales y aumentar la dependencia del trabajo asalariado como medio de vida de amplias capas de la sociedad. Con esto se pasó a otro de los lemas: "la mejor política social es la creación de empleo". El trabajo deja de ser un derecho a ser un privilegio o una obligación a cualquier precio. Durante este tiempo se fueron creando las condiciones para que los ciudadanos dejaran de ser los acreedores del Estado, puesto que pagan impuestos, a que los acreedores del Estado fueran los hoy llamados mercados, es decir, esos capitalistas a los que se les ha regalado una cantidad ingente de dinero mediante la reducción impositiva que han dedicado a prestar a los Estados, puesto que estos disminuyeron sus ingresos al bajar los impuestos. El riesgo está servido.

El siguiente paso era provocar una fase continuada de burbujas que aumentaran el capital financiero en circulación y así permitir la apropiación de la economía real, hasta ahora en manos de empresas públicas o semipúblicas, por parte de los tenedores del dinero. Siendo el dinero producido por la deuda y estando la creación de esta en manos del sistema financiero, la privatización total de la sociedad está servida. Ahora, en estos días, estamos asistiendo al golpe definitivo de esta estrategia bien pergeñada. Vemos cómo lo social desaparece ante nuestros ojos, pronto no quedará nada por lo que no haya que venderse como trabajador para poderlo disfrutar: ni educación, ni sanidad, ni cultura, ni diversión, ni alimento... Nada va a quedar fuera del ámbito de circulación del capital, es decir, todo lo humano quedará controlado por el capital y este bajo el poder de una élite exquisita que se reparte el mundo entero. 
En resumen, primero dejaron de pagar impuestos, después prestaron ese sobrante a los Estados para financiarlos, seguidamente especularon con la deuda y aumentaron su rapiña, acto seguido exigieron privatización de servicios públicos para acabar quedándose con todo lo posible. Mañana no nos quedará nada que expropiar y entonces solo nos quedarán nuestros cuerpos, nuestras almas ya les pertenecen. No me extrañaría que alguien decidieran darles su cuerpo, pero envuelto en explosivos: si no puedo ser yo, tú tampoco serás tú. Es lamentable, pero parece no haber más salida.

1 comentario:

checha dijo...

Bernardo, ayer precisamente comentaba con una amiga, que entre los asustados, indignados, asqueados de esta evolución catastrófica de Europa, lo que prima es el miedo, miedo a traspasar ciertas barreras, a la situación arriesgada de salir del hoy mitificado y ayer demonizado EURO.
Pero ¿qué mayor riesgo, como bien explicas, que estar situados en la competencia pura y dura, que ver nuestros puestos de trabajo, y con ellos nuestra estabilidad vital y emocional, reducidos a caprichosos contratos de duración no mayor a diez días (piénselo bien los detractores de la figura del funcionariado), qué mayor riesgo que convertirnos en una arcaica sociedad estamental en que sólo unos cuantos tengan acceso a los principios básicos de supervivencia, esto es, sanidad y cultura...?
EURO-PA-MÍ, podría ser la nueva deficinión de esa globalizante Europa, de la que tanto tememos salir.

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