viernes, 8 de junio de 2012

Películas que dan miedo

Se imaginan la escena: un accidente en medio de la carretera, los servicios de emergencia llegan y encuentran al conductor de un vehículo en el suelo, sin apenas pulso y desangrándose, no reparan en si tiene huesos rotos o no, directamente intentan parar la hemorragia, acto seguido buscan el medio de realizar una transfusión para recuperar el líquido vital perdido en el accidente. Una vez estabilizado el paciente, se le traslada a un centro hospitalario para que los distintos especialistas reparen lo que sea posible y así el interfecto pueda volver a una vida normal, quizás para tener otro accidente en el futuro o morir de un infarto.
¿Han sido capaces de imaginarlo? Claro que sí, esta es la película que nos han contado muchos durante algún tiempo para explicar los motivos por los que hay que inyectar liquidez en la banca, es decir, en el sistema circulatorio del paciente llamado España, y así recuperar las constantes vitales. Después, nos siguen contando, vendrán otros doctores que diagnosticarán exactamente todos los problemas del enfermo, léase FMI, Unión Europea, incluso agencias internacionales y auditores privados. Una vez concluido todo este procedimiento se determinará el régimen a seguir para recuperar plenamente al paciente y restablecer del todo su normalidad.

No han sido pocos los que lo han repetido, unos con convicción, otros por esnobismo y otros, al fin, de manera ideológica premeditada; también los hay porque no saben sino repetir cual loros lo que dice su canal de tv favorito. En fin, sea por un motivo u otro, entre cierto espectro ideológico se ha extendido esta pueril explicación, que más que explicar complica las cosas. Para estos tales propongo otra explicación no menos pueril, pero ya puestos tan válida como la anterior. Imaginemos que en lugar de comparar la economía española con un accidentado en carretera, lo hacemos con un drogodependiente que ha sufrido una sobredosis y se encuentra tirado en el suelo con convulsiones. Llegan los servicios sanitarios y lo primero que hacen es intentar estabilizar al paciente. Logrado esto evalúan que, dado que su problema es la adicción y para evitar el tan doloroso síndrome de abstinencia, el mono, van a suministrarle dosis de su adictivo para restablecer la normalidad anterior al fatal episodio. Para compensar los gastos piden al enfermo que deje de comer durante un tiempo, abandone toda actividad intelectual y se dedique a buscar quién le preste dinero para poder adquirir por sus propios medios la droga que su cuerpo necesita
Ahora pregunto, ¿se imaginan lo que sucederá con este toxicómano? Sí, seguro: que al cabo de unos meses estará otra vez en la misma situación pero empeorada por la solución que le proporcionaron. Al final, el paciente morirá de sobredosis, de alguna infección o por depravación personal aguda. Esto mismo es lo que va a suceder con España en los próximos meses o años. Si el símil les parece pueril, lo es, pero al menos tiene la virtualidad de explicar mejor la naturaleza de nuestros problemas. Durante los últimos 15 años los bancos alemanes, franceses y estadounidenses han provocado una adicción supina en la economía española que ya no sabe seguir adelante por sus propios medios y necesita dosis cada vez más altas de liquidez. Pero, como en el caso de las drogodependencias, hay alguien que gana: el que vende la droga, en este caso, el que suministra el crédito. Esas entidades debían dar salida a sus excedentes monetarios y lo hicieron hacia España, obteniendo grandes beneficios. Ahora, que el paciente está en las últimas, quieren que haga testamento en su favor y rematar la faena.
Por cierto, la metáfora de la adicción da mucho juego, podríamos extenderla.

3 comentarios:

Martín dijo...

Dicen que mañana hay rescate. O algo parecido.

Bernardo Pérez Andreo dijo...

Sí, rescate a los acreedores que de otro modo deserían aceptar una quita. Lo justo por el riesgo asumido y por los beneficios obtenidos

checha dijo...

Pero esa atención primaria, que aún puede resultar interesante, llegará un día en que no lo sea. Llegados a este límite, cuando se haya ordeñado la vaca hasta el límite, nos abandonarán y relegarán a ese Tercer Mundo, despreciable carne de cañón.
Aprovecho tu símil para la economía en general y lo extrapolo al ámbito sanitario. Ayer, sin ir más lejos, viví la curiosa experiencia de encontrar a una señora de 87 años casi inerte, vomitando bilis, semiinconsciente. Sus familiares llamaron al 112 como primera medida, y al comprobar su retraso, acudieron a la asistencia privada, que se negó a enviar a un médico. LLega por fin la ambulancia del 112, aparece sin médico y con un único conductor. Ante nuestras quejas, alegan que han ponderado los datos proporcionados telefónicamente y considerado la presencia del médico como innecesaria. ¿Política de recortes?. Pregunto. No húbo respuesta. El pobre conductor no era más que un títere del sistema, sin responsabilidad alguna. Este es el modelo sanitario al que nos condenan. Esta es la aituación a la que llegaremos: o aceptamos vivir como esclavos de sus injustas normativas, o nos abandonan como perros a nuestra suerte.
Nuestra suerte es moldeable, transformable, capaz. La esclavitud paralizante.

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