Más de un tercio del PIB mundial se encuentra en los mal llamados "paraísos fiscales". Según el estudio llevado a cabo por Tax Justice Network, los multibillonarios, es que tienen mucha pasta, alojan su dinero en eso que han dado en llamar paraísos fiscales. Para ellos, la solidaridad con sus conciudadanos, el compartir las cargas sociales y la distribución de la riqueza es un infierno. No están dispuestos a dar una parte de lo que han necesitado tanto esfuerzo en robar. Para eso no hubieran dedicado tanto empeño en explotar niños, contaminar el medio ambiente y sobornar a políticos para que cambien las regulaciones laborales. Todo ese esfuerzo, si al final han de pagar una parte en impuestos, no hubiera servido de nada. No, su dinero merece un paraíso acorde a su posición. Los infiernos son para los pobres, así lo ha querido su dios y así debe ser.
Es probable que muchos piensen que la existencia de esos lugares donde no se tributa es algo "de toda la vida", como si por naturaleza debieran existir lugares en el mundo donde no se tributa. Lo cierto es que esto es un invento antiguo. Ya en el siglo XVIII los bucaneros y piratas escondían en islas remotas el fruto de su esfuerzo, eran sus paraísos fiscales. Hoy es exactamente igual, solo que no son bucaneros y piratas sino financieros, banqueros y empresarios, es decir, la traducción moderna de aquellos bribones. En lugares de nombre exótico suelen guardar los frutos de sus rapiñas globales y allí están a buen recaudo pues nadie se atreverá a enturbiar su plácida estancia. Poderosos ejércitos los protegen, ejércitos de bandera falsa, claro. A las Islas Caimán y Bahamas les protegen los marines, a la Isla de Man la Royal Navy y a Mónaco o Andorra les enfants de la patrie. Además de tener el dinero al resguardo de la avaricia de los trabajadores y pobres del mundo, que querrían dedicarlo a escuelas y hospitales, sin gasto alguno lo tienen protegido por las tropas más poderosas del planeta. No importa que en esos lugares puedan ocultarse dineros procedentes del narcotráfico, la mafia o el terrorismo internacional, eso es pecata minuta comparado con el servicio que hacen a las grandes compañías financieras. Bien vale la pena el riesgo de que Al-Qaeda tenga allí el fruto de sus crímenes, al fin todo el dinero nace ensangrentado y sin nombre.
Alguien tendrá que preguntarse el motivo por el que no se ha puesto coto a estos lugares sin tributación y bien protegidos por el sistema internacional financiero. Deberíamos tirar de ese hilo para comprender el gran crimen que se está cometiendo y empezar a pasar por la quilla a todos esos que se niegan a cambiar este mundo. Es fácil, aún disponemos de la legislación y de la autoridad. Dentro de cinco años es posible que no tengamos ni lo uno ni lo otro. Démonos prisa, el tiempo apremia.
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