miércoles, 2 de julio de 2014

La estrategia del caracol

Llegados a este punto o nos planteamos vivir con menos, o no habrá forma de vivir en absoluto. No hay más alternativas, sólo la alternativa del caracol nos puede salvar: ir despacio y que todo cuanto necesitemos pueda ir con nosotros. Como dijera el poeta ligeros de equipaje, como los hijos de la mar. Cualquier otra opción hace treinta años que dejó de ser viable. En los años 70, cuando se empezó a hablar de los límites del crecimiento, quizás había una opción de reducir de forma paulatina nuestro crecimiento económico de modo que se acompasara con el crecimiento de población y la disponibilidad de recursos, siempre pensando en una pedagogía de la austeridad y la moderación. Si se hubiera tomado una estrategia mundial de educación de la población y de recorte en los apetitos desaforados de los poseedores de las riquezas, habría habido una opción distinta para el planeta. Hoy es ya imposible. Con 7.200 millones de habitantes y un crecimiento de un 1% anual, en 2050 seremos 9.000 millones. Con el nivel de consumo de recursos de hoy se necesitaría un crecimiento del 3% anual en el consumo de energía, materias primas, agua y otros bienes. Eso significa que necesitaríamos quemar en 2050 150 millones de barriles de petróleo al día, 60 millones más de los que quemamos en 2014. Esto implica aumentar las emisiones de CO2 en dos tercios. Si llevamos tres meses con 400 ppm en la atmósfera, eso supone superar con creces los 450 ppm y, por tanto, sobrepasar los 4º C de aumento de la temperatura media del planeta para 2100.

La conclusión realista, nada alarmista ni pesimista, es que en 2100 será imposible la vida humana sobre el Planeta Tierra. Son datos, no interpretaciones. Basta con saber sumar y tener alguna idea de cómo funciona la física de la atmósfera terrestre para saber que esto es así, de ahí que el IPCC de la ONU lanzara la dura advertencia hace un mes sobre el futuro de la vida en nuestro planeta. Todo el mundo está de acuerdo en ello. La cuestión es porqué se sigue sin hacer nada para resolverlo. Los gobiernos de todo el mundo están más preocupados por los efectos de la crisis financiera y social que por lo que se viene encima en este siglo, sus tiempos son los del periodo electoral, 50 años son una eternidad para ellos. Pero eso les afectará como personas. ¿Acaso puede esperar Rajoy que sus hijas y las hijas de estas no se verán afectadas por los cambios que estamos ya viendo? Debería pensarlo bien y cambiar radicalmente de políticas, las que aplica su gobierno nos encaminan hacia un panorama muy sombrío.


Si y solo si reducimos nuestros niveles de consumo a la mitad, por hablar solo de España, es posible, sólo posible, que estemos preparados para lo que nos sucederá de todos modos. No hablo de reducir el consumo para evitar lo que viene, eso ya no es posible, hablo de reducir el consumo como instrumento pedagógico para prepararnos para vivir lo que inevitablemente vamos a vivir. Por supuesto, no se trata de una reducción lineal a la mitad, en España hay una riqueza per cápita de 23.000 euros, habría que reducirla a 11.500, pero para todos. Es fácil de ver que con esa cantidad de dinero para todos, sí podríamos llevar una vida buena sin sufrimiento social, pero las políticas que se aplican van en la dirección contraria. Se nos dice que sólo el crecimiento económico reduce la pobreza, cuando eso, como reconoce el papa en Evangelii Gaudium, no se ha demostrado nunca: el crecimiento económico dentro del sistema capitalista sólo produce más injusticia. La única solución es un cambio radical de sistema económico y social, un cambio de mentalidad social, una metanoia, una revolución. Esta semana hemos oído algún discurso político que está en esta honda, espero que lo escuchemos con atención. Cuando ves las ramas de la higuera verdear, sabes que está presto el verano.

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