lunes, 3 de noviembre de 2014

First we take The Vatican

Los Movimientos Populares de todo el mundo, encabezados por tantos cristianos y católicos que se dejan en ellos sus anhelos, han sido, por fin, recibidos en el Vaticano. El Vaticano ha abierto sus puertas a todos los que trabajan por la justicia en las luchas concretas de los pobres. No se trata de organizaciones caritativas que trabajan para los pobres, son los pobres mismos organizados para luchar contra la injusticia que los mantiene postrados, pero que han tomado conciencia de su situación y como cristianos, muchos de ellos, han visto que el Padre de Nuestro Señor Jesucristo no quiere esta situación, la repudia y toma partido por ellos y contra la injusticia. Lo importante de este encuentro de Movimientos Populares en el Vaticano es que por primera vez los pobres organizados son recibidos por un papa. Siempre fueron recibidos los que trabajaban para ellos, hoy lo son ellos mismos. Las palabras de Francisco no dejan lugar a dudas: "este encuentro de Movimientos Populares es un signo, es un gran signo: vinieron a poner en presencia de Dios, de la Iglesia, de los pueblos, una realidad muchas veces silenciada. ¡Los pobres no sólo padecen la injusticia sino que también luchan contra ella!". A partir de ahora, la Iglesia, no solo una parte de ella, la Iglesia, en cuanto sacramento universal de salvación, es la Iglesia de los pobres, no solo la Iglesia para los pobres. Con Francisco los pobres han tomado el Vaticano y ya nunca más la Iglesia será cómplice de los poderosos para silenciar a los pobres en sus legítimas luchas, luchas que son la continuación de los sufrimientos de Cristo, luchas que pretenden bajar de la cruz a los pueblos crucificados en la historia.

El discurso de Francisco no tiene desperdicio y es el indicio de ese cambio que el Espíritu está provocando en el mundo, especialmente en la Iglesia. Francisco se alegra, como Isabel ante María, al ver que los pueblos se ponen en movimiento para alcanzar su felicidad, porque aquello que hace feliz a las gentes, tierra, techo y trabajo, está en cuestión para las inmensas mayorías populares de este planeta. Es de notar que el papa no habla de dar pan, vivienda y medios de vida a los pobres, eso mismo es lo que pretende el altruismo de los poderosos con el fin de dejar incólume el sistema por el que ellos se enriquecen a costa del empobrecimiento lacerante de los pueblos. No, el papa habla de tierra, techo y trabajo, los tres elementos esenciales que permiten a un ser humano considerarse tal en nuestra sociedad. Dicho en otros términos, el papa habla de los medios de producción y reproducción de lo humano. Estos medios deben estar al servicio de las personas y no al servicio del lucro de unos pocos. Por esto, dice Francisco "me van a llamar comunista", sin embargo, afirma el papa, "es la Doctrina Social de la Iglesia", y, afirmo, el corazón del Evangelio y el pensamiento central de los Santos Padres en lo social.
Le van a llamar comunista porque durante dos siglos la Iglesia renunció a proclamar esta verdad que fue apropiada por el marxismo. Pero se trata de una verdad del cristianismo, de la esencia de la propuesta social de la Iglesia: todo en este mundo, la tierra, los bienes y servicios creados, los medios de producción, todo, está al servicio del ser humano y de su felicidad. La propiedad privada, nos dice la DSI, está supeditada al bien común. Los medios de producción son instrumentos para generar las condiciones de vida digna de los pueblos. Por tanto, hay que implementar políticas que transformen el lucro de unos pocos en vida para muchos, revirtiendo el modelo económico capitalista imperante. Acabar con el capitalismo no es una quimera, es poner en práctica la Doctrina Social de la Iglesia. Francisco se apropia de los slogan de los Movimientos Populares como la PAH: "digamos juntos desde el corazón: Ninguna familia sin vivienda, ningún campesino sin tierra, ningún trabajador sin derechos, ninguna persona sin la dignidad que da el trabajo".

Pero, no solo le van a llamar comunista, también antipapa, anticristo y otras lindezas de la ultraderecha eclesial. La oposición al papa está tomando cuerpo y se visibiliza cada vez con más fuerza. Llegaron a intentar reclutar a Benedicto XVI para su causa, pero el papa emérito aviso a Francisco y le mostró su lealtad. Los poderosos de este mundo van a intentar acabar con el mayor peligro para sus intereses, con Francisco. Saben muy bien que una Iglesia al lado de los pobres, un papa comprometido con los las luchas sociales, un cristianismo comprometido con la verdadera salvación en este mundo, son el mayor peligro para sus injusticias. Lo ricos sólo temen a los pobres concienciados y unidos y eso es lo que está sucediendo hoy con el apoyo de la Iglesia y el sustento del papa Francisco, el papa de los pobres.

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