jueves, 14 de mayo de 2015

Cáritas y la recuperación de la política

Desde hace 30 años, desde que se impusieron las medidas neoliberales en todo el planeta, vivimos un desprestigio de la política auspiciado desde las mismas instancias políticas. Es lo que se conoce como pospolítica, una situación en la que las decisiones que gobiernan los Estados no son tomadas por las instancias legítimas según el orden social nacido de las revoluciones burguesas, sino que se aplican al modo de gestión de las empresas. Especialmente sucede esto en el ámbito económico, donde existe un consenso muy extendido por el que la economía sería una ciencia seperada del orden social, autónoma; sólo un pequeño grupo de expertos puede tomar medidas que se ajustan a esa ciencia, presentada casi como si se tratara de una simple deducción axiomática. Hay paro y crisis, pues aplíquense reformas estructurales que abaraten el despido y desregulen el mercado laboral. Desde esa perspectiva, los eventos económicos son casi acontecimientos meteorológicos; hay que aceptarlos tal como vienen y sufrir las consecuencias. La política nada tiene que decir en estos casos. Es más, cuando los políticos meten sus manos en los asuntos económicos es para peor, el ejemplo que nos ponen es el de las Cajas de ahorro. Sin embargo, resulta curioso que hablen así los mismos responsables políticos de su destrucción. Ha sido desde una ideología muy concreta y en lugares muy específicos, Madrid, el Levante español, desde donde se ha saqueado a espuertas los público y luego se ha utilizado ese saqueo para justificar su privatización. Así ha sucedido en las Cajas de ahorro, pero también en la Sanidad y ahora en la Educación.

Todo esto es causa de la ideología neoliberal que propugna la pospolítica. Nos ha convencido de que dejar a los criterios del mercado privado lo público es la única opción. Si hay errores, siempre serán menores que los que cometan los políticos. Curiosamente, los peores de los políticos pertenecen a esa misma ideología neoliberal, sea en su facción liberal-conservadora o social-liberal. De una u otra forma, los principales partidos de este país han adoptado esa ideología y la han aplicado sistemáticamente desde hace 22 años; de aquellos polvos... Sí, son esas mismas políticas que no creen en lo público las que han asaltado las administraciones para llevarse a manos llenas cuanto han podido, sea con mordidas, con contratos amañados, con externalizaciones o con privatizaciones. Tras el saqueo venía la justificación de la ineptitud de lo público y la consiguiente deslegitimación de los bienes comunes, que son los únicos que pueden construir una sociedad. Resulta lacerante que se destruya lo social en nombre de un supuesto bien común que no es más que el latrocinio sistemático de una élite social y sus subalternos. Sin embargo, ha sido la Iglesia católica la que ha mantenido en alto el pabellón de lo público, de los bienes comunes, de la política.

Quizás no haya sido la Iglesia oficial e institucional, pero sí lo ha sido por medio de gentes y grupos que la representan. La Doctrina Social de la Iglesia propugna el Bien común como el garante de lo social y atribuye a los poderes públicos su protección y promoción, estableciendo unos servicios sociales suficientes para garantizar los derechos humanos. Durante los años peores de la crisis ha sido Cáritas, con sus Informes Foessa, la que ha sostenido la política en España. Cuando tantos la han denigrado, incluso en medios de comunicación que pertenecen a la Iglesia, Cáritas propone, como fondo de sus análisis, una recuperación profunda de la política como medio de reconstruir una verdadera sociedad humana. Han sido las políticas neoliberales las causantes del destrozo social padecido y no es posible cambiar esto si no se modifican esas políticas. Para ello es imprescindible transformar la perversión moral inducida en la ciudadanía por la que los ciudadanos acabamos aceptando la inmoralidad de basar nuestra vida en la promoción económica como única realidad posible de construir lo común. Lo común sería algo así como un espacio de lucha por el enriquecimiento a costa de lo que fuere, sea el medio natural o los otros conciudadanos. 

Esta perversión ha sido especialmente profunda en lugares gobernados por supuestos católicos que abrazaron la ideología neoliberal, el Levante español es un ejemplo de ello. Aquí en Murcia hemos alcanzado cotas de depravación moral insoportables. Con nuestro voto prevaricador hemos dado sostén a políticas destructivas de lo común y a una moral que pone la egoísmo en el lugar de construcción de la persona. La especulación inmobiliaria, el pelotazo urbanístico, la posesión irresponsable y el consumo sin límites han sido las características de un modelo político que ha acabado por poner en bancarrota económica y moral a este región. Nuestra tierra, a la que amo profundamente, ya no volverá a ser lo que un día pudo ser. Hemos destruido el futuro con nuestras acciones y lo que venga será consecuencia de nuestros actos. Políticos fanfarrones, que hablan como si tomaran cañas en un bar, han marcado la hoja de ruta económica, llenando sus cuentas foráneas al tiempo que dejaban los servicios públicos descapitalizados, al tiempo que regalaban a sus amigos la gestión de lo común, al tiempo que violaban la sagrada tierra que nos acoge, al tiempo que profanaban nuestras verdaderas tradiciones. Todo ello realizado con el consentimiento de una población dócil, encandilada por el tintineo del dinero y la apariencia de una riqueza impostada. Ahora, cuando casi no es posible hacer nada por salvar esta tierra, las mentiras vuelven a trabajar para sus dueños, a crecer sobre la miseria. Y, las conciencias desahuciadas volverán a comprar el producto ya caducado, con la esperanza de que esta vez sí, esta vez les tocará a ellos salvarse, mientras el resto se hunde en la mugre más absoluta.

Cáritas de la región de Murcia ha dado un comunicado en su web en el que analiza las causas de la miseria de esta tierra. Han sido las políticas públicas, las políticas económicas, de vivienda, de sanidad y educación, las que nos han puesto en esta tesitura. Por tanto, serán otras políticas, no las mismas, claro, las que nos saquen de aquí. Cáritas región de Murcia propone:
  1. Creación a corto plazo de un sistema de protección social básico para las personas y familias más necesitadas, que se haga operativo a través de un sistema de garantía de ingresos mínimos. 
  2. Desarrollo de una protección social basada en el fortalecimiento de los servicios sociales públicos, cuya naturaleza y objeto habría que redefinir para dar prioridad a las situaciones personales y familiares de mayor empobrecimiento y exclusión. 
  3. Puesta en marcha de políticas activas destinadas a incrementar el empleo y a mejorar los recursos financieros de las familias, fomentando la incorporación al mercado de trabajo de los cabezas de familia y de los jóvenes.
  4. Activar políticas de reducción de costes de los hogares más desfavorecidos o de aquellos que tienen a la mayoría de sus miembros en desempleo, con guarderías y ayudas a los gastos de la vivienda y la salud.
  5. Implantar políticas directamente centradas en la prevención y fomento del bienestar infantil, realizando los adecuados estudios, profesionales y fiables, que evalúen el alcance del problema, por municipios, en la Comunidad Autónoma de Murcia, y que sirvan para emprender actuaciones realistas y eficaces que promuevan el bienestar de los más pequeños.
  6. Implementar un paquete de derechos básicos de ciudadanía social que incluya temas de vivienda, salud y educación, y que garantice a los inmigrantes en situación administrativa irregular el acceso a estos derechos en igualdad de condiciones con el resto de ciudadanos.
Se trata de medidas de urgencia para recuperar la política en Murcia, arrinconada por la mera y pura gestión empresarial de un territorio en búsqueda del beneficio único y exclusivo para los que gestionan la región, con mandato en los comicios, claro. No estaría de más, antes de acercarse a las urnas el próximo 24 de mayo, hacer un ejercicio de comparación de los programas electorales de las diversas opciones con las propuestas de cáritas y, especialmente si se es católico,votar en consecuencia. No debemos olvidar que los modos de hacer y trabajar que nos han traído aquí no pueden ser los que nos saquen de esta situación, pero, de forma especial, sólo recuperando la política de verdad podremos construir una realidad acorde con los derechos humanos. De paso lo será también acorde con el Evangelio.

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