miércoles, 30 de septiembre de 2015

El día de mañana

Muchos de los lectores de este espacio habrán visto la película El día de mañana y seguro que les pareció exagerada, imposible, alarmista. Efectivamente, lo es. No se trata de una realidad que pueda suceder tal y como aparece en la película. Si lo recuerdan bien, se trata de que un cambio brusco, no líneal dicen los científicos, en el clima provoca una pequeña edad del hielo en el hemisferio norte. Estados Unidos, en cuestión de semanas, queda cubierta por una gruesa capa de hielo y sus habitantes deben ser reubicados en México. Sin embargo, aunque la película utiliza el efecto trágico para crear la tensión necesaria del film, lo que nos cuenta es absolutamente cierto desde el punto de vista científico, lo único que no es cierto es el espacio temporal en el que puede suceder. No serían semanas, sino décadas, pero podría suceder. Es más, por los datos que ha publicado la NOAA (Agencia Nacioanal Oceanográfica y Atmosférica de Estados Unidos) está empezando a suceder.

En la imagen que acompaña estas palabras puede verse el mapa de diferencias de temperaturas entre junio y agosto de este año respecto a la media de los últimos 25 años. Los colores rosáceos o rojizos indican, en grados, el aumento de temperatura respecto a la media. El color azul indica la disminución de la temperatura respecto a la media. Analizando esta imagen de la Agencia americana, se constata que todo el planeta ha sufrido un aumento de las temperaturas con records en muchas partes del mismo, incluido el sur y sureste español. Sin embargo, se da la paradoja de que hay un sitio, un único lugar del mundo, donde las temperaturas son inferiores a la media. Es decir, mientras el planeta entero se calienta, sólo un lugar se enfría. Se trata de las aguas del Atlántico Norte, entre Groenlandia e Islandia. Justo en ese lugar, el mar se está enfriando, mientras el resto de mares y océanos se calientan y mucho. Cómo explicar este hecho. Pues bien, los científicos tienen una explicación, la misma que en la película El día de mañana y la misma que expuso Al Gore en su Una verdad incómoda.

El calentamiento global, provocado por el cambio climático antropógeno, es el responsable, paradójicamente, de este enfriamiento local en el Atlántico Norte. El aumento de las temperaturas está derritiendo los glaciares, muchos de ellos con millones de años de existencia. Especialmente en el Ártico y también en Groenlandia, el derretimiento de los hielos, hasta ahora perpetuos, está siendo muy acelerado. El Ártico ha perdido la mitad de su hielo en los últimos 25 años. Ese hielo no tiene un efecto sobre el aumento del nivel del mar, pues es un hielo sobre aguas, como cuando se derrite un cubito de hielo en un vaso. Sí tiene efecto sobre el albedo de la Tierra. Cuanto menos hielo hay, menos luz se refleja al espacio y más calor se atrapa en el océano, aumentando de nuevo el derretimiento. Si esto sigue así, en 2020 no habrá nada más que un poco de hielo testimonial en ese océano.

Pero, el causante del enfriamiento local del Atlántico no es el derretimiento del Ártico, sino el de Groenlandia. Si todo el hielo de esta isla-continente se derritiera, el nivel del mar subiría 3 metros. Eso, unido a que es agua dulce que va a parar al Atlántico Norte, tiene el efecto de diluir el agua salada de este mar y eso es lo que provocaría una situación como la descrita en la película, una pequeña edad de hielo en el hemisferio norte. La causa hay que buscarla en la circulación termohalina del cinturón transportador oceánico. Las aguas de todos los océanos están conectadas por una corriente continua que los une. Esta corriente comienza, precisamente, en el Atlántico Norte. En ese lugar, el agua fría y salada, al pesar mucho, se hunde en el océano, dejando un hueco que es rellenado por las aguas cálidas del sur del océano Atlántico. Esto funciona como un motor que pone en movimiento el cinturón, llevando aguas frías a zonas cálidas y aguas cálidas a zonas frías, redistribuyendo la temperatura por todo el planeta. Esta circulación es la que permite que en el norte de Estados Unidos y en Europa disfrutemos de una temperatura suave y que no nos entierre una capa de dos kilómetros de hielo. Pero, si esta corriente se para, el flujo de aire cálido se frena y una pequeña edad de hielo podría enterrar casi toda Europa y América del Norte.

La cuestión es cómo puede pararse esta corriente, y la respuesta es haciendo que el agua fría y salada del Atlántico Norte se vuelva dulce. Esto frenaría el hundimiento del agua, pues sería menos densa, lo que ocurriría si Groenlandia se derritiera. Toda esa agua dulce frenaría la corriente termohalina. ¿Es esto lo que está sucediendo? No lo sabemos, pero el hecho de que el Atlántico Norte se enfríe sólo puede estar provocado por el derretimiento de aguas de Groenlandia, que aportan frío al mar, pero también agua dulce que frena el motor del cinturón transportador oceánico. Si esto es lo que está sucediendo, no lo quiera Dios, ya no nos serviría ni rezar.

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