viernes, 24 de mayo de 2019

El 'sexo débil'


Algunos varones se sienten intimidados ante el auge con fuerza de las mujeres reivindicando sus derechos. Les parece que estuvieran perdiendo algo de lo mucho que durante siglos han disfrutado en detrimento del así llamado por la ideología machista «sexo débil». Porque hay que ser muy conscientes de que el machismo es una verdadera ideología de género que considera al género masculino, al varón, al macho, como superior a la mujer por el simple y mero hecho de ser varón. Esta ideología se infiltra en las mentes jóvenes desde la más tierna infancia, permea las conciencias hasta llegar a ser el modo normal de pensar. En algunas sociedades se marca la diferencia de modo que la superioridad sea explícita: niñas de rosa, niños de azul, ropa diferenciada, diversidad de útiles de la vida cotidiana, incluso juegos apropiados para unos y otras. Se trata de una organización total y perfecta de la sociedad desde la ideología que impone a los varones como superiores a las mujeres por su constitución biológica.

Las mujeres no son ni superiores ni inferiores como grupo; sin embargo, hay una superioridad moral en las mujeres por el hecho de haber soportado el patriarcado machista que se impone con violencia física, moral e ideológica. La superioridad moral de las mujeres reside en ser capaces de dar soporte a una sociedad que las somete. Es el caso paradigmático de la Benigna de Galdós, o de algunas mujeres de las obras de Dostoievsky, que son capaces de sostener la familia en la que son vejadas. Nos recuerdan a los pasajes evangélicos donde Jesús cura a mujeres que sufren enfermedades que son expresión pública de los efectos íntimos de la opresión cotidiana, como las posesiones, o  somatizaciones del mal social ejercido contra ellas. Cómo olvidar a esas mujeres que por sus hijos soportan los insultos y los golpes de maridos ebrios de odio ante quien consideran inferior. Todas estas mujeres deben recibir el apoyo legal, social y moral de una sociedad que sigue existiendo gracias a ellas y su sufrimiento.

Lo que ninguna mujer debe soportar por más tiempo es que desde los medios de comunicación se dé voz a quienes desprecian la lucha por la igualdad real entre varones y mujeres, una lucha que nos incumbe por igual a unos y otras, pues libera a las mujeres del machismo asesino y a los varones de una conciencia pervertida en tanto que tales. No podemos consentir que se utilicen los medios de comunicación para extender el odio machista remozado con un discurso libertario hasta el punto de que algunas mujeres se atreven a decir que ciertas leyes que protegen a las agredidas sirven a oprimir a los varones. Algún político ha llegado, en el colmo de la desfachatez, a afirmar que derogar la ley de igualdad de género es una forma de proteger a sus hijos varones de cualquier desalmada que pudiera hacerles daño. Este discurso contra las mujeres desde la supuesta defensa de la libertad está en la misma línea de la desregulación laboral con el fin de dar más libertad a los trabajadores y de la eliminación de impuestos a las rentas altas para dar libertad a los individuos frente al Estado. El discurso liberalista (no confundir con liberal) es utilizado para legitimar las diferencias sociales por parte del neoliberalismo. Si damos libertad a los individuos cada uno logrará lo que su esfuerzo e inteligencia le permita. Si algunos y algunas se ven apartados es por su propia incompetencia, vagancia o mala suerte. De esta manera, la ideología machista queda ocultada bajo el discurso liberalista. Si las mujeres cobran un 30% menos que los varones no es por el machismo, sino porque su aportación a las empresas es menor. Si los directivos de las grandes empresas ganan 400 veces como sus empleados, no es porque utilicen su poder para aumentar las diferencias, es porque aportan más a la sociedad y esta les retribuye mejor. Este es el discurso del neoliberalismo y si no lo rebatimos será difícil que la lucha de las mujeres tenga muchos efectos sociales. Como se puede ver en sociedades como Estados Unidos o Gran Bretaña, ultraliberales, hay mujeres que han conseguido estar al mismo nivel que algunos varones; al mismo nivel de explotación de los demás y de legitimación del orden machista vigente. Aunque el machismo es previo al neoliberalismo, en este estado de cosas no es posible luchar contra el machismo sin vencer al neoliberalismo.

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