El Papa Francisco dijo antes de comenzar la guerra en Ukrania que estamos ante un Guerra Mundial a pedacitos. Esta frase se está viendo confirmada día a día y el Papa aparece como una de las personas mejor informada de este planeta. Cuando nadie hablaba de Guerra Mundial, él ya nos alertó del proceso que desembocará, irremediablemente, en una Tercera Guerra Mundial total. No puedo olvidar las palabras que Cristina Inogés nos comentó en una conferencia que impartió en el Instituto Teológico de Murcia OFM el 6 de febrero de este año. Nos compartió que en el Sínodo, en el que participaba como “madre sinodal” con voz y voto por designación expresa del Papa, se encontró una mañana con Francisco que salía de Santa Marta y él le pidió que le acompañara en el camino al Aula Pablo VI. En el camino le manifestó su honda preocupación por la situación de Gaza, que apenas había comenzado, con la que estaba en contacto por medio de la parroquia que allí existe y le dijo estas dolorosas palabras: “¡qué tremendo es saber que vivimos en un mundo que se hace pedazos!”.
Efectivamente, vivimos en un mundo
que se hace pedazos porque las élites que lo han gobernado hasta ahora no
quieren perder su poder y sus privilegios y han decidido que ante el horror que
les supone perder estos privilegios es preferible destruirlo. O el mundo es
suyo o no será de nadie. Esta es la realidad en la que vivimos y de la que los
cristianos debemos hacernos cargo. Cuanto antes lo asumamos, antes comenzaremos
a intervenir de parte de la paz y de la justicia, pero sobre todo, dando
ejemplo de compasión y misericordia, como nuestro Señor hizo en su vida,
asumiendo la cruz en la que debía ser clavado para la salvación del mundo.
Nosotros, los cristianos, hemos de cargar cada día con esa cruz y ser testigos
del amor infinito de Dios que no se ahorró a sí mismo el sufrimiento, sino que
lo asumió como único medio para que la salvación llegue a todos, culpables o
inocentes, porque en realidad “no saben lo que hacen”. Si supieran lo que hacen
comprenderían que la negación de uno mismo es el único medio para vivir en un mundo
verdaderamente humano, un mundo de hermanos que se reconocen como tales por ser
hijos del mismo Dios.
La Tercera Guerra Mundial ya está
aquí, asistimos a sus pródromos, pero ellos nos llevan inexorablemente a una
conflagración mundial de la que no saldremos bien parados a menos que tomemos con decisión el camino de
la paz, la reconciliación y el perdón. Es casi seguro que llegarán días en los
que, si tomamos este camino de paz los cristianos, seremos perseguidos, pero
entonces estemos alegres porque nuestra recompensa solo puede ser el Cielo,
como Él nos prometió.
No hay comentarios:
Publicar un comentario