jueves, 11 de enero de 2024

La solución final

 

En enero de 1942, la Alemania nazi tomó una decisión sobre la población judía que se conoce como la “Solución final”. Esta “solución” supuso la decisión del exterminio sistemático de toda la población judía que estuviera al alcance del Tercer Reich. Es muy difícil poder entender qué pasaba por la cabeza de los prebostes del régimen nazi para tomar tan bárbara decisión. Algunos argumentan atribuyendo causas patológicas, otros lo hacen desde una perspectiva materialista, pues la población judía era un recurso para trabajo forzado y fuente de riquezas que venían bien a la guerra de conquista nazi. Pero, sea cual sea la causa, lo que está claro es la barbarie que supuso tal decisión que no solo afectó a los que exterminó, sino que tuvo efectos duraderos en los que milagrosamente salvaron la vida.

El 7 de octubre de 2023,  Hamas tomó una decisión (que casi podríamos llamar “Solución final”) de atacar a los ciudadanos de Israel que encontrara y secuestrar cuantos pudiera. Esta decisión bárbara fue tomada tras más de cincuenta años de ocupación por parte del estado de Israel de la tierra que el pueblo palestino posee desde hace siglos, una tierra que le es reconocida por la ONU y cuyas resoluciones han sido sistemáticamente incumplidas por el estado de Israel. Sin embargo, y aunque todo pueblo ocupado tiene derecho a la resistencia, nada legitima a Hamas para asesinar a 1200 israelíes y secuestrar a más de 200. Se trata de un acto terrorista que debe ser perseguido y enjuiciados sus causantes, materiales o intelectuales.

El mismo 7 de octubre de 2023, el estado de Israel también tomó su “Solución final” sobre el pueblo palestino. El gobierno de Natanyahu decidió invadir la franja de Gaza, bombardear a su población y expulsarlos del territorio que habitan desde hace siglos. No se trata de una guerra contra el terrorismo, como aducen, puesto que el estado de Israel no reconoce a Palestina como estado y la guerra solo se puede producir entre estados, se trata de un acto de venganza sistemática para expulsar a los palestinos que viven en Gaza con bombardeos sobre la población civil y las infraestructuras que permiten la vida en el territorio: hospitales, escuelas, centros de atención de ONGs, etc. En cuatro meses de bombardeos, el gobierno de Netanyahu reconoce haber “eliminado” a 2000 “terroristas”, para ello ha tenido que asesinar a 30.000 palestinos, la mitad niños, y dejar enterrados bajo los escombros a otros tantos que será imposible sacar de allí.

La política del estado de Israel sobre los palestinos está encaminada a no permitir la solución auspiciada por la ONU: los dos estados, porque el estado de Israel se siente débil ante el empuje de la población palestina. Si existiera un estado palestino, Israel debería abandonar los asentamientos de colonos en Cisjordania y limitar su población a su propio territorio reconocido por la ONU en su creación como estado. O, con suerte, conseguir que se reconozcan los territorios conseguidos tras la guerra de 1967.

La locura del gobierno Natanyahu con esta invasión de Gaza está encaminada a conseguir tres objetivos: 1. Expulsar de Gaza a los dos millones de habitantes para que se sumen a los cinco millones de exiliados que ya viven en Jordania y así poder anexionarse el territorio. 2. Justificar su política de colonización de Cisjordania para ir reduciendo progresivamente el territorio controlado por la Autoridad Nacional Palestina. Y 3. Imponer, por la vía de hechos consumados, el estado de guerra constante a la población israelí, que no apoya mayoritariamente estas decisiones, pero que se verá forzada a sostenerlas si persiste el estado de guerra.

La lógica de la guerra se autolegitima y solo crea más guerra. Las bombas sobre Gaza hoy siembran los terroristas de mañana; los terroristas de mañana abonan la guerra de pasado mañana. Solo la lógica de la paz puede llevarnos a la paz. Solo la paz es la verdadera solución final a este y a todos los conflictos.

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