miércoles, 11 de enero de 2012

Tambores de guerra

Vuelven a sonar tambores de guerra en las lejanas tierras del oriente, cerca de Tierra Santa y de la cuna de la humanidad. Es la maldición de poseer riquezas naturales, unida a la peor aún que significa el ansia del Imperio por poseerlas. Es más, la adicción petrolera no entiende de límites morales o de cualquier otro tipo de barreras que puedan frenar la locura en la que nos hemos metido. La maquina de hacer dinero necesita detrás mucho petróleo para ser movida y necesita también de un gran mecanismo de creación de necesidades y aquí, otra vez, tiene mucho que ver la guerra. La guerra genera riqueza propia y destruye la ajena, permitiendo renovar el capital fijo propio a costa del ajeno y revalorizar las propias mercancías. Se trata de un sistema perverso que requiere la destrucción para volver a crear, es el modelo económico shumpeteriano, la falacia de la destrucción creadora.


El Premio Nóbel de la Paz, Barack Hussein Obama, ha mostrado al mundo su Nueva Estrategia de Defensa, en la que, supuestamente, se recortan los gastos en los diez próximos años y se prescinde de un diez por ciento del personal militar. Se nos dice que USA no volverá a invadir países de dos en dos, ahora se limitará a destruir uno y cuando lo tenga seguirá con el que toque, por riguroso orden de lista. Es muy posible que Siria e Irán estén discutiendo a ver a quién le toca el primero. Ya se habían hecho ilusiones de una guerra conjunta, una siniestro ménage à trois donde todos pierden y sólo las grandes corporaciones ganan. Ni siquiera las gentes de USA ganarán nada, sólo pondrán muertos y desequilibrados psíquicos, como en todas las guerras anteriores.

Sin embargo, es falso que USA no vaya a invadir dos a la vez o veinte, si fuera necesario. Ya lo está haciendo con Siria e Irán, también está interviniendo en varios países africanos. Lo que sucede es que son guerras de bajo perfil, aún; guerras donde las acciones son encubiertas y sólo de vez en cuando, los medios de desinformación nos ponen ante los ojos atentados contra políticos, científicos o sindicalistas que siempre son atribuidos a Al-Qaeda o a alguna de sus múltiples ramificaciones. Todas, sin excepción, son obra de las distintas agencias de inteligencia públicas de Estados Unidos, pero cada vez aumenta más el número de acciones subcontratadas a empresas privadas de seguridad, así les llaman, que pueden cometer estos crímenes arrendados para luego pasar la factura. Y aquí es donde está el engaño de la supuesta reducción. Igual que las tropas se han retirado oficialmente, pero quedan más de 40.000 contratistas, así llaman a los mercenarios, de la misma manera, las reducciones se producen en personal oficial, pero se aumenta el número de personal extraoficial, secreto y subcontratado. Esto nos indica de por dónde van los tiros en las guerras del futuro; ya no serán tan convencionales como la de Libia, sino que se parecerán más a lo que nos muestran películas como Hijos de los hombres: un escenario de guerra total contra la humanidad y sin ningún tipo de límite.

Aviso: la próximo guerra no será televisada, sólo se televisará a los enemigos derrotados.

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