Los directivos de AIG han pretendido hacer efectivos sus Bonus, a los que tenían derecho según sus contratos. Y he aquí que los sumos sacerdotes de Washington se rasgan las vestiduras por tamaña barrabasada: “Cómo se les ocurre después de todo lo que ha sucedido y con el dinero de los contribuyentes pedir que se cumplan sus contratos, es inaudito”, proclaman en voz alta a través de los medios de comunicación. El coro acusador los pone en la picota pública, el propio presidente tiene que intervenir para dejar clara su oposición ante la desvergüenza que han cometido. Todos piden que devuelvan el dinero y ellos prometen devolver parte de ese dinero que tan injustamente querían llevarse. Una vez pasado el temporal mediático cada mochuelo se irá a su olivo y el muerto al hoyo y el vivo al bollo. Esto es lo que ha sucedido con escándalos semejantes en los últimos dos años. Sólo hay que recordar cómo festejaron en un hotel de lujo el haber sido rescatados con dinero público, o cómo han seguido cobrando sus primas multimillonarias todos los responsables de las hipotecas basura y de las quiebras bancarias.
Pero una cosa es lo que sucede en la superficie y otra muy distinta lo que se cuece en las profundidades abisales del sistema económico mundial. Esos directivos de AIG no están haciendo nada que no responda a la lógica del sistema. El Secretario del Tesoro americano cuando AIG fue rescatado económicamente era Henry Paulson. Entonces fue muy criticado por su decisión de dejar caer a Lehman Brothers, decisión que dio inicio a la (pen)última fase de esta crisis. Tras dejar caer Lehman Brothers, las voces más importantes de Wall Street se abalanzaron contra él y no le quedó más remedio que intervenir en el caso de AIG. Esta intervención supuso el comienzo de la inyección financiera más importante de la historia de dinero público en empresas privadas. Después han venido otras, pero ninguna como esta. La pregunta importante a responder es porqué una empresa sí y la otra no. Hay voces que ya han dado en el clavo.
Henry Paulson fue directivo de Goldman Sachs, a la sazón competidora de Lehman Brothers. Ambas empresas de inversión se habían dedicado a jugar a la ruleta rusa de los títulos colateralizados, es decir, activos que procedían de inversiones arriesgadas en parte relacionadas con las subprime. Las dos empresas habían asegurado sus inversiones en la mayor aseguradora mundial, AIG, y las dos tendrían derecho a cobrar sus seguros en caso de que las cosas fueran muy mal. Eso fue lo que sucedió, las cosas fueron rematadamente mal, y en una jugada maestra, Paulson consiguió que su antigua empresa se salvara mientras que su competidora se hundía y el dinero público rescataba a la aseguradora. Es decir, dejó que Lehman Brothers cayera, de modo que no pudiera hacer ninguna reclamación por sus inversiones. Esta decisión provocó el pánico y la exigencia de intervención en la economía. Inmediatamente surgen los problemas de AIG y llega la intervención multimillonaria que salva a esta empresa, pero en realidad se salva a sus acreedores, entre ellos Goldman Sachs, que así recupera su dinero y queda libre de tener que enfrentar cualquier tipo de devolución futura, como sí sucede con AIG. En fin, una jugada maestra. Mientras, todo el mundo criticando a los directivos de AIG que sólo están comportándose como perfectos directivos de empresas privadas. Ese es el problema más grave, que cada cual ha actuado como un perfecto actor del sistema capitalista. Quizás el problema está en el sistema y no en los actores.
Pero una cosa es lo que sucede en la superficie y otra muy distinta lo que se cuece en las profundidades abisales del sistema económico mundial. Esos directivos de AIG no están haciendo nada que no responda a la lógica del sistema. El Secretario del Tesoro americano cuando AIG fue rescatado económicamente era Henry Paulson. Entonces fue muy criticado por su decisión de dejar caer a Lehman Brothers, decisión que dio inicio a la (pen)última fase de esta crisis. Tras dejar caer Lehman Brothers, las voces más importantes de Wall Street se abalanzaron contra él y no le quedó más remedio que intervenir en el caso de AIG. Esta intervención supuso el comienzo de la inyección financiera más importante de la historia de dinero público en empresas privadas. Después han venido otras, pero ninguna como esta. La pregunta importante a responder es porqué una empresa sí y la otra no. Hay voces que ya han dado en el clavo.
Henry Paulson fue directivo de Goldman Sachs, a la sazón competidora de Lehman Brothers. Ambas empresas de inversión se habían dedicado a jugar a la ruleta rusa de los títulos colateralizados, es decir, activos que procedían de inversiones arriesgadas en parte relacionadas con las subprime. Las dos empresas habían asegurado sus inversiones en la mayor aseguradora mundial, AIG, y las dos tendrían derecho a cobrar sus seguros en caso de que las cosas fueran muy mal. Eso fue lo que sucedió, las cosas fueron rematadamente mal, y en una jugada maestra, Paulson consiguió que su antigua empresa se salvara mientras que su competidora se hundía y el dinero público rescataba a la aseguradora. Es decir, dejó que Lehman Brothers cayera, de modo que no pudiera hacer ninguna reclamación por sus inversiones. Esta decisión provocó el pánico y la exigencia de intervención en la economía. Inmediatamente surgen los problemas de AIG y llega la intervención multimillonaria que salva a esta empresa, pero en realidad se salva a sus acreedores, entre ellos Goldman Sachs, que así recupera su dinero y queda libre de tener que enfrentar cualquier tipo de devolución futura, como sí sucede con AIG. En fin, una jugada maestra. Mientras, todo el mundo criticando a los directivos de AIG que sólo están comportándose como perfectos directivos de empresas privadas. Ese es el problema más grave, que cada cual ha actuado como un perfecto actor del sistema capitalista. Quizás el problema está en el sistema y no en los actores.
8 comentarios:
Un buen blog, si señor, pero.... Para leer esto prefiero, ir a su clase ¿verdad profesor?...
Bueno estaré encantado si me propone un trabajo sobre cualquiera de sus entradas de blog, sea para subir nota o para sustituir examen.
Un saludo desde Alcantarilla.
-"Bienvenida sea cualquier crítica inspirada en un juicio científico. Contra los prejuicios de la llamada opinión pública, a la que nunca hice concesiones, mi divisa es, hoy como ayer, la gran frase del gran florentino: "segui el tuo corso, e lascia dir la genti." (sigue tu curso y deja que la gente hable).
Karl Marx.
A Dante también lo tradujo, como es debido, nuestro Góngora: "ande yo caliente y ríase al gente". Esa es la intención del título "Rara temporum felicitas", que tomé de la referencia que Hume hace de Tácito.
Espero que podemas seguir en la línea de tan insignes próceres.
Saludos Ernesto
Me temo Bernardo que de Teología puede que sepas, de Economía te queda "algo" que aprender. Cojamos unas pocas frases de tu artículo:
"... cada cual ha actuado como un perfecto actor del sistema capitalista."
¿Seguro?
"...activos que procedían de inversiones arriesgadas en parte relacionadas con las subprime."
¿Y qué o quién prendió la chispa de las subprime? ¿Tal vez el Estado, encarnado en Bill Clinton, obligando literalmente a la Banca a dar tales hipotecas? Eso NO es capitalismo.
"Esta intervención supuso el comienzo de la inyección financiera más importante de la historia de dinero público en empresas privadas"
¿Eso es Capitalismo? ¿Desde cuándo?
"El Secretario del Tesoro americano cuando AIG fue rescatado económicamente era Henry Paulson"
¿Un Secretario del Tesoro es un actor del Capitalismo? ¿...o del aparato del Estado?
"Quizás el problema está en el sistema y no en los actores."
¿Ah siii? ¿De que "sistema" hablas? ¿De un sistema en que el aparato del Estado ha sido socializado a su manera y corrompido por intereses particulares, sirviéndose a ellos mismos a expensas de los demás? Si por "sistema" te refieres al capitalismo o al libre mercado, tal vez necesites aprender que:
a) En un sistema de libre mercado sin intromisión estatal, no se habría obligado a la Banca USA a dar hipotecas subprime "con la garantía del Estado" (léase Fanny / Fredy). Con una intervención estatal correcta y libre de demagogia barata y letal ("vamos a dar hipotecas a los pobres, con la garantía del Estado") tal cosa no se habría consentido.
b) En un sistema capitalista o de libre mercado, no se habría rescatado a nadie con el dinero de los demás (eso se llama, simplemente, robar), y muchas de esas empresas hace tiempo que estaría quebradas y desaparecidas.
El problema está en el sistema, en efecto; en un sistema en el que la participación ciudadana en el aparato del Estado se limita a elegir cada cuatro años al que vas a dejar ejercer la dictadura, el nepotismo, el socialismo y la corrupción; un sistema en el que los ciudadanos tienen un grado de analfabetismo y anumerismo económico alarmante, y un sistema en el que a falta información / participación de los ciudadanos en el poder del Estado, dicho poder es mediatizado por psicópatas, bucaneros, facinerosos y en definitiva gente que viendo la clara posibilidad de aprovecharse del poder en su favor, lo hace.
Pero nada de esto es capitalismo ni libre mercado. Más bien todo lo contrario.
Estimado anónimo, ¡ojalá me quedara "algo" por aprender de economía! Me queda casi todo, pero el tiempo lo subsanará y la ayuda inestimable de lectores como tú. Pero sí he de hacerte una precisión. El capitalismo no es eso que enseñan los manuales, sino, por utilizar un lenguaje que quizás te suene, el capitalismo realmente existente, es decir, el capitalismo que utiliza al Estado como medio de enriquecer aun más a los que ya poseen bastante.
Es curioso que el Estado rescate a los bancos, estos tomen ese dinero y lo presten a los mismos estados que luego no pueden pagar y han de volver a rescatar a los bancos. Sí, esto es el capitalismo real y no dista mucho del robo sistemático del mundo. Le puedes cambiar el nombre, pero da igual, en nada se parece a eso que dicen los manuales y que tiene en Smith a uno de sus padres.
En todo caso, espero que termine pronto.
Pues habrá que cambiarle el nombre, pero no llamarlo capitalismo, porque el capitalismo ya se definió hace tiempo lo que era, como bien indicas. El caso es que quienes llaman "capitalismo" a esto suelen tener lista la "solución": el socialismo, y eso ha demostrado ser todavía peor allá dónde se ha aplicado.
Para mi el problema está en la degeneración, inevitable, de la "democracia representativa", que ya de entrada es discutible que merezca llamarse democracia y más cuando la participación ciudadana real en el gobierno del Estado es simbólica, por decir algo.
En toda economía potente aparecen grupos con un gran poder económico, presuntamente derivado de prestar un buen servicio por el que los ciudadanos pagan. Cuando tales grupos pasan a infiltrarse en el aparato del Estado, dejan de necesitar prestar un buen servicio a la sociedad, y les basta con conseguir manipular leyes y gobiernos a su favor.
A lo anterior hay que añadir la tendencia a la demagogia de las democracias representativas, consiguiendo votos a base de ofrecer derechos "gratis"; derechos que no son gratis, y que se acaban pagando contra una deuda que crece, y crece sin aparente o previsible fin. Deuda que, eso sí, es bien aprovechada por algunos para su beneficio personal.
Por tanto, no me parece una cuestión sólo económica, sino política al mismo tiempo. En una democracia débil o simbólica, se hace inevitable que grupos de poder económico (y de otros tipos) se infiltren en el gobierno mediatizando la actuación de éste a su favor y en detrimento de los ciudadanos; es decir, estableciendo un conjunto de transacciones económicas win-lost, en que lo que ellos ganan es lo que otros pierden. Un ejemplo cercano y de libro sería nuestra SGAE, sin perder de vista a la Banca o los partido políticos. Creo que esto merece un nombre propio, que no es socialismo (obviamente), ni capitalismo (no se tiene en cuenta el componente político), ni democracia representativa (no se tiene en cuenta el componente económico). Quién sabe, tal vez hasta que no se le ponga nombre propio no se traslade la conciencia clara del problema a la ciudadanía (aunque parece que empieza a atisbarse), y no se le ponga solución.
Yo creo que va a terminar, pero mal, muy mal, porque muchas de las democracias representativas más destacadas del planeta se han metido en un callejón sin salida de deuda imposible de pagar. Veremos quién y cómo asume las pérdidas, porque son demenciales, mucho más que las rescatadas hasta la fecha.
Totalmente de acuerdo en esto último. Ya los clásicos, Ricardo o Marx, llamaban a esto "economía política", pues se trata de la organización y administración de la polis y eso implica a todos los actores. El socialismo real fracasó, pero eso no quiere decir que ciertas ideas de corte realmente socialistas tengan que fracasar.
En mi caso he preferido llamar al nuevo modelo económico, social y político como lo hizo en su día Mauss, economía del don, que se parece algo a la economía de comunión que practican ciertos grupos cristianos. Para mí el capitalismo es perverso por naturaleza pues se basa en el egoísmo personal y la competitividad, cosas que no hay que confundir con la competencia y la búsqueda de la excelencia en lo que uno hace. Qué le voy a hacer, soy algo tomista.
Un cordial saludo
Me vas a permitir Bernardo que esboce una sonrisa con tu concepto del capitalismo. Vamos a ver ...
Entiendo que como teólogo estás ubicando el egoísmo en el apartado de desviaciones indeseables, malas, pecaminosas o endemoniadas del ser humano. Bien, eso es fe. La realidad es que el egoísmo es parte de la naturaleza humana, está codificado en nuestros genes, y si lo es sin duda tiene mucho que ver con la Evolución de la especie humana.
En otras palabras, parece que no cabe pensar en una sociedad de seres humanos sin egoísmo; en mi opinión, estrictamente personal pero con mis fundamentos, tal cosa puede ocurrir con grupos muy pequeños, tribus con un número de individuos no más allá del número de Dunbar, donde a fin de cuentas, el egoísmo dicta, en bastante buena medida, cooperar el pequeño grupo del que formas parte, ya que lo que tú haces hoy por uno, mañana lo hará otro por ti, y existe tal confianza porque el número de individuos está por debajo del número de Dunbar. Ahora bien más allá de ese número de individuos ... guerreamos. Siempre lo hemos hecho y lo seguimos haciendo.
A los detractores del cristianismo siempre les digo que si tienen algo en contra del que para mi es su principio fundamental, aquel "amaos los unos a los otros y a Dios sobre todas las cosas". Parece mentira pero creo que ese principio tan simple ha jugado un gran papel en la consolidación y progreso de la Civilización Europea, sin que ello haya sido óbice para que hayamos sido la cuna de dos guerras mundiales, y es que por mucho amor que pongamos, somos humanos, y como tales inevitablemente egoístas, algo que no tienen adecuadamente en consideración ni cristianismo ni marxismo (aunque al marxismo hay que echarle de comer aparte).
Por muchas faltas, defectos y perversidad que queramos buscarle, la realidad es que el capitalismo ha sido lo que nos ha permitido alcanzar unos niveles de bienestar que hace 100 años nadie habría podido imaginar, y creo que precisamente lo hace porque encierra una gran virtud: la de encauzar (dentro de lo posible) el egoísmo humano. El principio básico del capitalismo, viene a decir:
"Es lícito que quieras o necesites algo del vecino, pero no puedes tomarlo por la fuerza; has de ofrecerle a cambio, de forma clara y sincera, algo que él esté dispuesto a aceptar".
Si te paras a mirar, todos los "fallos" del capitalismo es porque alguien se salta este principio, bien tomando lo del vecino por fuerza, bien ofreciendo algo que ni está claro ni es sincero.
Conseguir el respeto a este principio tan simple es, a priori, tan fácil o más que conseguir que los hombres nos amemos los unos a los otros, y por supuesto, conseguido esto último lo anterior estaría chupado. Por eso siempre pienso que hay una correlación entre el cristianismo de las sociedades capitalistas (las que aún conservan algo de ello), y su éxito en la economía de mercado.
Saludos cordiales, y perdón por el tocho, pero es que estos temas tienen cuerda sin fin.
Nada, nada, para tochos los míos.
Sí, efectivamente el egoísmo forma parte de la naturaleza humano y está codificado en los genes, pero también el altruismo y la compasión. Las investigaciones de Frans de Waal, Antonio Damasio o Rizzolati así lo demuestran. También demuestran que la competencia, no la competitividad, y la cooperación son un motor evolutivo óptimo, no el egoísmo que, a la larga, acaba con la especie. Y no se trata de fe, es ciencia. La fe está en otro ámbito, quizás en el de la búsqueda de la utopía, que en cristiano es el Reino de Dios. Pero el egoísmo es la ruptura de las relaciones, no su posibilidad. El capitalismo no media entre los egoísmos individuales, como la famosa mano "invisible", sino que los exacerba. Las palabras de la serpiente en el Edén van en ese sentido. Sin embargo, lo que nos hace humanos está en el nivel del altruismo, la cooperación y la competencia en el servicio.
Que el capitalismo nos haya otorgado el mejor nivel de vida en los últimos tiempos está por ver. Hay que preguntarse para quíen lo ha logrado y para cuantos, y sobre todo a costa de qué, pues no parece que el planeta pueda aguantar un par de décadas más de capitalismo, al menos de este capitalismo. Mira cómo cuando se le han soltado las riendas al capitalismo, en la fase neoliberal, es cuando más depredador y dañino se ha vuelto. Es una mala bestia que debe ser bien sujetada, algo así como hizo Keynes y la socialdemocracia durante cuarenta años en Europa. Ahora que no tiene frenos, mira dónde estamos.
Un cordial saludo.
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