Dos peligros hay en estos momentos. De un lado el peligro de reducir la Razón a una reflexión particular y la Fe a una dimensión meramente individual; del otro la de convertir la Fe en una pseudo Razón transfenoménica y la Razón en una Fe encubierta. Estos dos peligros están sobrevolando el discurso de la postmodernidad desde hace treinta años, desde que se decretó el fin de las ideologías y el nacimiento de la era del vacío. Desde entonces, los ideólogos del neoliberalismo y sus acólitos académicos, léase Lyotard, Vattimo (entonces, hoy se ha desconvertido), Lipovetsky et alia, no han dejado de proclamar a los cuatro vientos que la Razón no existe y que el hombre, cada hombre individual debe buscar el amparo de su propia lógica de supervivencia en medio de un mundo caótico y sin sentido. El marco y el modelo son los del neoliberalismo y las reglas de juego las marca la sociedad de consumo, del lujo, la sociedad transparente, la sociedad red. Ahí, nada puede hacer la Razón. Por otro lado, la Fe ha muerto hace tiempo y lo que quedan son una miríada de creencias particulares adaptadas a las circunstancias.
Sin Fe y sin Razón, el hombre puede ser perfectamente manipulado al antojo de los que organizan el mundo. Por eso se hace necesario que volvamos a poner en vigor un pensamiento fuerte sobre la relación entre la Fe y la Razón, un vínculo que podrá verse en las cinco ponencias. Especial para mí es la de Martín Gelabert, maestro y amigo que dirigió mi tesis doctoral en Valencia y con el que mantengo una relación de filialidad docente. Sus trabajos y su blog forman parte de mi formación constante en teología. Melchor Sánchez de Toca nos iluminará sobre las aportaciones de la fe a la cultura. Santigo del Cura expondrá la presencia de Dios en la relación entre Fe y Razón. Paul Janz aprovechará ciertos resquicios de la Razón en la Fe y García Baró nos cuestionará la posibilidad de la simbolización de Dios, sus límites y problemas.
Será una semana muy completa de la que pretendo dar pinceladas diarias, si el tiempo me lo permite, pues va a ser bastante intenso.
1 comentario:
Estimado Rodolfo, me es imposible compartir su reflexión. El cristianismo es cualquier cosa menos compatible con la paideia griega. A pesar de las reflexiones de un Clemente de Alejandría, y de un pensador radical como Marción, el cristianismo es judío en su médula y abrahámico en su origen, siendo el Éxodo la clave de comprensión del mismo.
El pensamiento cristiano no es una gnosis sino una conversión a la razón de los pobres y oprimidos, las víctimas del mundo, sea el griego como el postmoderno.
Gracias por su colaboración.
Publicar un comentario