Hace unos años vivimos la primera de las crisis globales de enfermedades. Se trataba de la gripe aviar, aquella que podía poner en riesgo a la población total del planeta y que causó una verdadera psicosis colectiva en grandes partes del planeta. Poco después sufrimos el ataque masivo del Síndrome Respiratorio Agudo (SARS). Ni la una ni la otra provocaron mayores muertes o pérdidas económicas que una de las enfermedades que más tiempo lleva afectando a los países pobres: la malaria. Esta sí que mata un millón de personas al año; las otras dos juntas, apenas llegaron a varios miles en total. Por tanto, la malaria sí debería ser considerada como una enfermedad preocupante para la humanidad, si no es así se debe al hecho de que se restringe a zonas cálidas donde se reproduzca el anopheles, el mosquito transmisor de la enfermedad. Curar esta enfermedad es costoso, por ello se han probado varias vacunas que, en la actualidad, parecen aportar esperanza de que se consiga controlar esta verdadera sangría del mundo pobre. El problema está en que los países pobres pueden pagar poco por la vacuna, de ahí que las grandes firmas farmacéuticas apenas han dedicado investigación para ello: no les resulta rentable.
En estos momentos estamos ante otra enfermedad que se nos presenta como una potencial amenaza global, la gripe porcina, procedente ahora de México. Se nos dice que el contagio entre humanos es bastante fácil y que sus consecuencias pueden ser preocupantes, pero con un buen tratamiento antiviral se soluciona. Esto incluye gastar mucho dinero, dinero que los países ricos pueden gastar en salvar su población, y dinero que irá a parar a las farmacéuticas que comercializan estos medicamentos. Si los posibles pacientes pueden pagar la factura del medicamento, a las farmacéuticas les resulta rentable investigar, todo lo contrario que ocurre con la malaria. Por esto mismo, siguen muriendo millones de personas por malaria mientras que por esta enfermedad apenas provocará unos cientos de muertos en países que no estén preparados con los medicamentos.
Aquí es donde está el núcleo de este problema. Si analizamos los datos de que disponemos, encontramos unas inquietantes casualidades que hacen que todo esto suene muy mal. La primera de todas estas casualidades es que el compuesto químico que combate eficazmente las tres enfermedades: la gripe aviar, el SARS y la gripe porcina es el mismo: fosfato de oseltamivir, comercializado bajo el nombre de tamiflú. Eso se debe a que el agente maligno resulta ser de la misma familia. La segunda de las casualidades es que este compuesto está desarrollado por una única empresa: Roche, que tiene la exclusividad de su producción en el mundo entero y que ha estado aprovisionando desde 2003 a los países que podían pagarlo, por si acaso era necesario, que lo es como se ve. La tercera de estas casualidades es que la patente la posee Gilead Sciencies Inc., propiedad de antiguos mandatarios de Estados Unidos, y caduca en 2016.
La última de las casualidades es que las tres enfermedades que se curan con el mismo medicamento han respetado un inquietante patrón de aparición: justo cuando las reservas mundiales del producto llegan al máximo, lo que está bien porque nos coge prevenidos. Si este patrón de comportamiento se mantiene, podemos prever una nueva enfermedad que necesite tamiflú para 2014, justo cuando pase esta, las reservas estén al máximo y quede poco para que expire la patente.
7 comentarios:
Estoy de acuerdo en que para investigar vacunas contra enfermedades que solo se dan en el tercer mundo, como la malaria, se dedican muy pocos recursos. Y coincido contigo en el fondo de la cuestión: es importante una reflexión sobre los problemas éticos relacionados con la ciencia. Lo otro que dices, a saber, que determinadas enfermedades aparecen cuando resultan rentables a la industria farmaceútica, me parece muy grave. Sin duda es posible hacer una lectura suave de esta coincidencia: la enfermedad existía, pero solo cuando importa vender la vacuna se crean las condiciones sociales para venderla. La lectura fuerte, que no te atribuyo y que yo tampoco hago, sería: alguien provoca las condiciones para la venta del producto. Porque eso, además de ser éticamente reprobable, sería denunciable y perseguible. No sé si te he entendido mal, pero es bueno que desde un blog serio como el tuyo se puedan plantear preguntas. Preguntas que no implican respuestas y que se mantienen abiertas, pero que invitan a ser cautos, cautelosos y críticos.
Efectivamente, Martín, no he querido llegar a esa interpretación "fuerte" de la que hablas, pero sí quiero denunciar que es sintomático el hecho de que las tres últimas enfermedades globales se combatan con el mismo producto, producto protegido por las leyes de propiedad intelectual y que nadie puede producir libremente. He leído que hay una empresa india que está intentando comercializarlo para la India, pero ha tenido que pasar por Roche para hacerlo, cuando el fosfoato de osertamivir puede ser producido por cualquiera. Imagina que los pobres no pudieran pagar el medicamento, cuando su precio podría ser un diez por ciento si se hiciera como genérico, sería un verdadero crimen. En México ha habido muertos porque afecta a zonas deprimidas, el gobierno tenía 1,5 millones de dosis de este medicamento, pero las reserva para las personas adecuadas.
Sinceramente, yo ya no sé qué creer, aparte de en Dios y su Hijo Jesucristo.
Saludos fraternos.
Se me olvidaba comentar que existe una información bastante interesane en la siguiente dirección web: http://www.nature.com/nature/journal/v437/n7060/full/nature04230.html
Se trata de una muy seria y prestigiosa revista científica que publicó en 2005 el desciframiento del genóma del virus A/H1/N1, el que produce las tres enfermedades. Si se lee la noticia con atención se pueden sacar muchas conclusiones, en especial cuando dice:"The sequence changes identified here may be important in the adaptation of influenza viruses to humans".
La salud se ha convertido en un gran negocio. Y a ello contribuye la progresiva privatización de los sistemas públicos de salud. Los representantes de laboratorios farmaceuticos literalmente irrumpen en las consultas para venderle al médico cada cual su producto. A cambio, les financian congresos, productos informáticos entre otras cosas. Y se da prioridad en la investigación a aquello que va a dar buenos dividendos. Por ejemplo, el grupo de enfermedades raras, no tienen presupuesto de investigación por no ser rentables. Otra reflexión es ver como poco a poco se está conviertiendo a cada ciudadano en enfermo potencial y por tanto consumidor de medicamentos. No se trabaja por una salud integral, a partir de una concepción unitaria del ser humano. No siempre una pastilla es la mejor solución.
A principios de siglo XX ya hubo aquella gripe que llamaron " la cucaracha" y que causó muchas victimas. La próxima guerra será vírica y bacteriológica: el aire, el agua, los alimentos están contaminados. ¿ Que esperábamos?. Aún podemos reaccionar. Mientras la malaria siembra de cadaveres el suelo africano. Todos culpables. Saludos.
Respecto a este tema es interesante el artículo que Mike Davis publica en la revista "Sinpermiso", titulado "La gripe porcina y el monstruoso poder de la gran industria pecuaria"(http:www.sinpermiso.info/).
Saludos a todos.
El artículo de "Sin permiso", está en la línea de una explicación racional de este asunto: el modelo de producción industrial de animales puede tener estas consecuencias, como es que los virus puedan tener mutaciones extrañas que los hagan más peligrosos de lo que son.
Por mi parte me planteo "Cui bono?", o como diría un francés "cherche la femme", o lo que es lo mismo, quién se beneficia de esto. Puede que resulte un tanto paranóico, pero qué se puede esperar de un mundo capaz de aceptar que 30 millones de personas mueran de hambre cuando sobra tanto en este mundo y que la degradación del medio alcance límites irreversibles. Pido perdón por estar loco y querer comprender, credo ut intelligam.
Estar un poco loco no está mal, siempre que no nos pasemos. A mí este artículo me ha ofrecido otro punto de vista que me ha hecho pensar. Estamos de acuerdo en el inmenso poder que tienen las multinacionales farmaceúticas y del mal uso que hacen de él. Pero pienso que el problema es mucho más complejo, que hay implicados más poderes con grandes intereses, tanto económicos como políticos, hasta el punto de que tal vez no lleguemos al verdadero fondo del asunto. Saludos de nuevo.
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