Me escribe un antiguo alumno que su profesor de filosofía les explica a Platón haciéndoles ver que éste tuvo que tener un enorme odio a este mundo cuando creó otro que era mejor que este y donde la realidad era plena y feliz. A continuación les dice que el cristianismo es lo mismo pero vulgarizado. Se trata de la tesis de Nietzsche de que el cristianismo es, si se me permite la expresión, un “Platón para viejas”, es decir, que el cristianismo ha aplicado y extendido el dualismo platónico llevándolo al sumum de la perfección.
Hay que decir que Nietzsche tenía razón, y subrayo el imperfecto de la forma verbal. Tenía razón entonces y hasta hace bien poco, porque el cristianismo ha sido explicado como una especie de negación de este mundo y un desprecio absoluto del cuerpo y las dimensiones del gozo y la alegría de vivir. El hic lacrimarum valle ha hecho más daño que todas las ostentaciones de la jerarquía eclesiástica. El desprecio del mundo ha llevado a muchos a un desprecio del propio cristianismo, pero esto se ha producido porque el cristianismo había sido infectado por el platonismo desde muy pronto y no supimos eliminarlo a tiempo. Es más, todo lo que hay en el cristianismo de platónico es anticristiano de raíz. El verdadero cristianismo valora el cuerpo, la vida y el contacto con lo material. Sólo así puede entenderse la Eucaristía y sólo así puede recitarse el pasaje del Credo en el que afirmamos esperar la resurrección de la carne, porque nosotros valoramos esta vida como la única vida real cuando es vivida como resucitados en Cristo.
Es una pena que todavía hoy demos pie a que muchos entiendan el cristianismo como una fe que se opone a la vida y al gozo de vivir. Comprendemos a aquellos que critican al cristianismo cuando este no cumple aquello que dice ser, pero también pedimos a esos tales que se informen en las fuentes que hoy están intentando poner al cristianismo al día, lo que es lo mismo que decir que lo están poniendo en la línea más tradicional, aquella que Jesús mismo inició. Jesús era un verdadero amante de la vida y de los hombres, especialmente de aquellos que sufren y que son víctimas de un mundo injusto. Su respuesta ante esto fue el compromiso hasta dar esa hermosa vida que el Padre le había concedido. Esa entrega la realizó en unas condiciones muy concretas: en una colonia del mayor imperio conocido hasta entonces, muriendo en la cruz como los subversivos del orden inmoral establecido por el imperio.
Aunque Nietzsche es admirable en muchas cosas, él nunca dio su vida por nada ni por nadie. Perdió la cabeza por no poder soportar aquello que vivía en su interior y que no se asemejaba a lo que vivía en su vida real. En el fondo, Nietzsche fue un perfecto platónico que ideó un mundo interior más allá de la pura realidad y en el que se evadió de ésta. Odió hasta el extremo la irrealidad de la vida y se sumergió en el océano de su propio psiquismo. Sin embargo, Jesús podría ser considerado el más perfecto nietzscheano que ha habido, porque fue fiel a este mundo al proponer otra manera de entenderlo que lo perfeccionaba. En palabras de Bloch: “sólo un ateo puede ser un buen cristiano, sólo un cristiano puede ser un buen ateo”. Nietzsche no fue ateo porque se propuso a sí mismo como Dios; Jesús sí lo fue porque no divinizó nada, ni a sí mismo.
2 comentarios:
Me quedé ayer con la copla de esta frase, que me parece genial: “Aunque Nietzsche es admirable en muchas cosas, él nunca dio su vida por nada ni por nadie”. Es verdad. Ahí entiendo que es donde se encuentra la verdadera generosidad, la verdadera grandeza de una persona: en su capacidad para entregarse al otro, para darse al otro. Podemos contar mil historias, pero ¿qué es lo que hacemos en nuestras vidas? Esta reflexión, a mi entender, es una reflexión básica para la vida de un cristiano: podemos trabajar, estudiar, enseñar, e incluso dedicar tiempo a los demás… pero ¿qué hay en el fondo de mi corazón?, ¿me busco a mí mismo, a mi ego, o busco el beneficio del otro, su crecimiento, su bien? A veces el orgullo, la egolatría, busca caminos verdaderamente sutiles.
Por otro lado, aunque a veces la crítica que se hace al cristianismo sea legítima, creo que se está haciendo un verdadero esfuerzo por mostrar un cristianismo más coherente. Quizá toda la presión mediática que se hace ha servido para que “nos espabilemos” en ese sentido: ya no se puede vivir de renta, hay que ser consecuentes con nuestra opción de vida. Y como dices, los que critican con facilidad también deberían hacer un esfuerzo por conocer de forma más real aquello mismo que critican, pues no es raro que su crítica carezca de fundamento.
Estimado Desiderio: mi experiencia docente me dice que los que critican al cristianismo, en su mayor parte, es porque lo desconocen, y que cuando lo hacen con razón no saben que el cristianismo ya ha cambiado. Por ello mi empeño en hacer saber que Nietzsche no estaba tan equivocado en el fondo y que nuestro verdadero enemigo es cierto platonismo que sabe a gnosis.
gracias por tus comentarios.
Publicar un comentario