En las sociedades occidentales, libres y democráticas, estamos asistiendo al mayor proceso histórico de control y dominio, pero se trata de un control “de buen rollito”. Sin que lo percibamos, estamos perdiendo parcelas de libertad adquiridas después de muchos siglos de lucha contra el totalitarismo y las distintas dictaduras. Todo se cifra hoy en la libertad de adquirir el producto que nos permita nuestra economía personal, y si no lo permite, que al menos tengamos la conciencia clara de que podríamos conseguirlo con un poquito de suerte: la lotería, la quiniela y los distintos juegos de azar cumple este papel redistribuidor de la riqueza que tanto gusta al capitalismo del siglo XXI. No cabe más justicia y libertad que la famosa y delirante “igualdad de oportunidades” de la que se llena la boca a los socialdemócratas rawlsianos y a los liberales habermasianos. Si todos estamos ante la posibilidad de adquirir la riqueza con un “velo de ignorancia”, nadie podrá aprovecharse de otros y el que consiga la riqueza será porque estaba mejor “adaptado” a este medio social que ha creado el capitalismo a modo de una nueva naturaleza para el hombre.
En este ambiente, si alguien se atreve a abrir los ojos para que los seres humanos comprender la falacia estructural del sistema y el engaño a que son conducidos con el fin de mejor controlarlos, entonces será sistemáticamente atacado, eliminado o escondido; quizás prohibido y obstaculizado en su intento por desvelar este mundo. Ese ha sido el caso de Orwell, el famoso escritor británico que luchó con la pluma y con los brazos contra el totalitarismo y la sociedad de control y que regaló a la humanidad obras como 1984 o la magnífica Rebelión en la granja. El portal de libros Amazon lo ha eliminado de la noche a la mañana de su catálogo sin dar ningún tipo de explicaciones. Las protestas no se han hecho esperar, pero la empresa se ha limitado a expresar su intención de que cosas así no vuelvan a suceder, pero Orwell tampoco volverá a Amazon.
Se trata de un mero síntoma de esta sociedad. A Orwell le seguirán publicando y leyendo sin necesidad de Amazon, pero es necesario pensar que el futuro tiende a estar más limitado en la edición impresa de libros y que llegará el aciago día en que todo lo que se pueda leer sea digital y esto esté perfectamente controlado por las dos o tres empresas que gestionan el mundo de Internet. Llegado ese día, no sabemos si habrá que recurrir a lo que expone Bradbury en Fahrenheit 451: tener que memorizar los libros porque estos serán destruidos por las autoridades. Claro que también existe otra forma de destruir los libros y es destruir a los lectores. Si hay libros pero no personas con capacidad para leerlos o con interés por ello, se habrá cumplido el objetivo de una sociedad de control perfecta: ya nadie tendrá la necesidad ni la posibilidad de leer un libro y la cultura habrá muerto, y la humanidad con ella.
Algo de eso se pretende con la cantidad enorme de producción literaria que se edita en el mundo y que toda entera sumada es incapaz de producir en el ser humano el sentimiento y la inteligencia que Orwell podía hacer en un capítulo de cualquiera de sus obras. Pero al que se prohíbe es a Orwell y no a Rowling.
Quizás sea mejor así y sumergir a los hombres desde niños en la ignorancia sea el camino para una felicidad perfecta. Esto sería tanto como matar al hombre y blasfemar contra el Creador. Quiso Dios que el hombre fuera libre y pensara por sí mismo, si hubiera querido un ser sin libertad, no hubiera creado hombres sino tamagotchis o un mundo de Sims. Pero, he aquí que Dios creó a Orwell.
2 comentarios:
Amazon vende libros que hacen apología del nazismo ( se denunció en algunos foros ) No me extraña lo que cuentas de este negocio virtual. Los niños con Rowling y los "adultos" con la trilogía de Larson -¡ ahora,uno de los más ricos del cementerio...para lo que le sirve! Siempre quedará irse como Robinson bajo un cocotero...si tienes posibles para ello, que comprarse una isla sale por un pico.Y en lña luna, aún no han salido a subasta los adosados. ¡ Hay que echarle humor, que esto se está poniendo infumable ! Saludos cordiales y solidarios.
Eso que dices sobre la cantidad enorme de producción literaria, la mayor parte totalmente infumable, que se convierte en un bosque que impide ver los buenos árboles que todavía quedan, he recordado que hace 40 años, acababa de entrar yo en la Orden de Predicadores, ya le escuché a un docto dominico que se estaba produciendo una inflacción en las revistas teológicas. Si este buen fraile viviera hoy no sé qué diría. Entras en las librerías religiosas y para encontrar algo verdaderamente nuevo y que valga la pena, hay que ir un poco más allá de los estantes. No sé si viene a cuento, pero ahí lo dejo.
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