domingo, 18 de octubre de 2009

La rebeldía de Dios

La creación del universo es en sí misma un acto divino de rebeldía. Los grandes filósofos se han preguntado por qué existe algo y no más bien nada. Heidegger en la estela abierta por Leibniz se hacía esta misma pregunta en un opúsculo sobre la metafísica. Al final de su reflexión se hace esta pregunta, una pregunta que deja abierta la cuestión justo cuando, supuestamente, ha terminado la exposición. La nada es más originaria que el ser, le antecede, por decirlo así. Se hace patente en el hombre de modo absoluto como un sentimiento de angustia existencial: la nada nadea, dice Heidegger. La nada es el gran océano sobre el que deambula la balsa de la existencia humana. Ex–sistir significa mantenerse dentro de la nada, estar a flote sin rumbo, al pairo. Sistir, casi in-sistir, en la permanencia desde (ex) la nada. La nada, por tanto, es mucho. Ex nihilo nihil fit, dice la tradición filosófica, pero la tradición eclesial, a partir del texto del Génesis, le da la vuelta: ex nihilo omnia fit: la luz y la tiniebla, las aguas y la tierra, los seres vivos y los hombres, todo se hizo de la nada. Dios se rebeló contra la nada misma y creó, literalmente de la nada, todo cuanto ex–siste, haciendo que permaneciera, que con-sistiera en ser más allá de la nada. El acto creador de Dios es como un grito[2] contra la pasividad anonadante, como un crujir el cascarón, una crepitación de las fisuras del ser, el crecimiento de la pulsión amorosa que se prodiga por doquier. Dios se rebela casi contra sí mismo, para dar la posibilidad de que algo otro puede ser fuera de él mismo. Dios se niega a sí mismo, niega su capacidad de ser todo y nada para ser más allá de la nada. Desde el momento mismo de la creación, Dios ya no es todo, es más allá de todo y nada. Se ha negado a sí mismo una de los atributos de la divinidad: la omnipotencia. Dios ya no puede todo lo que quiere, aunque sí quiere el bien de todo lo que existe. En su rebeldía contra sí mismo, contra la omnipotencia egolátrica que le podía encerrar en su mismidad, Dios se hizo más pleno, si cabe, al dejar de ser todo para que algo pudiera ser fuera de él.

El abandono del lugar de la mismidad abrió la posibilidad de otra mismidad que se constituyera en otredad ante Dios. Pero Dios mismo se posicionó más allá de sí mismo en el Otro absoluto, el absolutamente otro que deja abierta la posibilidad de ser fuera de sí. He aquí el primer acto creador de Dios nacido de la primera negación de sí mismo. Dios hubo de negarse la omnipotencia para crear el universo y dar origen al ser más allá de la nada. Pero no fue la única negación de sí mismo. Dios se negó a sí mismo en la cruz de su Hijo. Negó su bondad hacia su Hijo; negó la bondad de la acción de su Hijo; negó la posibilidad de la fe en el bien. Dios negó su bondad hacia su Hijo en el momento de hacer imprescindible el paso por la cruz para la salvación de los hombres. En las palabras puestas por la tradición en boca de Jesús tenemos la prueba del abandono de la bondad: Dios mío ¿Por qué me has abandonado? Dios preguntando a Dios por el abandono de Dios. Dios se ha abandonado a sí mismo, Dios se ha negado el último atributo que le restaba para ser sí mismo y entregarse absolutamente como otredad pura. Dios ya no es bueno, ha abandonado la bondad en su hijo crucificado.

[2] Según el Diccionario Etimológico Indoeuropeo de la Lengua Española, Alianza, Madrid, 1996, detrás de los verbos «crear», «crecer», «crepitar», «crujir» y «gritar», se encuentra la misma raíz indoeuropea: Ker-.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Discrepo en lo referente a la creación como acto de rebeldía de Di*s. Me encuentro más cerca de pensar que es un acto de Amor de Di*s que permite surja del interior del Vacío Amoroso,Luz Divina, la Deidad - o el En Sof en términos hebreos-. Me encuentro más cerca la noción -metaforica, -como todo lo referente a Di*s el totalmente Otro- de que Di*s deja espacio - vacío- se retira, digamos-, para que surja la creación : " el el vivimos nos movemos y existimos " En-Theos. Somos Di*s por participación, nos dice el NT. La noción de Nada en el Budismo Zen , no como thanathos, sino como posibilidad de Vida, iluminaría la visión occidental de Vacío o Nada, como extinción. Por el contrario es metáfora de la Infinitud de la que procedemos y de la que nunca nos hemos ido. Por eso, nadie nos habrá echado de menos.
Un cordial saludo
Zoé

Bernardo Pérez Andreo dijo...

Intento comprender el acto de creación como una kénosis, de esto ya he escrito, pero una kénosis que se manifiesta como el resultado de no querer permanecer en la mismidad. Ahí es donde aplico el término "rebeldía", que en el texto he dudado sí ponerlo con comillas, léase cadenas, para moderar el significado, pero no tengo miedo a salir del pensamiento occidental del Dios motor no movido y sí quiero entenderlo como proceso dialéctico de autocomprensión. Por lo demás, no sólo no discrepo sino que estoy en la misma línea, Zoé.
Gracias

Anónimo dijo...

¿Deberíamos nosotros actuar como Él, y rebelarnos contra la nada que se esta creando con este modelo?

Bernardo Pérez Andreo dijo...

Por ejemplo, hoy es el día mundial contra el hambre y hay un lema que estaba detrás de mi intención con el post: "rebélate contra la pobreza". Sí, por ahí va la cosa.
Gracias por la apreciación

Martín Gelabert dijo...

Dios ocupa todo el espacio del ser. Por tanto, si hay creación eso significa que Dios se retira para que otro sea. En eso creo que estoy en comunión contigo. Mi discrepancia, por utilizar el mismo verbo que anónimo, está en ese final tuyo: en la cruz Dios negó su bondad hacia su Hijo. Incorrecto, a mi entender: en la cruz Dios ama más que nunca a su Hijo, pero respeta la libertad de los seres humanos. Y desde esta perspectiva hay que poner algún reparo a esa otra afirmación tuya: Dios hizo imprescindible el paso por la cruz. La cruz no es resultado de un designio divino, sino resultado de una tragedia histórica. El tema da mucho de sí y ofrece muchas vertientes. Posiblemente estamos ante un misterio y por eso nunca acabamos de decirlo todo y de decirlo del todo.

Bernardo Pérez Andreo dijo...

Gracias Martín por tus precisiones, pero lo veo de otra manera. Entiendo que la cruz se convierte en una "necesidad", así entrecomillada, desde el momento en que la situación de pecado estructural no puede ser superada mediante actos de concienciación. En la cruz de Jesús se vio la impotencia máxima del mismo Dios que no puede conseguir que la "bondad" se extienda sin asumir el sufrimiento de la lucha hasta la muerte contra el pecado. Este pecado entendido como situación de injusticia, odio, guerra y muerte violenta, ha llevado al mismo Dios a negar la "bondad", esa bondad que tanto se predica. Dios ya no podrá ser considerado "bueno", Dios será lo que es: Amor, y el amor está más allá del bien y del mal.
Dios "respeta" nuestra libertad porque no puede hacer otra cosa que padecerla, por eso ya no puede ser "bueno", ni siquiera en el sentido machadiano.
Como reconocerás, de lo que yo digo no se desprende que la cruz cruz sea un designio divino, sino que la cruz es una fatalidad del pecado de este mundo al que Dios no le queda más remedio que "someterse".
Por eso mismo de que nunca acabamos de decirlo todo y de decirlo del todo, tus apreciaciones me permiten seguir diciéndolo en parte. Otro post vendrá a "empeorar" las cosas.
Muchas gracias por tus palabras.

Desiderio dijo...

No entiendo por qué dices que Dios ya no es omnipotente, entendiendo omnipotencia no como un poder hacer lo que se quiera de forma absurda (como se suele decir, por ejemplo, hacer un círculo cuadrado). Yo creo que Dios sigue siendo perfectamente omnipotente, pero desde una omnipotencia adecuada a su propio ser, sin contradecirse a Sí mismo.
En este sentido y por otro lado, también estoy en la línea de Martín. No creo que Dios se haya sometido a la cruz, ni deja de ser un Dios bueno por el hecho de existir la cruz. No creo que Dios padezca nuestra libertad, sino que la respeta y la quiere,… y nos quiere libres. Y libertad implica, como sabrás mejor que yo, optar; y si no hay opciones no hay libertad. Que Dios respete nuestra libertad entiendo que no quiere decir que se someta a ella. A lo mejor lo verdaderamente importante no es tanto sufrir o no sufrir, sino hacerlo en un caso o en otro en la presencia de Dios.

Bernardo Pérez Andreo dijo...

El sentido de omnipotencia tiene un valor muy preciso en la historia del pensamiento. Que sea omnipontente es el atributo que implica su paternidad en la creación. Sólo si puede hacerlo todo, sólo si su potencia es absoluta, la creación es suya y no está impulsado por nada externo a él para crear, eso es lo que significa Creatio ex nihilo sui et subjecti.
La cruz, como contesté a Martín, no es una necesidad a parte Dei, sino a parte homini desde el momento de la configuración histórica del pecado. Por eso digo que Dios no respeta nuestra libertad, sino que siendo su creador ya no puede (por tanto no es omnipotente) hacer nada contra ella. Su omnipotencia es tal que se la ha negado a sí mismo. Pero tampoco es "bueno", porque también ha tenido que renunciar a la bondad por causa de la libertad. Actualizando las palabras de Epicuro y Hume, si Dios fuera bueno, el hombre no sería libre. Dios está más allá del bien y del mal. Culquier imagen que utilicemos de Dios será una idolotría por nuestra parte, por eso hemos de negarlas todas. Jesús, un hombre concreto, es la única imgen posible, y en él todos los crucificados de la historia.

Bernardo Pérez Andreo dijo...

Estimado Desiderio:
Te contesto aquí a tu amable invitación a pensar sobre el libro de Waal que has dejado en el post correspondiente.
Tienes razón en que hay muchos flecos en su teoría de la moral, pero piensa que él está en la líena anglosajona que entiende la moral como acción individual con sentido colectivo. Esa acción la ha estudiado en los animales, principalmente en los primates y ahí se ve que también existe, tanto una teoría de la mente como una acción individual ajustada a las espectativas de otros.
El autor rechaza la famosa teoría de la capa, según la cual la moral sería una fina capa que recubriría la naturaleza salvaje y amoral que compartimos con los animales. Las diferencias serían de grado y no esenciales entre los animales y los hombres.
A mí esto me ha hecho pensar mucho, porque yo mismo defendí posiciones antropológicas cercanas a la teoría de la capa y he visto como esta teoría responde mejor a la concepción cristiana de Dios como comunión amorosa y a la presencia del Espíritu Santo en la misma naturaleza.
Sobre esto he reflexionado en la recensión que hago del libro de Mancuso que puedes encontrar en la barra lateral: "El hombre y su destino en el Universo...", también ha habido un animado debate en http://www.atrio.org/?p=1869
La posición de De Waal es quizás muy optimista, pero refleja un pensamiento que considera que lo moral es esencialmente natural y esto ¿no es lo que decimos cuando pensamos en la creación como acto del amor de Dios? y ¿no tendría sentido pensar que Dios mismo se ha negado la bondad con el fin de que su creación pueda llegar mediante proceso evolutivo a alcanzarla y con la misma creación llegar al amor como expresión más acabada de la relación entre Dios y su creación a través del ser más perfecto posible, el hombre?, y ¿no es la cruz el máximo acto de empuje a un mundo que no termina de avanzar hacia el amor? Si la creación debe ser obra divina, la moral ha de estar en su misma esencia para desarrollarse en los organismos superiores. La libertad, por tanto, también es natural y con ella la conciencia. Ahora bien, el pecado en el hombre ha llevado a la historia hasta el punto en el que sólo la entrega absoluta puede combatirlo.

Gracias por tu persistencia en el asunto.

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