sábado, 3 de octubre de 2009

Ser o robar, esta es la cuestión.

En los balances financieros los seres humanos somos un número más: número de empleados, de proveedores, de consumidores, de potenciales consumidores, de futuros consumidores... números al fin. La virtualidad que tienen los números es que permiten despersonalizar las decisiones y lo mismo da éste o aquel, siempre que sea el número preciso. Por ejemplo, al fabricante de armas más poderoso del mundo, Lookheed Martin, le importa poco si los que mueren tras los bombardeos de la OTAN son estos o aquellos, importa que han muerto los que se buscaba y eso justifica la posterior venta de más material mortífero que se convierte a su vez en un número positivo en su balance. Los muertos suman en los balances.
De la misma manera, cuando la nueva malísima trinidad, a saber: el nuevo Napoleón, el viejo Flash y Blackheart, hacen un anuncio público de que Irán ha ocultado datos importantes sobre su programa nuclear, como si el de ellos fuese transparente como el agua, suben las cotizaciones bursátiles de las empresas implicadas. Generalmente son las armamentísticas, porque habrá que destruir ese país, y las reconstructoras y de seguridad, porque habrá que reconstruirlo, como se ha hecho en Irak.
Número al fin que pueden ser sumados y restados, pero esos números no han nacido de la nada, ex nihilo nihil fit, sino que provienen de algo que tiene ya esencia, de algo que ya es, que está ahí, que tiene ser y al cual se le roba, extirpa y expolia para conseguir que los números de los balances cobren vida, una vida realmente de otros. Los seres humanos estamos aquí, no arrojados, sino tiernamente colocados por todo un proceso evolutivo que nos ha regalado lo que nadie puede adquirir mediante un acto de compra en el mercado capitalista: el ser.

El Ser es un don que se nos hace sin ningún merecimiento, un gran valor que cotiza alto en el universo, pero que también despierta la codicia del demonio de este mundo, de ese sistema socio-económico carente de vida, pero lleno de egoísmo salvaje y que necesita robar cuanto hay para transustanciarlo en números, emolumentos, royalties... Un modelo económico que nos dijeron que entró en crisis y que ya está saliendo, saliendo de la poca cordura que le quedaba y llevando el mundo a las puertas de la transustanciación más brutal de la historia del universo: la del Ser en número.

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