miércoles, 4 de noviembre de 2009

Surfeando sobre la nada

Decía ayer Enrique Castro en la conferencia inaugural del ciclo de 2009 del Foro Ignacio Ellacuría, que la metáfora que hace unos decenios explicaba el sistema de disciplina del orden económico y social imperante era la del rompeolas, mientras desde los años sesenta en USA, los setenta en Europa y los ochenta en España es la de la tabla de surf.
Con la llegada de la sociedad industrial, el modelo de control de los individuos y sus proyectos de emancipación podía verse como un enorme rompeolas donde constantemente batían sin éxito los intentos de cambio o revolución. El hombre industrial no tenía más remedio que formar parte de la masa enorme de agua o lanzarse sin ninguna ilusión contra el muro de sujeción que ponía el "sistema". Hoy ya no es así, el modelo social de control y disciplina es más sutil; mediante la extensión del individualismo y la sociedad de consumo, cada cual vive en su propia tabla de surf navegando como puede en el enorme océano del "sistema". Cada uno a lo suyo, el sistema se asienta fuertemente en nuestras conciencias. Lo que primero fue un proceso disciplinario físico, se ha tornado espiritual. Esta es su gran victoria: ha inoculado en los corazones de los seres humanos el anhelo de vacío que reproduce sistemáticamente seres hueros sin ningún tipo de sueño y sin búsqueda de utopías. Es más, el hombre de la sociedad de consumo vive constantemente "marcado", las distintas marcas comerciales le delimitan el camino como se hace con los burros para que tuerzan el destino prefijado por el dueño. Ya no sabemos vivir sin logos, sin marcas en nuestras vidas; ya no sabemos, simplemente, vivir. Hemos renunciado "voluntariamente" a la existencia pura y simple, necesitamos "llenar" nuestra vida con cosas y cosas marcadas, que nos conecten con el logo de esta sociedad.

Esto mismo es lo que nosotros hemos llamado "el hombre lleno de nada", porque no se trata de que el hombre postmoderno esté vacío o sea inane, sino que está repleto, colmatado, de nada, de una enorme nada que da sentido a su existencia en el acto mismo de consumir y consumar su vida. El hombre lleno de nada no tiene ni anhelo ni utopía, es el pulgón inextinguible, el último hombre, el fin de la historia fukuyamiano.
El hombre, si es que ya se le puede seguir llamando así, de la postmodernidad capitalista occidental, navegando en su tabla de surf sobre las ingentes cantidades de cosas paridas por los despojos del planeta, vive a su aire, a su puta bola diría él si pudiera expresarlo, destruyendo el planeta a la vez que consigue aplazar un segundo más el tener que pensar en sí mismo. No piensa luego no existe y es feliz en su tabla de surf, en su huida hacia la nada de la que vive.

4 comentarios:

Martín Gelabert dijo...

Te leo desde Bilbao. Mañana tengo una conferencia en esa ciudad. Son muchas las imágenes y metáforas para describir esta situación postmoderna en la que nos encontramos y que sufrimos. Ninguna es alentadora. El hombre lleno de nada, como dices tú; o el hombre líquido, como creo que has dicho en algún otro sitio. Líquido porque no es capaz de consumir nada sólido. O el hombre sin brújula, porque no sabe a donde va. Hemos pasado de la brújula que daba sentido al parachoques para sortear los golpes del surfeo sobre la nada. Con todo, este diagnóstico es por suerte indicativo de una tendencia que no todos siguen. También hay muchas cosas valiosas en esta sociedad y mucha gente que busca vivir con un mínimo de dignidad y seriedad.

Bernardo Pérez Andreo dijo...

Como dices en tu último post: "Dios es el que lleva el timón" de este barco que es el universo. Eso lo sabemos por fe, pero que difícil es verlo cuando se analizan los datos de este mundo. Gracias a esa fe conservamos la esperanza y trabajamos con amor, pero qué difícil se hace. Sobre todo en esta sociedad "líquida" y sin sustancia. Cierto que hay cosas buenas, sobre todos los seres humanos que siempre pueden sorprendernos.
Saludos para Euskadi

Anónimo dijo...

Creo que todo lo que dices es interesante, eres un Dios! algún día se cumplirá ese apocalipsis! y todo llegará a su madriguera..
Bueno Rey, un saludo desde Aragón,
Eusebio.

Desiderio dijo...

Como dices en tu respuesta al comentario de Martín, a veces -más de las que uno quisiera- es difícil ver a Dios detrás del panorama que nos dibujas, detrás del panorama que tenemos a nuestro alrededor. Aunque tampoco creo que sea un signo de nuestro tiempo: no sé yo si este panorama con distintos matices se ha ido repitiendo a lo largo de la historia, distintas épocas cuyo denominador común no es más que el hombre separado de Dios, que es lo mismo que decir que no es más que el hombre alejado de sí mismo, de su verdadero yo, de su yo más profundo. A veces pregunto por qué Dios no se hace más visible, más palmario, y me contestan que es para respetar nuestra libertad: si Dios no apareciera "velado" -como decía hacen el entonces cardenal Ratzinger-, si se mostrara en su presencia inefable, no podríamos rechazarlo. A veces dudo de si prefiero mi libertad.

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