lunes, 14 de diciembre de 2009

La Tesis y los monos

Investigadores de la universidad de St. Andrews, en Escocia, han publicado los resultados de una investigación de varios años llevada a cabo en Costa de Marfil con monos cercopitecos. Los resultados de la misma demuestran lo que algunos antropólogos y etólogos vienen diciendo hace varios decenios: que el ser humano no es una excepción en el universo. Bueno, esta es la tesis que yo mismo defiendo, pero los escoceses han venido a apuntalar un poquito más lo que ya se sabía: que los monos tienen lenguaje. Lo más sorprendente es que es un lenguaje rudimentario pero semejante al humano. A pesar de separarnos 30 millones de años de evolución, estos monos son capaces de crear lo que en lenguaje humano son los prefijos y sufijos. Han estudiado tres de los sonidos de esta especie: "bum", "krak", ""hok", cada uno con su significado propio. El primero se refiere a la caída de una rama, el segundo a la presencia de un leopardo y el tercero a la de un águila. Esto no es nada nuevo porque otras especies también lo tienen, lo sorprendente es que añadiendo un sonido más, delante o detrás de la palabra, modifican la misma. Así, "krak-u" tiene el significado de un problema en general en el bosque, y ""krak-us" denota la presencia de algún grupo rival.
Lo importante, como digo, no es que tengan un lenguaje, eso no es diferencial, lo importante es que son capaces de modular el mismo ampliando o modulando significados, lo cual indica un proceso de creación social de significados y un comienzo de relación del lenguaje con el intelecto. Esto no quiere decir que este grupo de monos pueda llegar evolutivamente a ser un grupo de homínidos, eso está fuera de lugar. Pero lo que tampoco demuestra es lo que los mismos investigadores apuntan: que el lenguaje humano es una evolución de los monos precedentes. No se trata del estudio analógico de los distintas características de las especies precedentes evolutivamente, sino del análisis de las homologías que se producen entre las distintas especies. La tesis que algunos defienden y yo comparto es que el lenguaje, como cualquier otra característica que se atribuye al ser humano, está presente en cualquier especie que la necesite para adaptarse al medio en el que vive, es decir, que el lenguaje tan desarrollado en el ser humano, no es una "excepción" sino la norma. Las diferencias entre especies son de grado y no esenciales.
Otra Tesis, esta vez en mayúscula, es la que defiende la excepcionalidad de la especie humana, atribuyéndola a algún tipo de ruptura óntica que tiene como base un dualismo ontológico. Es decir, que entre los humanos y el resto de los seres vivos habría un hiato tal que implicaría la existencia de dos ámbitos de realidad, como diría Descartes, la extensión y el pensamiento, y el hombre participaría de ambos, no así el resto de la naturaleza. Esta Tesis implica también la existencia de algún tipo intervención "extra-terrestre" en la existencia humana, sea en un momento dado (la fecundación, el nacimiento, la muerte...), sea de forma permanente como causalidad eficiente o final. Esta Tesis está más extendida de lo que parece, sobre todo en los pagos teológicos, y está impidiendo en muchos de los que se dedican a ello la comprensión cabal del mundo en que vivimos. Los datos científicos y las reflexiones filosóficas de los últimos doscientos años han desbancado la Tesis en esos campos, pero en la mentalidad colectiva de occidente persisten tanto el dualismo ontológico como la ruptura óntica; no así en el pensamiento oriental, donde el ser es un continuum y el ser humano un elemento más del mismo.
Por lo que me toca, espero que pronto seamos capaces de derrocar la Tesis en el cristianismo y en el quehacer teológico.

5 comentarios:

Martín dijo...

Muy interesante la información (porque para mi es información que desconocía) que aportas. Estoy de acuerdo en que Dios ha dotado a los seres vivos de lo que necesitan para desarrollarse y adaptarse al medio. Incluso si en este mundo o en cualquier otro hubiera seres inteligentes, eso me parecería una maravilla más de la acción de Dios. Porque una cosa es ser inteligente y otra ser "imagen de Dios", ya que la imagen no depende solamente de la naturaleza, ni de la inteligencia, ni de la libertad, sino además de algo que trasciende la naturaleza y que ella no puede exigir, a saber, la llamada a una relación, en nuestro caso una relación de amor. Dios, como ya decía Pío XII, pudo haber creado seres inteligentes sin destinarlos a la visión beatífica, y estos humanos hubieran tenido pleno sentido.

Anónimo dijo...

Gracias por tu información. La Encarnación supone un " punto de inflexión", en la linea de la reflexión de Martín sobre la imagen de Dios: llamados a la relación plena con Dios, de quienes somos imagen, llamados a ser plenamente divinizados. Porque si el final no es ver su Rostro...no ser llamados a esta Plenitud. ¿ somos solo monos muy inteligentes? La Encarnación, nuestro Gran Eslabón en el re-Encuentro Final. Saludos cordiales

Anónimo dijo...

El artículo da que pensar. Los comentarios añaden otras perspectivas interesantes. Lo que puedo añadir es que la Tesis de que se habla es la siguiente: "Dios infunde en el momento de la concepción el espíritu. Desde ese instante hay ser humano,esto es, espíritu psicosomatizado, cuerpo-alma-espíritu. Un abrazo y mi consideración a todos.

Desiderio dijo...

Yo creo que no se trata de derrocar la Tesis, como tú la denominas, sino de acercarnos a conocer lo que verdaderamente seamos. Entiendo que esa explicación tradicional de que en un momento dado se infunde un alma a un cuerpo material, chirríe. Pero sí que veo diáfano que de alguna manera el ser humano es diferente a cualquier otro ser de la nuestro planeta. Como sabes, yo no creo que sea una diferencia de grado como tú, sino de nivel. Pero es eso, lo creo. Si por un lado a lo mejor no debemos aferrarnos a esa explicación tradicional, tampoco debemos aventurar juicios que creo que estamos muy lejos de poder corroborar.
En este sentido, yo no sé, Bernardo, si tal y como lo explicas en el post se puede concluir lo que apuntas en referencia al lenguaje de estos monos. El hecho de que tres sonidos empiecen igual que un cuarto, no sé hasta qué punto indican que lo que han hecho sea una composición del lenguaje. A lo mejor, ellos simplemente lo ven como cuatro sonidos diferentes, y no como construcciones similares a las de nuestros sufijos. Una de las impresiones que me llevé al leer el libro de de Waal que me recomendaste, es algo similar, a saber, que a veces se tiende a “forzar” a los animales para que se comporten del modo que espera el investigador, o que el investigador tiende a explicar determinados comportamientos por sus deseos o expectativas, cuando una mirada no tan favorable no saca esas mismas conclusiones.
Lo único que quiero decir con esto es que creo que todavía estamos muy lejos de encontrar una verdadera similitud entre el ser humano y el reino animal, y más todavía si nos introducimos en el aspecto que comenta Martín en su comentario. ¿De dónde brota esa diferencia del ser humano? Lo ignoro, aunque me cuesta compartir la idea de que sea simple producto evolutivo.

Bernardo Pérez Andreo dijo...

Como siempre tu comentario es agudo. Yo también comparto aquello de que el investigador encuentra la que busca, pero cuando la ciencia se hace con método, y no tengo motivos para dudar de ello, los resultados son aceptables, sobre todo cuando varias investigaciones coinciden en los mismos.
Mi problema con la Tesis (la expresión es de Schaeffer, no mía) es que nos impone un modo de ver al hombre que lo segrega del resto de la creación de Dios, como si el hombre viniera de "otro planeta". Entiendo, estimado Desiderio, que la única manera de afirmar la validez del acto creador divino es que sea único y eficaz. Poco diría de Dios una creación que necesitó ser "remendada" para albergar al ser humano, y menos aún si ese remiendo incluye precisamente la mejor parte: la espiritual.
Yo no me incluyo entre los emergentistas, pero sí creo que la naturaleza contiene una potencia inscrita para llegar hasta el ser humano, es decir, hasta la autoconciencia y la trascendencia. Es el Espíritu Santo mismo el que está dentro de la materia empujando la creación hasta que Dios sea todo en todos. Empezando por las cuatro fuerzas que rigen las 12 partículas elementales de la física y continuando por la evolución biológica que se rige por leyes de autocatálisis y autopoiesis, la naturaleza deviene autoconsciencia, precisamente en el ser humano. Si aceptamos, como tú dices y tantos otros grandes pensadores, una diferencia de nivel entre el resto de la creación y el ser humano, entonces nos empantanamos en las aporías del dualismo, sea ontológico o epistémico. Todas las investigaciones serias actuales refutan la Tesis, empezando por Antonio Damasio ("El error de Descartes"), continuando por Iacoboni ("las neuronas espejo") y concluyendo en la física cuántica actual.
El gran error y también peligro de la Tesis no es tanto antropológico, como afirma Schaeffer, sino teológico. El Dios que se deduce del dualismo ontológico es un Dios "malo", porque es el causante del mal; o un Dios "dividido", porque no puede ser LA EXPLICACIÓN. La única manera de honrar al Padre de Nuestro Señor Jesucristo es afirmar la continuidad óntica del Ser, tesis que se encuentra en teólogos como Duns Scoto. Esta continuidad óntica asegura la no dualidad ontológica (aunque tampoco el monismo, reflejo especular del dualismo) y la posibilidad real de una salvación en el mundo y con el mundo, no fuera del mundo: extra mundo nulla salus.
La creación entera es querida por Dios como ámbito dónde puede darse la salvación como autodonación divina, como Gracia kenótica consumada hasta el extremo.
Gracias por tus precisiones

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