Con temor y temblor empezaba el 9 de marzo de 2009 la andadura de este blog. Con temor ante el nuevo reto que me había planteado a mí mismo, aunque casi impuesto por las circunstancias; con temblor por suponer una apuesta arriesgada siendo malos tiempos para la lírica. Con temor y temblor como escribiera Kierkegaard, ante una decisión que hará irrevocable el futuro y me separara del hijo de la carne, de la seguridad del anonimato y de la sombra del poder. Fueron muchas las dudas que me planteaba, pero era aún mayor la ilusión por poder compartir en directo y en abierto mis pensamientos, intuiciones, sensaciones, miedos y algunas cobardías en un mundo en quiebra como seguidor de Jesús de Nazaret en la Iglesia.
Una de las muchas razones que me empujaban como jauría de mastines que persigue una liebre, era poder expresar libremente cuanto me pareciera oportuno sobre cualquier tema, sin censuras, y especialmente sin autocensura, que es la principal asesina del pensamiento honesto. Afirmo que no he callado nada que creía importante, aunque a veces he tenido que moderar el lenguaje, tan enemigo como soy de las dobleces lingüísticas. Pero confieso que moderar el lenguaje también me ha enseñado a apreciar los claroscuros de la realidad. Soy muy consciente del tiempo en que vivimos y sé que necesitamos decisiones radicales personales, pero también sé que hay que ser astutos como serpientes en medio de un mundo oscurecido por la injusticia que oculta la mentira. El peligro es dejar de ser sencillos como palomas y que nuestro no sea un sí y viceversa. Ahí es donde no quiero llegar y estoy dispuesto a pagar el precio que sea menester. Siempre pienso en el Maestro y en su capacidad de lucha contra las autoridades de Jerusalén que nos muestra Marcos. De día acudía a destruir el templo y las estructuras de poder, pero de noche salía de la ciudad y se marchaba con los suyos a lugar seguro. No era un temerario, sino muy cauto. Pero llegado el momento supo estar a la altura del acontecimiento definitivo, haciendo de su muerte el destino de todo aquel que quiera luchar por un mundo como Dios manda.
Una de las muchas razones que me empujaban como jauría de mastines que persigue una liebre, era poder expresar libremente cuanto me pareciera oportuno sobre cualquier tema, sin censuras, y especialmente sin autocensura, que es la principal asesina del pensamiento honesto. Afirmo que no he callado nada que creía importante, aunque a veces he tenido que moderar el lenguaje, tan enemigo como soy de las dobleces lingüísticas. Pero confieso que moderar el lenguaje también me ha enseñado a apreciar los claroscuros de la realidad. Soy muy consciente del tiempo en que vivimos y sé que necesitamos decisiones radicales personales, pero también sé que hay que ser astutos como serpientes en medio de un mundo oscurecido por la injusticia que oculta la mentira. El peligro es dejar de ser sencillos como palomas y que nuestro no sea un sí y viceversa. Ahí es donde no quiero llegar y estoy dispuesto a pagar el precio que sea menester. Siempre pienso en el Maestro y en su capacidad de lucha contra las autoridades de Jerusalén que nos muestra Marcos. De día acudía a destruir el templo y las estructuras de poder, pero de noche salía de la ciudad y se marchaba con los suyos a lugar seguro. No era un temerario, sino muy cauto. Pero llegado el momento supo estar a la altura del acontecimiento definitivo, haciendo de su muerte el destino de todo aquel que quiera luchar por un mundo como Dios manda.
En este año tengo que agradecer a todos los lectores y comentaristas, sus aportaciones a este espacio. Estoy seguro que sin ellos sería menos llevadera la tarea. En ocasiones me han dado mucho ánimo para seguir. Pero el primer agradecimiento es a Martín Gelabert y a Juan Ignacio de la Fuente. Los dos son los más asiduos lectores de este blog. Martín enriquece de forma impagable el blog con sus constantes comentarios y es cierto que también me da ánimo para seguir en la brecha. Su blog es fuente constante de inspiración. Iñaki, está siempre al quite. Cada vez que detecta un error me envía un correo. Es un corrector de lujo, al que sólo la amistad mutua le puede recompensar su esfuerzo.
Un agradecimiento especial merecen esos lectores que con sus comentarios críticos me ayudan a perfilar mejor la expresión e incluso las ideas. Especialmente Desiderio, al que no conozco en persona pero sé que es seguidor de Gelabert. Agradezco la finura de sus críticas y la exquisitez de la propuesta, aunque no comparta la mayoría de mis postulados. Es claro que la inteligencia de la fe exige posturas diferentes.
El último agradecimiento es para tantos alumnos que siguen este espacio y con comentarios en el blog o en clase, me hacen ver lo acertado de la existencia de un recurso como este. Ellos forma parte de los más de 22.000 visitas que llevamos en este año, de los 4.000 usuarios que han accedido a él y de los más de 400 mensuales recurrentes. A todos gracias en la seguridad de que haré todo lo posible por seguir en esta misma línea.
4 comentarios:
En realidad, aquellos que "colaboramos" lo hacemos porque tú has creado un "buen lugar" en medio de toda la morralla binaria que puebla el ciberespacio (¡Ay, si Gibson y su Neuromante levantaran la cabeza!).
Este espacio se ha convertido en un lugar en el que pensar y vivir la fe que le tenemos a aquel carpintero de Nazareth enfrentándonos al gozo de intentar vivir como verdaderos cristianos; hombres y mujeres que deciden vivir justo en los límites del mundo, límites que separan lo gris de lo cromático, lo bello de lo vomitivo, lo justo de lo injusto, lo gratuito de lo oneroso... Y es este espacio un lugar ideal en el que confrontar "qué pasa en este mundo por el que pasamos" con rigor y cariñosa profética esperanza.
Es, como bien sabes, toda una fortuna el haberte conocido y compartir lo que compartimos y celebrar este año de vida bloggero.
Profesor, Amigo, Hermano... ¡Sigue en la brecha!
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Enhorabuena, Bernardo. Y gracias por tu blog. Es un placer leerte, porque siempre se aprede: a veces se aprenden cosas nuevas y a veces a pensar con más atención y profundidad. Esta alusión al magnífico ensayo de Kierkegaard es oportuna, porque allí se trata de hacer el elogio del heroe de la fe, y dejar bien claro que todos somos discípulos de primera mano. Y esto siempre es bueno tenerlo en cuenta en estos tiempos en que tantos y tantas pretenden mediatizar nuestra fe. Un abrazo
Me uno a las felicitaciones. Curiosamente has ido a plasmar tus sensaciones iniciales con un autor del que soy especialemnte "adicto" como es Kierkegaard, cosa que me ha alegrado sobremanera. ¡Coincidimos en algo! Es broma. Simplemente darte las gracias por este espacio de reflexión, autocrítica, y sobre todo de aprendizaje.
Te he de reconocer que estas semanas que no estoy participando tengo algo así como "raratemporum-itis". Espero que esta adicción no sea grave.
Un fuerte abrazo.
Felicidades por este espacio lúcido, sin almibar. Se agradecería una mayor aportación de comentarios de quienes te leen.
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