El capítulo quinto del libro se intitula Matar al Buddha, y está todo él dedicado a la crítica de la Metafísica, así con mayúsculas. Porque en cierto budismo la tradición metafísica ha infectado a la propia visión del Buddha y por tanto de lo que en el budismo se entiende por salvación: el Nirvana. En su crítica, curiosamente, coincide con Hume: el ser humano se encuentra desvalido ante el mundo y genera un tipo de pensamiento que le permita protegerse de esa realidad, ese pensamiento es la Metafísica y se sustancia en la palabra Dios. Con esta estructura, el hombre cree saber, cree conocer, cree dominar, pero en realidad es dominado por una pura tontería, dice Osho. Ahora bien, aunque tontería, la Metafísica tiene mucha historia y para algo ha de servir. Sirve para ayudar al hombre a ser consciente de su estado de indigencia y nada más. Una vez que el hombre llega al estado de madurez, deja de necesitar la Metafísica y empieza realmente a ser él mismo. La Metafísica en occidente podría ser considerada el ayo que ha llevado como de la mano al hombre hasta su estado de madurez, pero una vez que ha llegado debe abandonarla. La razón es bien sencilla, si no abandonamos la Metafísica nos quedamos en un estadio infantil.
Los maestros zen dicen: "si te encuentras con el Buddha, mátalo de inmedito", porque te podrías apegar a él y tú no crecerías. También podríamos decir, si te encuentras con la Metafísica, mátala de inmediato, no vaya a ser que te quedes apegada a ella. Y cada cual que se aplique esto a su propio dios, que lo mate de inmediato.
Haiku del filósofo cristiano
Pies raudos
que el corazón instigan
al amor encarnado
3 comentarios:
Es la viaje historia de los pedagogos y de la religión como pedagogo que nos mantiene en un estado infantil. Por eso importa librarnos de esta religión pedagógica y buscar la religión que nos hace creer, madurar, y una vez que hemos crecido nos hace libres. Algo de eso decía un tal Jesús: la verdad hace libres. La verdad, que es una continúa búsqueda, que requiere el esfuerzo de la maduración, que es una tarea permanente, porque siempre nos desborda y nunca la poseemos del todo. Es ella la que nos posee a nosotros, pero no para infantilizarnos, sino para hacernos más libres y más adultos.
Baste el propio ejemplo de la vida cotidiana para entender qué significa matar al padre.
Cuántos de los que hemos perdido a nuestro padre (al que amábamos con locura a pesar de sus "errores paternales") hemos idealizado la figura de un padre (convertido en "idea" que es lo mismo que decir "hacia dónde ir" o convertido en "imago" que, curiosamente, es el estadio de cuando un bichejo se hace adulto). Hoy nos damos cuenta de cuánto hemos crecido, madurado, gracias partir de esa "ruptura".
Considero que esa ruptura da igual que sea física o espiritual. Si algo hemos aprendido de los maestro de la sospecha es (por lo menos algunos) a no rasgarnos las vestiduras cuando se habla de la "muerte de Dios"... Quizás esa muerte de Dios anunciaba una nueva relación de vida con el mismo Dios "asesinado". ¡Qué curioso! En este tiempo pascual que se nos anuncia, eso es precisamente lo que vamos a celebrar; la ruptura de la vida -en la cruz de Jesús- que anuncia la superación de la muerte que no es otra cosa que la nueva y definitiva alianza con la Vida. ¿Qué es lo que nos pasa que andamos tan despistados?
saludos,
i
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