sábado, 1 de mayo de 2010

El jornalero de Nazaret

Una de las consecuencias que se desprenden de las investigaciones sobre el contexto social y económico de Jesús de Nazaret y que forman parte sustancial de los presupuestos de mi libro recién publicado es que Jesús no pertenecía a la clase media, mucho menos a la clase alta. Jesús era uno de tantos, uno de esos trabajadores que debían vender su fuerza de trabajo para sobrevivir en las duras condiciones de injusticia y opresión a que los herodianos, con la colaboración romana, tenían sometida a la Galilea del siglo I (Véase Descodificando a Jesús de Nazaret, el epígrafe Jesús, un artesano galileo, páginas 160-165).

De hecho, hay que afirmar que no había clase media sino que en el mundo antiguo la estructura social se basaba en un modelo dual: élite/no élite, en el que todos los habitantes del imperio romano, pongamos por caso, estaban sometidos. Sobre un 90% de la población estaba excluida de la situación de poder, prestigio y privilegios de la que sí disfrutaba un exiguo 10%. Por tanto, está equivocado el prestigioso investigador John Maier cuando sitúa a Jesús en el mismo nivel que los ebanistas estadounidenses, al traducir tekton erróneamente por carpintero. En el mundo antiguo, un tekton, que etimológicamente significa constructor de casas, era aquel que se dedicaba a trabajos relacionados con la construcción en general. Ya podía ser albañil, peón o carpintero en el sentido actual del término. Pero en las circunstancias concretas de la Galilea de principios del siglo I, un tekton era aquel que no podía vivir de sus propios medios, generalmente la agricultura, ya sea porque había perdido las tierras debido a las deudas, o bien porque las políticas de rapiña de los herodianos se las habían usurpado. Este podría haber sido el caso de la familia de Jesús: perder las tierras y tener que dedicarse a vender su trabajo, no sabemos si en la cercana Séforis donde los trabajos de reconstrucción exigían mucha mano de obra. O bien, trabajando en la construcción de barcas en el Mar de Galilea o como jornaleros en los feraces campos de la comarca (no quiero pensar en la construcción de cruces para los romanos como en La última tentación de Cristo).

Lo más probable, pues sólo podemos hablar de probabilidad, es que Jesús fuera lo más parecido a un jornalero que debe dedicarse a buscar su sustento vendiendo su fuerza de trabajo. Esto lo sitúa justo entre los estratos más bajos de la sociedad de su tiempo, más bajo aún que los campesinos y sólo un peldaño por encima de los ptochoi, es decir, de los pobres de solemnidad de las famosas bienaventuranzas: dichosos los pobres (ptochoi) porque vuestro es el Reino de Dios. Jesús está justo entre los excluidos y marginados de la sociedad, entre aquellos que deben esperarlo todo de las manos de Dios, porque de las manos de los hombres sólo podían esperar miseria y, en último extremo, la muerte violenta, hasta la cruz.

1 comentario:

Martín dijo...

El tema del Jesús histórico es un tema apasionante. Pero no deja de ser una construcción realizada con métodos históricos modernos aplicados a fuentes antiguas. De alguna manera el Jesús histórico es una construcción, una abstracción moderna, que nos ofrece, como muy bien dices, una "probabilidad". Históricamente no podemos ir más allá. Eso no quita que esta tarea sea necesaria, aunque no suficiente, de cara a un acercamiento a Jesús de Nazaret, con implicaciones para la lectura que de Jesús hace la fe cristiana. Repito mi enhorabuena por tu libro.

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