jueves, 6 de mayo de 2010

¿Odiar la familia?

Descodificar a Jesús supone el intento por comprender tanto sus actos como sus palabras. En ocasiones esto resulta difícil porque tanto unos como otros chocan con nuestras concepciones del mundo y hasta con nuestra sensibilidad social. De entre los hechos de Jesús más difíciles de aceptar hoy día están los conocidos como milagros, tema que trataremos en otra entrada del blog. Pero también resulta difícil de asumir para la mentalidad actual, en realidad siempre lo fue, el rechazo que Jesús manifiesta por la propia familia. Dichos como "el que no me ama a mí más que a su padre no es digno de mí", o "deja que los muertos entierren a los muertos", refiriéndose al padre, y también expresiones como las de "los de la casa de uno serán sus propios enemigos". Todas estas expresiones y otras muchas que las hay en este sentido en los evangelios, es imposible encontrarlas positivas hacia la familia en ellos, han sido interpretadas tradicionalmente como algo que los cristianos normales no debían cumplir. A lo sumo se trataba de una exigencia simbólica referida a los que elegían el camino del celibato y no suponía ninguna renuncia a los vínculos familiares.

He de reconocer que la experiencia de la paternidad cambió mi forma de entender estas expresiones. Cualquier adolescente comprende con facilidad que deba "odiar" a sus padres, sobre todo cuando son muy estrictos con las salidas, pero que un padre deba aceptar que sólo es digno de Jesús si le ama más que a sus propios hijos, resulta bastante complicado. Cómo es posible que Jesús pida a sus discípulos que renuncien a parte del amor de sus hijos. ¿Quiere decir eso que debes despreocuparte de ellos? ¿Acaso habrías de abandonar completamente tu familia para ser verdadero seguidor de Jesús? Nada de eso. El problema ha sido que se ha centrado mal la cuestión. Jesús no ataca las relaciones de amor en la familia, sino los roles sociales del patriarcado. Su crítica se dirige contra la concepción de la familia como un microcosmos del entero orden social de opresión e injusticia que tiene, precisamente, en la familia su "órgano reproductor". Todas las violencias sociales tienen su germen en el modo en el que se viven las relaciones familiares. No hace falta recurrir a Althusser o a Reich para comprender esto. El modo en que has sido educado tiende a repetirse en la educación que darás a tus hijos.
Por tanto, amar más a Jesús significa establecer en tu propia familia unas relaciones fraternas, porque antes que padres o hijos, los que te rodean son hermanos. El seguidor de Jesús vive las relaciones familiares desde el amor fraterno del que se sabe hijo de Dios, no desde las relaciones de dominio que presiden la familia patriarcal y machista que se extiende por doquier. Decíamos en otro post que Jesús renunció al matrimonio como signo de la acogida de la mujer por lo que es, no por lo que representa. De la misma manera, Jesús "destruye" la familia tradicional como forma de crear una nueva familia en la que los vínculos son la fraternidad y la filialidad, no las relaciones sociales de dominio hipostasiadas en la familia. En último término, como dijo Jesús, mi madre y mis hermanos y hermanas son los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen.

1 comentario:

Martín dijo...

Estando de acuerdo contigo en lo de las relaciones de fraternidad, me gustaría añadir un pequeño complemento, con el que supongo que estarás de acuerdo. Pensemos en el dicho: dejad que los muertos entierren a sus muertos. Una propuesta así plantea la pregunta por la autoridad de quien la lanza. ¿Quién puede atraverse a pedirme una cosa así, que no entierre a mi padre? Y la pregunta por la autoridad de quien hace esta petición remite en definitiva a otra: ¿y tú, tú personalmente, quién dices que soy yo? ¿quién soy yo para tí?

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