El problema está en que muchos "herederos" no son conscientes de los esfuerzos realizados para llegar a esta situación en que se hallan. El sistema sanitario universal, la educación pública y gratuita, el sistema público de pensiones, el marco de asistencia social a los necesitados, son realidades que no han surgido de la nada, sino que son el resultado de varios siglos de esfuerzos, denuedos, luchas y sufrimientos por parte de tantos que han dejado sus vidas para que ahora nosotros podamos disfrutar de todo ello. Bastaría un simple ejercicio mental para comprender cómo viviríamos sin esas realidades. Imaginemos por un momento que un ciudadano medio hubiera de hacer frente a un seguro sanitario que cubriera sus necesidades, ese seguro, para ser homologable al sistema público, debería costar entre 5.000 y 10.000 euros por persona. Para hacer frente a una educación similar, debería pagar entre 3.000 y 6.000 euros por niño en primaria y secundaria y más de 40.000 para unos estudios universitarios. Si quiere ese ciudadano tener asegurada una pensión, deberá suscribir un plan de pensiones de más de 10.000 euros al año durante más de 30 años. Todos estos gastos, para una familia tipo de cuatro miembros suma la friolera de 50.000 de media. A eso hay que sumar la vida diaria, con lo que el total a ingresar por esa familia debería superar los 80.000 euros para vivir morigeradamente. En España, sólo una de cada cinco familias podría vivir así, el resto vivirían en la precariedad vital más absoluta. Pero, no es necesario imaginarlo, así es como viven en USA.
Si en Europa cualquier persona puede tener acceso a servicios que no puede pagar en su coste real es porque nos hemos dotado de un modelo de sociedad basado en la solidaridad y la justicia y donde los que tienen más deben compartir con los que menos tiene para que todos podamos vivir con dignidad. Este modelo ha sido el resultado de las luchas de los movimientos obreros, de los grupos alternativos y de los visionarios, muchos de ellos cristianos, que buscaron una sociedad mejor. Gracias a este modelo, los ricos, aún siendo muy ricos, no lo son de forma escandalosa, porque una parte de sus rentas van a parar a los demás. Y los pobres, aún no saliendo de pobres, no caen en la miseria. Es un pacto que se acerca al máximo posible de justicia en este mundo marcado por la injusticia. También es un modelo que tiene muchos fallos, pero es, realmente, el menos malo de todos los posibles.
Ahora, aprovechando esta crisis del capital, nos están haciendo tragar una amarga medicina. Las rentas del capital toman asiento de sus fueros y exigen todo el pastel, no se conforman con el 60% que tenían hasta ahora. Su avaricia no es compatible con este modelo social y por eso han empezado a desmontarlo. Han empezado por la legislación laboral, que prácticamente convierte al trabajador en un mero utensilio del empresario. Después vendrá el sistema público de pensiones, que supone un gasto de 60.000 millones de euros, un bocado suculento. Seguidamente vendrá el sistema sanitario, para cuyo desmantelamiento tienen ejemplo en varias comunidades autónomas. Desmantelado el Estado de Bienestar, correrán a imponer un Estado de Excepción, como único medio de defender las riquezas así obtenidas. Las convulsiones y revueltas sociales se tornarán cada vez menos conscientes y más impulsivas. Los movimientos sociales organizados en el siglo XX serán incapaces de suscitar la unidad social contra el modelo de saqueo de lo público y el caos estará garantizado.
Somos enanos, que subidos a hombros de gigantes, pueden ver más allá que por sus propios medios. Somos responsables de la herencia, ante nuestros hijos, a los que queremos dejar un mundo digno y humano, y ante nuestros abuelos, que tanto dieron de ellos mismos para legarnos una sociedad algo más justa que la que ellos recibieron. Por solidaridad, por justicia, por coherencia y por dignidad, hemos de defender un mundo que aún es humano y extenderlo al resto del mundo.
1 comentario:
Sí, señor, somos herederos, pero también tenemos herederos. Y somos responsables de que lo recibido llegue a nuestros herederos. Lo malo es que estamos despilfarrando una herencia, no la hacemos producir, somos unos herederos egoístas y holgazanes. Lo de la parábola de los talentos: solo que, en vez de ser el que ha recibido un talento el que se queda sin nada, los que se van a quedar sin el talento con sus hijos. Ya que parece que sólo pensamos en nosotros mismos, habría que volver a la idea de que todos formamos un solo cuerpo. Por tanto el daño que hago a mis hijos, o a mis semejantes, me lo hago a mí.
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