Volviendo a lo de Hungría, es necesario que nos percatemos de que hay un modelo económico que es absolutamente independiente y que hace lo que le parece más provechoso para sí. Los responsables (por llamarles algo) políticos han escenificado en público lo que muchos sabemos, que no tienen el poder para impedir esto. No se trata de corrupción o de incompetencia, es que no poseen los medios para impedirlo, porque el neoliberalismo se ha encargado de que los gobiernos no tenga ningún poder contra las empresas. Fue patético ver al presidente húngaro decir que intentarían que los responsables pagaran en proporción al daño causado. La empresa se ha apresurado a indicar que no puede dejar la producción porque eso supondría el cierre y el despido de miles de trabajadores, a lo que los sindicatos han asentido reverencialmente.
La intervención pública del presidente dejó clara su incapacidad y su sumisión al poder económico. Es lo mismo que sucedió en España con Aznalcóllar. La empresa sueca, Volidén, se fue de rositas tras provocar daños económicos por valor de 200 millones de euros. Casi no asumió ningún gasto y además dejó el país para que la justicia no tuviera nada que embargar. Y todo esto con la anuencia del poder político.
Asusta pensar que cada año tenemos un desastre de estas características en el mundo y que van siendo pocos los medios naturales que no se ven afectados por la actividad industrial descontrolada. Quizás más grave es la destrucción silenciosa de la naturaleza que el modelo de destrucción organizada capitalista está llevando a término de manera absolutamente fría y racional. Esa destrucción está envenenando los ríos y los mares, el aire y las tierras y está poniendo la vida de nuestra especie tal y como la conocemos en grave riesgo para el futuro.
*Informan algunos medios del alto riesgo de que se produzca un escape aún mayor en el futuro.
1 comentario:
Me parece muy justo eso que dices: lo grave de todas estas catástrofes es que tienen repercusiones irremediables en la vida humana. Unas a corto plazo, pero quizás sean más graves las repercusiones a corto y medio plazo. Claro que aquí se aplica el "ojos que no ven", en realidad: ojos a los que se impide ver. Muchas decisiones que hoy se toman son "pan para hoy y hambre para mañana", o mejor: pan para hoy para algunos y hambre para hoy y para mañana para el resto.
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