jueves, 28 de octubre de 2010

Una nueva "tesis 11"


Es muy interesante asistir a esta nueva oleada de ataques contra Dios a la que nos vemos expuestos en los dos últimos años, precisamente los años de la mayor crisis del capitalismo desde el famoso 29 (¡cuidado con los dígitos!). El "nuevo ateísmo", encabezado por los cuatro jinetes del apocalipsis ateo: Dawkins, Hitchens, Harris y Dennett, intenta culpar a Dios de todos los males habidos y por haber, desde las catástrofes naturales hasta la caída de la bolsa y las hambrunas en África. Su fuerza de convicción llega a tal punto que consiguen introducir en la agenda informativa el asunto, sea pagando campañas en autobuses urbanos, sea mediante la publicación de libros pseudocientíficos que nos previenen contra ese virus que infecta las mentes. Según estos supuestos científicos, todos los males de la humanidad se deben a que la superstición en forma de religión sigue adueñándose de las conciencias y los hombres son temerosos de ser libres. Estas teorías paracientíficas han sido aprovechadas por los adalides del dios Mercado para arrimar el ascua a su sardina. ¿Veis?, nos dicen, el culpable de todo es ese Dios al que adoráis, él es el responsable de todos los males puesto que ha sido el creador de todo esto. Nosotros, lo único que hacemos es remedarlo y para ello utilizamos la fuerza de un dios capaz de sacarnos de esta situación, el Mercado. Si nos hacéis caso el Mercado subsanará todos los errores de una Creación chapucera donde la gente tiene que morir por un terremoto o por una subida inesperada del precio de los cereales. Se trata de seguir sus dictados y todos seremos felices, al menos todos los que nos lo merecemos.


En estos últimos años se han producido dos alianzas que parecían contra natura. De un lado se han unido los ateos filosóficos y científicos con los capitalistas de todo pelo y demás defensores del sistema social imperante; por otro lado, aúnan esfuerzos los creyentes con todos los antisistema de variada índole. No me digan que no estamos ante el fin del mundo. Tradicionalmente, los ateos eran antisistema y los creyentes legitiman el modelo social, pero en estos días inciertos en que vivir es un arte (ver vídeo) las cosas han cambiado mucho y las trincheras se entrecruzan. Ahora cada cual está en su sitio, porque sólo es un verdadero creyente aquél que defiende al ser humano y especialmente la vida de los más débiles. Y sólo es un verdadero ateo aquel que niega la vida para todos en las condiciones necesarias para su existencia. Dicho de otra manera, ahora las cosas se presentan como son, pero falta que cada cual decida su lugar real y se quiten las máscaras.

Los ataques que ha recibido Dios en los últimos años, culpándole de todo, no eran sino defensas del verdadero dios de estos ateos, el Mercado, el modelo capitalista de producción y distribución que está arrasando la vida en el planeta y que está acabando con la existencia de varios millones de seres humanos cada día, por causas irrisorias, como una diarrea o una fiebre. Los ataques contra Dios son la única defensa que encuentra estos ateos para defender al dios que les asegura su bienestar y el dominio sobre todo lo que gusten. Los supuestos ateos, esos a los que se demonizó durante tanto tiempo, no son esgrimidos por estos hijos ilegítimos. Aquellos ateos sólo lo eran del falso dios que se había impuesto como orden social, mas no del verdadero Dios de la vida que está presente entre los pobres de este mundo. Por eso, yo me declaro ateo de todos los dioses del Mercado y el capitalismo. Me declaro ateo del dios de muerte que condena a tantos de mis hermanos y hasta al propio sistema ecológico. Pero me declaro creyente del Dios de vivos que es el Padre de Nuestro Señor Jesucristo, amor constante que comparte el sufrimiento de todas las víctimas de la historia.

Se me hace muy cuesta arriba que tantos que se dicen creyentes de este Dios Amor, no dejen de servir al dios Mercado, por ejemplo adquiriendo bonos de empresa o participando en bolsa en las cotizaciones que tiran a la basura la vida de tantos millones de hombres y mujeres. Ahora mismo estamos asistiendo a esto. El dios Mercado ha puesto sus garras en las materias primas, sobre todo los cereales, y está llevando a la humanidad a otra hambruna sostenida. La especulación consentida con los cereales, con el pan nuestro de cada día, está llevando inexorablemente a cientos de millones de hijos de Dios a la desesperación. Todo esto provocado por unos pocos en la bolsa de Chicago y seguido por tantos que ponen su dinero en manos de los fondos de inversión y demás especuladores, en manos de los servidores de ese dios que exige sacrificios humanos. Ese es el dios del que no se habla y que consigue ocultar sus males bajo capa de naturaleza: ¡señores, el mundo es así, confórmense!
Esta sí que es una verdadera teodicea. Consigue ocultar la realidad y desviar la mirada, para que los fieles de ese dios Mercado sigan acrecentando su poder y su riqueza y los files del Dios de la vida sigan enzarzados en diatribas estériles. Hasta ahora los creyentes se han dedicado a interpretar de diversos modos a Dios, ya está bien que transformen el mundo.



*A tantos insumisos que andan aún sueltos por ahí y a los que debo tanto


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