lunes, 1 de noviembre de 2010

Todos los difuntos

Hay una confusión muy extendida entre el pueblo en general sobre lo que se celebra el día de Todos los Santos. No se celebran los difuntos, que eso es el día 2, sino la vida compartida en comunión por todos los que han vivido en el Señor. Lo que sucede es que como el 1 de noviembre es festivo, se aprovecha para visitar los camposantos o cementerios (del griego koimeterion: lugar de descanso), y rendir un homenaje a los que ya no están entre nosotros. Y creo que esto es lo verdaderamente importante, hacer memoria de lo que han sido los que ya nos dejaron y recordar cuanto nos legaron para no olvidar lo que hemos sido y de donde venimos. La pérdida de la memoria es el inicio de todas las barbaries de la historia reciente. Ya decía Brecht que cuando llegue la victoria de los fascistas ni los muertos podrán descansar en paz, porque ellos escribirán la historia y lo harán a su antojo, robándonos lo que fuimos y proyectando sus mentiras sobre el futuro.
La memoria cristiana es una memoria passionis eius, una memoria del sufrimiento de Jesús a manos del Imperio romano y por ende de todos los imperios de la historia, de ahí que sea también una memoria salutis, porque ese recuerdo es salvífico para cuantos queremos que este mundo sea una transfiguración de sí mismo en la imagen del Reino de Dios. Pero los poderosos de todos los tiempos hacen lo posible porque aquel recuerdo subversivo se apague y para ello son capaces de robar hasta el pasado y por tanto el futuro. La fiesta de Todos los Santos es un canto a un mundo reconciliado donde todos, los que fueron y los que somos, junto con los que serán, vivimos en el Señor, somos Uno en Él y vivimos en el Amor Trinitario que se expande y llena el Universo entero. Para no ser capaces ni de imaginar esto, han convertido la fiesta de los vivos en una fiesta de difuntos que apenas permite la sensiblería y el lacrimeo fácil. Una fiesta a la medida del poder, una fiesta donde el dios Mercado puede extender sus tentáculos. Una fiesta para la muerte y no para celebrar la vida, como así hacían los primeros seguidores de Jesús, conscientes de que quien vive en él no muere y quien con él no está ya es un difunto en vida. Justo esto es lo que celebran hoy y mañana los muertos en vida que componen el poder de este mundo de corrupción y engaño.
Sólo hay dos opciones, o estás con ellos o contra ellos, pero si eliges esta última corres el serio riesgo de ser contado entre los que viven en el Señor, el riesgo de resucitar, como tantos millones de víctimas de este mundo. Los que tenemos responsabilidades entre los poderosos estamos en mayor riesgo aún, porque somos utilizados para extender el poder. Como diría Jack London en El talón de hierro, "profesores, predicadores, editores, se mantienen en sus empleos sirviendo a la plutocracia, y su servicio consiste en no propagar otras ideas que las inofensivas o elogiosas para los ricos". Quizás sea este el criterio que sirva para dirimir quien está al servicio de los muertos o de los vivos. ¡Feliz día de Todos los Santos!

1 comentario:

Martín dijo...

La memoria es fuente de esperanza. Cuando visitas un cementerio se diría que el único respeto que nos guarda la muerte es el nombre. Guardamos el nombre, para así hacer memoria. Los creyentes creemos que hay alguien más que hace memoria: Dios que nos tiene siempre en su memoria. Esta es nuestra esperanza. Por eso creemos en la resurrección de los muertos, posible gracias al Amor poderoso de Dios. Eso también hay que decirlo alguna vez.

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...