lunes, 8 de noviembre de 2010

Coherencia y libertad: elegir ser uno mismo.

Hace unos días pedía yo mismo algo de coherencia ante una realidad que está necesitada de gestos potentes que nos conduzcan a otros lugares que nos saquen de esta realidad, no ya distópica, palabra que sigue conservando la fuerte raigambre metafísica que tanto repele a los postmodernos, sino la realidad mcdonalizada, la realidad de los no-lugares, según el buen análisis de Augé. Pues bien, nos encontramos con uno de estos artistas postmodernos que nos regalan un gesto típicamente moderno, cual es la renuncia, a lo Sartre, de un premio bien dotado económicamente (30.000 euros) y con una gran proyección mediática. Claro que este gesto ha sido interpretado por cierta prensa como una instalación más del artista, una pose artística que debe ser leída en clave autorreferencial y por ende desprovista de toda radicalidad crítica. Pero no es así, renunciar a un premio como el Nacional de Artes Plásticas es un acto casi revolucionario, por no decir, en clave de mercado, de pura estupidez. No es cierto que el rechazo del premio le vaya a reportar al artista más fama y dinero. De entrada, perderá todo lo que el Estado pone en la promoción y mucho de lo que los críticos valoran, pero ha ganado en independencia personal, coherencia ideológica y libertad moral. El gesto de Santiago Sierra, por utilizar una palabra de moda, es sustantivo y u-tópico. Lo es porque modifica las circunstancias en las que se expresa la realidad, de un lado, y también porque crea otro lugar, un espacio distinto donde poder habitar. Esto puede verse en la nota que envió el artista a la ministra del ramo para rechazar el premio. La reproduzco a continuación:


Estimada señora González-Sinde,

Agradezco mucho a los profesionales del arte que me recordasen y evaluasen en el modo en que lo han hecho. No obstante, y según mi opinión, los premios se conceden a quien ha realizado un servicio, como por ejemplo a un empleado del mes.

Es mi deseo manifestar en este momento que el arte me ha otorgado una libertad a la que no estoy dispuesto a renunciar. Consecuentemente, mi sentido común me obliga a rechazar este premio. Este premio instrumentaliza en beneficio del Estado el prestigio del premiado. Un Estado que pide a gritos legitimación ante un desacato sobre el mandato de trabajar por el bien común sin importar qué partido ocupe el puesto. Un Estado que participa en guerras dementes alineado con un imperio criminal. Un Estado que dona alegremente el dinero común a la banca. Un Estado empeñado en el desmontaje del estado de bienestar en beneficio de una minoría internacional y local.

El Estado no somos todos. El Estado son ustedes y sus amigos. Por lo tanto, no me cuenten entre ellos, pues yo soy un artista serio. No señores, No, Global Tour.

¡Salud y libertad!

Santiago Sierra

Si leemos bien el texto, percibimos en él un aire de compromiso que implica aún más al autor y que supondrá también para él un plus de radicalidad en su acción futura. En realidad, Sierra ha llevado a cabo un verdadero acto político, el único verdadero en el decir de Lenin, aquél que modifica las relaciones sociales. En un mundo donde se premia el adocenamiento y se condecora a los poderosos, un gesto de renuncia a participar en el reparta de las dádivas del estado debe ser considerado como un acto de rebeldía. Ojalá se extienda esta estupidez, esta locura erasmiana, esta actitud quijotesca y podamos recobrar un espacio a la dignidad humana, a la coherencia y la libertad. Esta es la única manera de ser nosotros mismos, querer lo que se hace y no hacer lo que se quiere: Sartre dixit.


3 comentarios:

Jaimemarlow dijo...

No estoy nada seguro de que con ese rechazo Santiago Sierra no consiga más fama y dinero del que hubiera conseguido aceptándolo.

Por de pronto, sí que ha conseguido una muy buena visibilidad en Internet: si ponemos en el buscador de google "Santiago sierra" "premio nacional de artes plásticas"(para evitar lo más posible a los otros santiagos sierras que hay por esos mundos) obtenemos 74.300 resultados, aproximadamente; mientras que si ponemos al ganador de la anterior edición, Nacho Criado, se obtienen 71.000. Y eso que el premio lo ha rechazado hace cuatro días.

Bernardo Pérez Andreo dijo...

Precisamente por lo que apuntas, Jaimemarlow, este gesto de Sierra tiene una mayor importancia para él. Ahora debe estar a la altura moral y política de su acto, de lo contrario no pasará de ser una pose más, o como dicen en algún medio, una instalación artística.
La repercusión en internet es lógica y normal. Imagina que Vargas Llosa hubiera rechazado el Nobel y lo hubiera hecho por no integrar la lista de premiados más importante del mundo. Eso le habría dado más notoriedad si cabe.
Parece ser que muchos de los que formaron el jurado para dar el premio recelaban que esto podía suceder. Pero lo verdaderamente interesante son los motivos que el autor cita. Si son ciertos estamos ante un verdadero acto político.

Saludos

Anónimo dijo...

Santiago Sierra... mmmm... El mismo que tatuó una linea en la espalda de unos indigentes (eso sí, pagándoles por permitirle tal acción)...
No sé, no sé. Me parece muy bien la renuncia por su parte, por lo menos es arriesgado. Pero lo que no tengo tan claro es que el arte haya ocupado esos espacios que, a lo mejor, correspondían a otras disciplinas y lo hayan hecho, a lo mejor también, por pura comodidad estructural.
El arte hoy está inevitablemente ligado a las estructuras de poder (qué no lo está, la verdad). Sierra, el que hoy renuncia, también fue el artista español de la 50ª Bienal de Venecia en 2003... ¿Participar en ese evento, Parque Temático del Arte Contemporáneo Mundial, no era "beneficiar al Estado" al que representaba?
Tiempos confusos para el arte... sobre todo para ese arte que se autoproclama como "arte político" o "arte social"... ¡Cómo si cualquier actividad humana no fuese política y social!
No sé, no sé. El arte del gesto, el gesto del arte, la gestualidad del artista... A lo mejor el arte es "tan libre" porque no tiene efecto alguno sobre las estructuras de poder.
No sé, no sé. Tengo que seguir pensando.

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