miércoles, 10 de noviembre de 2010

Disidentes de "destrucción masiva"

Espero con verdadera ansiedad la publicación española de las memorias del presidente Bush. Al paso que vamos es muy probable que le concedan el Nobel de literatura y si se descuida también el de la paz, ante las revelaciones que parece aportar su magna obra. Ya decía yo que este hombre no tenía cara de tan mala leche como para ordenar una invasión que costó más de medio millón de muertos, la destrucción de un país, el desequilibrio de toda la zona y el rearme internacional sistemático. Si casi parecía un baquero bonachón en su rancho particular, cortando madera y paseando a lomos de su caballo en actitud de verdadero amante de la naturaleza. No podía ser cierta la historia que nos habían vendido los medios de comunicación europeos, este hombre era verdaderamente un hombre bueno, lo que sucede es que estaba rodeado de una jauría de perros hambrientos, los halcones del pentágono y el grupo de buitres de la industria de armamentos. Él, en realidad, según revela, era un disidente dentro de la Casa Blanca. Él no quería invadir Irak y cuando se enteró de que no había armas de destrucción masiva y que todo había sido un error o un engaño, sufrió ardor de estómago.
He hecho gestiones ya para asegurarme un ejemplar de esta verdadera obra de arte político que nos permitirá comprender cómo es un mundo tan difícil de gobernar, en el que el hombre más poderoso de la tierra no es sino un puro pelele en manos de los intereses espurios de tantas industrias y grupos financieros. Seguro que esta es la única verdad que hay en este libro, una verdad contada a pesar de su autor. Como Truman, Bush quiere dejar algún tipo de legado por el que se le conozca en el futuro, porque el juicio del presente sobre él ha sido bastante severo. No creo andar descaminado cuando afirmo que puede optar el premio Nobel de la Paz, dados los precedentes, pero seguro que el amplio coro de grillos que cantan a la luna sabrán sacar partido de este libro para, una vez más, reescribir la historia y hacernos comulgar con ruedas de molino.
Seguro que será muy suculento leer los próximos libros que publiquen aquellos que, seguramente también, fueron disidentes a la hora de invadir Irak. Aunque mucho me temo que estos otros sí tenían muy claro que la única forma de sacar a su país del rincón de la historia era colaborando con la mayor campaña de engaño y crimen que jamás se ha cometido. Un crimen que, de alguna manera, viene ahora a ser reconocido, porque si se afirma que es cierto que no había armas de destrucción masiva, entonces sólo nos queda la excusa de la presencia de Al-Qaeda en Irak. Ah, no, si los terroristas llegaron tras la invasión. Entonces habrá que utilizar la justificación de derrocar a un dictador, dictador que todos saben que pusimos los occidentales para frenar al Irán de Jomeini. Esto nos deja la única causa real de toda esta barbarie, la geoestratégica y energética. Pero los lacayos del Imperio seguirán en sus trece, seguro. Estaremos a la espera de ulteriores legitimaciones.

6 comentarios:

Ernie dijo...

Y pienso cómo es posible que gente de esta casta no se haya visto envuelta en alguna catástrofe por una curiosa casualidad del destino.
Saludos desde el otro lado.

Bernardo Pérez Andreo dijo...

Estimado Ernie:
Estos son los que nos meten a los demás en la barbarie. Tienes razón, si su madre hubiera hecho con él lo que con su hermano frustrado, mucho se habría ahorrado el planeta. Lo que sucede es que los buitres, halcones y carroñeros varios habrían encontrado otro tonto útil.

Un abrazo

Anónimo dijo...

El arrepentimiento ha venido tarde, y esa inocencia tan repentina no es muy creíble, pero habrá que juzgar escuchándolo, o al menos leyéndolo.
De lo que no hay duda, es de que ser el presidente de un gobierno tan influenciador y poderoso en todo el mundo, y no se diese cuenta de lo que ocurría suena a una excusa cogida por los pelos... aunque, todo es tan complejo que aquellos que ponen su cara al odio popular no sean culpables de lo que se les acusa.
Si es cierto que esos carroñeros se las ingenian para poner una máscara al mal y sustituirlo por el primero que parezca maleable.
Es el mundo que nos ha tocado vivir, y hay días que cansa sentirse parte de él.

Saludos.

Martín dijo...

Cuando he leído la noticia en la prensa no sabía si reír o llorar. Mienten, saben que mienten, saben que sabemos que mienten, y nada cambia. Espero que a ninguna personas inteligente se le ocurra comprar el libro. ¡Sólo nos faltaba colaborar a que se forrara más de lo que ya lo está!

Desiderio dijo...

Yo para nada creo que haya sido un pelele en manos de su equipo: en las decisiones que se hayan tomado desde la Casa Blanca, más o menos acertadas, entiendo que tiene un peso importante el presidente. Por otro lado, creo que debe ser difícil mantener el criterio propio en determinadas circunstancias, en las que parece que los hechos te llevan de la mano y no te puedes soltar. Si esto ocurre en cualquier cargo de responsabilidad, cuánto más si estás al frente de un país, y cuánto más si ese país es de los poderosos. Supongo que son gajes del oficio, aunque no sé si uno sabe dónde se mete hasta que no está hasta el cuello.

Anónimo dijo...

Y mientras al amigo bush-i-ano "ansar"de inequívoco acento-americano y botas camperas sobre la mesa, le declaran doctor honoris, no se de que causa.¿ Por los servicios prestados en Irak?. Y es que los ex no saben estar fuera del "candelabro" ( por candelero).El amigo inglés se hizo predicador-pagao. ¿ Aun no visten sayal por lo de Irak?. Nooo, que de eso no se cobra.
¡ Que cansinos!¡ tíos bollaos!

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