Aunque es una asociación formada por expertos en los ámbitos económicos y sociales, no se distingue por ser un grupo de personas rabiosamente anticapitalistas. Muchos de ellos son expertos que están bastante conformes con el modelo de mercado pero piden algún tipo de control de éste, pues se ha visto que todos los males del capitalismo nos han llegado por la falta de regulación de los sistemas financieros. Diríamos que esta asociación no quiere derrocar el sistema económico, sólo reformarlo para que tenga un rostro humano y no acabe con todo el planeta. Aún así, es suficientemente crítica como para que los poderes fácticos no la tengan por amiga y sus publicaciones son despreciadas o ignoradas por los grandes medios de comunicación. El pasado 17 de noviembre hubo un acto público con la participación de grandes expertos en economía como son Carlos Berzosa, rector de la complutense, Vicenç Navarro, catedrático de políticas públicas y Juan Torres, catedrático de economía aplicada. Su intento, en esta ocasión fue ofrecer alternativas a la dictadura que los mercados financieros han conseguido imponer.
Hemos insistido mucho en este blog en la necesidad de, primero, tener buena memoria, para que no nos puedan mentir con el pasado, y segundo, estar muy atentos al presente para avizorar el futuro. Y resulta que es esto justamente lo que más necesitamos en estos momentos. Sean conscientes los lectores que el asunto que vivimos con Irlanda es de mayor calado del de un simple, por decirlo así, salvamento financiero de un país. Irlanda no es sólo un país, es el modelo que durante más de diez años utilizaron los adalides del neoliberalismo (básicamente la santísima trinidad del mal económico: FMI, BM, OMC) para obligarnos a los demás a adaptarnos a esta bárbara globalización del capital. El tigre celta, como se conocía a este bello país, tras aplicar las políticas neoliberales de reducción de impuestos, moderación de salarios y liberalización del capital, fue capaz de crecer en términos de PIB al 7% anual durante diez años consecutivos. Este incremento de la riqueza se utilizó como justificación de un modelo económico que debería ser extendido al resto de Europa y que, supuestamente, traería a todos ese nivel de crecimiento económico. Aquello, en sí mismo, era falso. Irlanda se aprovechó de los altos niveles impositivos europeos para hacer una competencia desleal, bajando sus impuestos y atrayendo así las inversiones que de otro modo habrían acabado en Francia, Alemania o España. En el fondo, lo que hizo fue crear un paraíso fiscal, que por definición sólo funciona si el resto de países siguen una política fiscal racional.
Pero lo más grave no es que nos intentaran engañar entonces con técnicas publicitarias engañosas, es decir, diciendo medias verdades y mentiras enteras, sino que hoy, cuando ese castillo de naipes se ha derrumbado estrepitosamente, siguen haciéndonos creer que son esas políticas las que nos sacarán de este lío en que ellas mismas nos han metido. Primero nos hicieron creer que el crecimiento era provocado por la aplicación de políticas liberales que podrían ser extendidas a todos. Después nos dicen que para sacar al país del atolladero hay que reducir más el gasto público, bajar los salarios e inyectar capital en el sector financiero. Al final, cuando esto último tampoco ha funcionado, nos mienten con la patraña de que no se ha aplicado el modelo de manera suficiente. Siempre nos pilla el toro, como diría un castizo. Si no aplicamos sus políticas, malo. Si las aplicamos y no funcionan, malo también.
Ahora que se ha caído el burro es cuando hay que darle los palos y no dejar pasar la ocasión. Por eso hay decir bien alto que las políticas que nuestro país está aplicando, las mismas que Irlanda para salir de la situación, nos llevarán, más tarde o más temprano, al mismo punto, es decir, a la quiebra del país y a la intervención de los organismos internacionales. Justo lo que quieren los mercados financieros. Hay que decir también que fueron aquellas políticas liberalizadoras del capital las que nos trajeron hasta aquí, no las políticas de regulación del mismo. Irlanda ahora y después España, se endeudaron para salvar su sector financiero y ahora se pide que sean los ciudadanos los que paguen el despilfarro público en beneficio privado.
Habrá que rebelarse contra esta tiranía del pensamiento liberal economicista y, si es necesario, llegar al cambio de régimen. Es difícil, pero es la única salida, el programa neoliberal nos lleva directos al saqueo sistemático de lo que es de todos.
2 comentarios:
Como esto de la economía es de una voracidad que no tiene fin, yo me pregunto: ¿cuándo se lo hayan comido todo, dónde irán a comer? Porque si van sucesivamente arruinando, para poder quedarse con ellos, a los distintos países (parece que el turno de España está próximo: ayer mismo declaró Zapatero que en vez de salida lo que había era riesgo de profundizar en la crisis), ¿cuando estemos todos arruinados, en dónde especularán?
Seguramente sabrás, Martín, que Marx respondió a esa pregunta afirmando que el capitalismo se autodestruye aniquilando su base material. Es el gran problema de este modelo económico, que no tiene más final que el final del soporte material, es decir, de la naturaleza y el hombre.
A eso vamos a marchas forzadas y no queremos verlo, quizás porque nos han cegado suficientemente como para hacer imposible creer que otro modo de vida es imposible, sin embargo, como algunos nos empeñamos en decir, otro mundo es imprescindible.
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