lunes, 22 de noviembre de 2010

Globalización en perspectiva cristiana

Hoy mismo publica el Instituto Teológico de Murcia, en su colección de Cuadernos de Teología Fundamental, mi trabajo Globalización en perspectiva cristiana. Se trata de un opúsculo en el que recojo el intento por sintetizar una posible visión cristiana del mundo en que vivimos. Es tanto una crítica como una propuesta alternativa desde el cristianismo, un cristianismo que debe ser una alternativa creíble a la injusticia del presente, como lo fue en su nacimiento en el mundo antiguo, en el Imperio Romano. Como mis lectores se imaginarán, este opúsculo tiene como premisa mi anterior libro Descodificando a Jesús de Nazaret, que tan buena acogida está teniendo entre los que lo han leído y, amablemente, me hacen llegar sus consideraciones. Aquel libro y este opúsculo forman parte de una reflexión más amplia que debe concluir, al menos de momento, con la futura publicación de otro libro sobre la quiebra del mundo postmoderno y las posibles salidas a esta realidad de sufrimiento. Mientras llega esa publicación seguiremos haciendo en este espacio las reflexiones que tal investigación nos ha abierto. Dejo unas líneas del inicio del Cuaderno y cuando disponga del Cuaderno en línea lo colgaré en este blog para todo el que quiera leerlo, pues la difusión de los Cuadernos de Teología Fundamental del Instituto Teológico de Murcia es gratuita, quien quiera recibirlos en casa puede solicitarlo y se le envían los ejemplares que se publican con periodicidad cuatrimestral.

«No se puede decir que la globalización sea sinónimo de orden mundial; todo lo contrario», estas palabras pronunciadas por Benedicto XVI el día de la epifanía de 2008 pueden servirnos como resumen de lo que pensamos sobre este proyecto de construcción social de la realidad que caracteriza las últimas dos décadas. En esta breve frase se afirman dos cuestiones importantes a la hora de calificar cualquier modelo económico-social, primero que debe ser un orden, es decir, debe estar organizado de modo que cada cual pueda desarrollar su propio ser en él, o bien, «la disposición de los objetos en sus lugares adecuados y apropiados» (Cicerón); y segundo que debe ser moral, debe estar guiado por unos principios que permitan cumplir unos valores humanos universalmente reconocidos. Pues bien, ninguna de estas dos premisas cumple la globalización. No es un orden, antes bien es un desorden establecido, que diría Mounier, por el que unos pocos se apropian de lo que es común a todos, incluso la propia vida en el planeta tierra. Tampoco es moral, en este desorden no se asegura el cumplimiento de aquellos valores que permiten diferenciar una comunidad humana de una auténtica barbarie. En este Cuaderno queremos preguntarnos qué es esto que llamamos globalización y cómo podemos tener una visión cristiana del asunto.

2 comentarios:

Martín dijo...

Enhorabuena. Quedo a la espera de su lectura. Gracias por tus reflexiones hechas desde una fe lúcida y comprometida. Aunque bien pensado lo de lúcida y comprometido podría sobrar porque toda fe debe serlo. Lo malo del deber ser es que a veces no es. Y no sigo para que mi verborrea no impida lo esencial, a saber: felicitarte por esta publicación.

Bernardo Pérez Andreo dijo...

Gracias, Martín, una fe sin compromiso no es una fe, al menos no la fe en Jesús, pero es muy difícil mantener la claridad en estos tiempos y seguir en la brecha de la investigación es el modo que yo tengo de mantenerme lúcido. Espero que Dios nos ilumine en este camino.

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