lunes, 6 de diciembre de 2010

Entre hipócritas anda el juego

Con la que está cayendo sobre los controladores aéreos parece mal momento para partir una lanza en su favor, pero es ahora justo el momento de mostrar solidaridad con un colectivo que no la mostró nunca con el resto de trabajadores y que siempre ha defendido sus intereses profesionales, que poco o nada tienen que ver con los intereses generales del resto de trabajadores. Es precisamente ahora que han cometido con ellos la mayor injusticia que pueda imaginarse contra un colectivo laboral en la historia, no ya de la democracia, sino de la reciente historia de derechos laborales a nivel mundial; digo que es ahora cuando hay que mostrar el acuerdo fundamental con la defensa de sus intereses, porque son los intereses de todos. Esto debería servir, a su vez, para que este colectivo empiece a tomar conciencia de que son unos trabajadores, con un magnífico sueldo, pero trabajadores al fin y que su vida depende de la venta de su trabajo en las condiciones dadas del mercado capitalista de producción. En estas condiciones, sólo la acción concertada de todos puede poner freno a la avaricia del capital que sólo quiere sacar el máximo rendimiento. Cuando en 1999 firmaron el actual marco de relaciones laborales, lo hicieron con un gobierno que no tenía ningún problema en crear élites laborales que perpetuaran las diferencias entre los trabajadores, y les salió bien. Ahora, en condiciones muy diferentes del capital, las condiciones laborales son otras y el actual gobierno les ha utilizado para dar una lección a todos los trabajadores. Vienen a decirnos que están dispuestos a tomar las medidas que sean necesarias para doblegar la voluntad de todos y lo muestran en la cabeza de algunos, precisamente de los más privilegiados entre los trab ajadores. El cierre del discurso mediático ha sido brutal y el poso que quedará de esto es que nadie está legitimado a defender los intereses laborales cuando esto ponga en perjuicio al conjunto social.

Ante esto creo que hay que hace una doble reflexión. En primer lugar, estoy convencido que los controladores aéreos merecen un sueldo adecuado a su función. Pensemos que un controlador trabaja a turno, debe estar en plenas condiciones físicas y psíquicas y disponible casi todo el año. Además, su trabajo supone una responsabilidad enorme que pocas personas son capaces de asumir. En sus manos están las vidas de muchas personas, de ahí que sean pocos y deban estar bien remunerados. Pero eso no justifica sueldos brutos tan elevados. Creo que ellos mismos deberían ceder en sus pretensiones retributivas como acto de solidaridad con el resto de trabajadores. Dicho esto, también hay que denunciar la hipocresía del gobierno, que se empacha denunciando privilegios en los controladores, cuando es él mismo el que protege los privilegios de las clases altas, de los grandes empresarios y de sus amigotes. Este gobierno es el que roba a los pobres: parados, pensionistas y trabajadores, para darlo a los ricos: banqueros, inversores, rentistas y otros parásitos sociales. Es un juego hipócrita muy calculado, porque el gobierno bien sabe que esto le permite avanzar en la destrucción de la estructura labora.
También es un hipócrita el de los medios de comunicación. Si hubieran puesto la décima parte del interés y el tiempo en explicar las verdaderas causas de la crisis económica y hubieran denunciado a los que siguen enriqueciéndose a costa de tantos que sufren, muchos de ellos con conexión directa con Moncloa, quizás ahora estarían legitimados para denunciar el egoísmo de los controladores. Si hubieran dicho que Amancio Ortega, dueño de Zara y otras empresas, se ha enriquecido este año un 15% más sólo con la especulación contra la deuda de su propio país; si hubieran denunciado que mientras se eliminan los derechos laborales en el peor ataque contra los trabajadores, se hacen enormes regalos a las grandes empresas; si al menos se hubieran dedicado a dar los datos en bruto que permiten ver cómo mientras el número de trabajadores disminuye en casi cinco millones, el índice de productividad apenas ha disminuidos, entonces la gente podría ver que la crisis no es más que una excusa para hacer una reestructuración de la composición del capital y que los ricos siguen ganando mucho y los pobres son y serán más y más pobres.

La segunda reflexión que hay que hacer es un análisis de las medidas que el gobierno ha tomado contra los controladores. Pensemos que en un decreto se eliminan las vacaciones, los permisos de maternidad, las bajas por enfermedad y el resto de permisos que este colectivo, como todos, tenía. Desde el momento que su jornada laboral anual se fijó en 1670 horas ya se cometió una injusticia. Ningún colectivo de un trabajo de esas características puede trabajar 35 horas semanales a turno. Los turnos exigen recompensa. Pero ahora, lo que se hace es determinar que las 1670 horas son sentados ante la pantalla, con eso se obliga a recuperar cualquier baja o permiso y hasta las vacaciones. Esto, legalmente, es como convertir su trabajo en destajo, cosa prohibida por ley. Además, se privatiza la gestión de los aeropuertos y se amenaza con nuevas sanciones. Todo esto llevó a los controladores a una respuesta exagerada, pero debe decirse que es una respuesta proporcionada al daño que se ha infligido contra sus derechos. Por eso, ahora, precisamente ahora, hay que mostrar la solidaridad con un colectivo que ha vivido en sus carnes el modo de actuación que el resto viviremos en los próximos años. Sí, ahora hay que ser solidarios con ellos, con los que nunca fueron solidarios con nadie, con los privilegiados que no se mezclaban con la chusma laboral, pero es que en ellos se está jugando el futuro de los derechos laborales. Repito que se debería reducir su sueldo que al fin y al cabo no hace sino pagar unas cadenas doradas, pero se debería reducir su sueldo como se debería aumentar los impuestos a los ricos hasta un 60% y como se debería reducir las gratificaciones de los directivos de empresa en un 99%, pero no hay que perder de vista que la diferencia esencial es que los controladores están siendo atacados en sus derechos como trabajadores, no como privilegiados.

Son muchos los hipócritas en este juego, de ahí que sea necesario poner luz entre tantos intereses creados y poner claridad entre tanta injusticia, sin dejarnos llevar por el canto de sirenas del gobierno ampliado por los medios. Seguro que alguien, en algún lugar, está ya planeando el siguiente golpe contra el Estado del Bienestar que reguló las relaciones tras la segunda Guerra Mundial. No deja de ser irónico que los que tanto hemos criticado ese Estado de adocenamiento que impedía avanzar hacia un mundo realmente justo, seamos ahora sus defensores y lo hagamos como medio de evitar los enormes sufrimientos y convulsiones sociales a las que nos vemos abocados.

3 comentarios:

Martín dijo...

Es un buen jardín ese de los controladores. El que te hayas atrevido a tocarlo ya merece una felicitación. Escuché a un técnico militar que hay tres colectivos que han sabido venderse muy bien: los pilotos, los marinos y los controladores. Parece que el tiempo de preparación de un controlador, amen de saber bien inglés, es poco. Yo me pregunto el motivo por el que es una profesión en la que no hay competencia, por qué no se forman mas controladores, vamos, por qué si en otras profesiones hay lista de paro, en esta parece que no hay. Dices una cosa que me parece fuerte y merece una reflexión reposada: el poso que quedará de esto es que nadie está legitimado a defender los intereses laborales cuando esto ponga en perjuicio al conjunto social. Sí, cierto. Pero también es importante ver el modo de salvaguardar los intereses del conjunto.

Bernardo Pérez Andreo dijo...

Claro que sí, Martín, y te agradezco que me permitas precisar un poco más la reflexión. El bien individual cede ante el Bien Común, esto es de la DSI, pero hay que determinar qué es el Bien Común y quién se arroga el derecho a decidir sobre él. Lo que yo quiero decir es que cuando se establezca un sensus social cooptado por los medios de comunicación, va a ser muy difícil defender los intereses laborales, que muchas veces son representantes del Bien Común.
Hoy son los controladores, aunque esto les suene muy mal a muchos, los que representan el Bien común y no el gobierno o los medios de comunicación. Porque lo que se está jugando no son unos privilegios de unos pocos en contra de los derechos de la mayoría. Está por ver que irse de puente sea un derecho fundamental. Lo que sí se ha conculcado es el derecho a un trabajo digno y eso nos afecta a todos. Sé que los controladores tienen un sueldo privilegiado, pero eso es pecata minuta comparado con la legislación laboral. A partir de ahora, cuando el gobierno disponga que los intereses generales están en peligro, podrá hacer legislaciones que reducirán a los trabajadores a su condición real: la de esclavos.
Por si es útil, remito a este blog de contoladores, para ver su punto de vista:

http://controladoresareosyotrashierbas.blogspot.com/2010/12/ver-si-nos-entendemos.html

Saludos, Martín.

Desiderio dijo...

A mí me parece que este episodio puede generar un cambio de inflexión interesante. Esta forma de actuar del gobierno, por lo menos para mí, ha sido poco menos que sorprendente, y desde luego entiendo que ha sido un fracaso. Desconozco los detalles de la negociación (a parte del conocido ‘menos samba y mais trabajar’); aunque el hecho de que tras varios meses de esfuerzo no se haya llegado a un acuerdo me parece, pues eso, un fracaso. E independientemente de quién tenga más razón, si el gobierno o el colectivo de controladores, el hecho de cómo ha gestionado esto el gobierno ya digo, me parece que puede dar lugar a un punto de inflexión peligroso. ¿Hasta dónde llegan los derechos de los trabajadores?, ¿cuándo llegan estos derechos en conflicto con el bien común, como dices? Y cuando no hay acuerdo, ¿vale la fuerza del ejército para poner orden?, ¿tan poco hemos avanzado en estas últimas décadas? Si un colectivo puede llegar a poner contra las cuerdas un Estado entero, eso no es mérito del colectivo, sino un error del que dirige ese Estado (sea de este gobierno o del anterior) por permitir precisamente eso y no haber sido capaces de preverlo. Cualquier persona que dirija un colectivo sabe de lo peligroso que puede resultar que su empresa dependa exclusivamente de unos pocos, pues su situación ante una negociación pierde muchos puntos. En fin, veremos cómo queda esto.

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