Este mismo comportamiento se ha visto, el propio Darwin lo relata, entre delfines. Se ha visto en diversas ocasiones a las hembras portar los cadáveres de sus hijos. Sin embargo, el caso más espectacular es el que relata de Waal: una elefante que quedó huérfana, acude cada año al lugar donde se encuentran los restos de su madre y hace un gesto como de acariciar la calavera. Es lo mismo que hacemos nosotros el día de Todos los Santos cuando llevamos flores a nuestros difuntos.
El último caso que quiero comentar es el de un grupo de chimpancés que estuvieron cuidando de una hembra anciana del grupo hasta que murió, cuando sucedió el deceso, velaron el cuerpo y en los días sucesivos se acariciaban con mucha más frecuencia y evitaban el lugar del fallecimiento. Esto es un indicio de la experiencia del luto entre humanos.
Cada vez me convenzo más que los humanos, que lo humano, es un grado superior de la naturaleza. Que no somos esencialmente diferentes y que el Universo entero está organizado para la existencia del amor, la amistad, el respeto, el pensamiento y la conciencia. Nosotros somos el punto final de esta realidad querida por el Universo, por eso también somos los más responsables de que llegue a buen puerto. Las experiencias que antes se atribuían a los humanos de forma exclusiva y excluyente son hoy observadas por toda la naturaleza, incluso en las plantas, como tendremos ocasión de ver.
No hay comentarios:
Publicar un comentario