martes, 22 de marzo de 2011

Una oportunidad de oro

Ha dicho Warren Buffett que invertir hoy en Japón es una oportunidad magnífica de negocio. Este caballero es uno de los más ricos del mundo según las revista Forbes y el que más claro tiene que se está desarrollando una lucha de clases en la que su clase, los ricos, están ganando por goleada, como ya explicamos aquí el año pasado. Para ganar esta guerra a muerte hay que aprovechar todas las oportunidades y la Madre Naturaleza no deja de cuidar a sus hijos más conspicuos. Cuando no es un huracán es un terremoto y si no pasa nada ya se encargan los hombres acendrados de buscar oportunidades, sea bombardeando un país, derritiendo un glaciar alpino o provocando el alza desmesurada de los cereales. En Japón, para bien de los laboriosos y esforzados inversores, se han producido tres circunstancias que van a elevar las posesiones de los más ricos: un terremoto, un tsunami y una catástrofe nuclear. ¿Alguien se podría imaginar un escenario más favorable para los negocios, sobre todo si son especulativos? Si usted dispone de unos ahorrillos, no dude en invertir en los fondos buitre a la caza de gangas especulativas. El riesgo es cero y la oportunidad de oro.
Tal y como está la situación, la inversión sólo puede ser productiva. En Japón se va a necesitar de todo para reconstruir, incluso para comer y beber, una vez que el gobierno reconozca la magnitud de la catástrofe apocalíptica en la que está sumida ese país. Pero hay que darse prisa, sólo los primeros tendrán enormes beneficios muy rápidamente, los demás tendrán que conformarse con unas migajas. Y es que el capitalismo del desastre (N. Klein) se ha instalada completamente en nuestro mundo. Hasta ahora no había modo de ganar dinero con los desastres a no ser que se dedicara uno mismo a la reconstrucción de los mismos, pero al ingeniería financiera, ese dios que recompensa a los astutos y premio a los avispados, se ha encargado de poner al alcance de los más ricos el medio para serlo más aún a costa de cualquier cosa. Mediante los procedimientos financieros diseñados en las bolsas de valores, el riesgo de una inversión cualquiera puede ser diferido mediante la venta de títulos. Hasta hace unos años, comprar para vender era el medio de ganar dinero en el capitalismo, hoy se trata de vender y vender, con lo que siempre ganas.
Veamos un ejemplo: si una entidad financiera tituliza las hipotecas, es decir, si las divide y vende en pequeñas participaciones, estas hipotecas, aunque sean de dudoso cobro, dan rendimiento desde el primer momento. Es necesario convencer a los inversores del valor de los títulos, pero para eso están las agencias de calificación de inversiones. Una vez que hemos titulizado nuestras hipotecas obtenemos un CDS, es decir, un seguro por impago de las hipotecas, de tal modo que si el prestatario no paga, la entidad cobra el seguro. Sólo falta esperar a que la hipoteca se ejecute, cobrar el seguro e intentar vender la casa de nuevo. Por si faltaba algo, también podemos apostar en el mercado secundario a que nuestra propia entidad va a quebrar porque no podrá hacer frente a las quiebras hipotecarias, entonces se trata de esperar que quiebra y cobrar la apuesta. Pero como nuestra entidad es demasiado grande para quebrar, será rescatada con dinero público. El Estado asumirá la deuda y para eso se endeudará. Es el momento de comprar deuda del Estado. Si esta llega a cotas altas, el rendimiento puede ser muy elevado y necesitar de un rescate internacional. Cuando eso se produzca los beneficios pueden ser astronómicos. Así ha sido como este señor y otros de su calaña, han multiplicado por cuatro sus riquezas en los últimos dos años.
Así es que, ¡a correr, que la ocasión la pintan calva! En Japón podemos hacernos ricos, muy ricos. Los pobres son otro cantar.

*Recomiendo ver-bajar el oscarizado documental que relata el cómo de la crisis financiera. Ya hablaremos sobre él.

No hay comentarios:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...