sábado, 7 de mayo de 2011

Causas perdidas: contra el hombre 4.0.


Hace tiempo que he perdido la esperanza de que los seres humanos, así, tomados en conjunto, seamos capaces de modificar las terribles circunstancias en las que estamos dejando la vida en el planeta en el que vivimos. El modelo económico, social y moral ha pasado a formar parte de nuestra estructura neuronal, cosa que hoy sabemos posible por los estudios neurocientíficos, y nos parece absolutamente imposible cualquier cambio radical, el único que nos salvará, de las condiciones de vida en las que estamos instalados los privilegiados del mundo enriquecido. Todos, absolutamente todos, aceptamos que nuestras percepciones subjetivas son fruto de nuestra libertad personal y que ésta nos exige satisfacer una serie de necesidades que son eso mismo, necesidades y no creaciones de la sociedad en la que vivimos. Negamos lo que la ciencia nos dice hoy, que la libertad está condicionada biológicamente, demarcada socialmente y situada culturalmente. El problema estriba en que hemos reducido nuestra libertad a los impulsos biológicos y éstos son los que determinan en un alto grado nuestras acciones. El individualismo postmoderno se ha tornado la norma de nuestras acciones y el utilitarismo consumista el motor de la vida social. El capitalismo 4.0 se ha instalado entre nosotros, es más, ha tomado posesión de nuestros sistema neurológico y controla el centro de mando del individuo. El sueño de una humanidad controlada desde dentro, el sueño de la sociobiología, se ha cumplido. Ahora, lo que hay de humanos en los homo sapiens empieza a estar subordinado a un modo de entender la sociedad que es, por definición, inhumano.


En términos teológicos, que son los únicos que nos permiten comprender al hombre en profundidad, se ha extirpado lo que en el hombre lo constituye como tal, la Imago Dei, y se ha sustituido por una creación externa a él: ha nacido el homo consumptor (perdón por la autocita, pero se puede ver esto más extensamente en el epígrafe homónimo de mi libro Un mundo en quiebra). El ser humano ha sido enucleado, formateado, reseteado, por utilizar términos que se adaptan a la sociedad informatizada. Lo único que se ha dejado en él es su capacidad para desear, su impulso compulsivo a la satisfacción de necesidades espurias, de todo aquello que necesita, ahora sí, la sociedad globalizada postmoderna del capitalismo senil. A lo sumo, en el ser humano 4.0, podemos encontrar un atisbo de sensibilismo y ñoñería propios del más burdo reality de televisión. A fuerza de proyectar la imagen en los medios, los seres humanos han acabado siendo como la imagen, una especie de efecto pigmalión perverso en el que el escultor acaba siendo estatua pétrea y donde la ficción se come a la realidad. Justo lo contrario que el mito moderno del androide casi humano que vemos en Blade Runner, donde el androido Roy expresa su acceso a la humanidad mediante la añoranza por las cosas vividas y la imposibilidad de conservarlas:
"Yo he visto cosas que vosotros no creeríais. Atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto Rayos-C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir".
La postmodernidad ha invertido el sueño de la era moderna. En lugar de soñar con crear hombres, el sueño es convertir los hombres en autómatas para el consumo. Cada hombre que muere en la sociedad postmoderna capitalista senil es lo opuesto al androide Roy: es como si nada muriera. Asesinarlo no puede ser un crimen, torturarlo no puede ser delito, porque nada en él es digno de ser respetado, nada en él merece vivir. El hombre 4.0 es la regresión absoluta del proceso evolutivo. Es el pulgón inextinguible de Nietzsche, es el hombre vacío de Lipovetsky, es el hombre lleno de nada al que nos referimos nosotros.

Para salir de esta espantosa situación hay que arriesgarse a dar un Salto, un enorme Salto en la Fe y afirmar la urgencia de un cambio radical, de una revolución brutal que destruya el proceso silencioso de conversión de la humanidad en un conjunto de nadas deseantes, en una suma indistinguible de agujeros negros que todo lo destruyen. Hemos de apostar por la locura de la Verdad Absoluta, de la Decisión Definitiva, del Riesgo Último. Hemos de estar dispuestos a no seguir viviendo si la vida es esto que nos proponen. Porque sólo quien ha decidido que la Vida merece la pena, está dispuesto a perder todo lo demás. Como Jesús, los que creemos en la Vida, no admitimos sucedáneos. Por eso, la única acción que merece la pena hoy es por las Causas perdidas de/por la humanidad.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Interesante post con toques cinéfilos. Además, has ido a escoger una auténtica peli "de culto". ¡Lo que se ha escrito sobre ella de las relaciones que tiene con la realidad!
La verdad es que es para pensarlo despacio.
Roy, es en realidad un Replicante. Se me ocurre pensar, en este tiempo, en la diferencia entre "Replicar" y "Resucitar" que no pocas veces confundimos.
Lo único que diferenciaba a los Nexus 6 de los humanos, era su incapacidad de empatizar, de ponerse "en lugar del otro". Y, curiosamente, tiene que ser el propio Roy (una "replica" de un ser humano), el que nos haga la llamada de atención a los humanos "de verdad". Luego muere, claro.
La Resurrección de Jesús es ese Salto del que creo que tú hablas. Jesús no es un Replicante, es un Originante... y muy humano por cierto.
Cualquiera de los miles de seres humanos que hoy sufren en el mundo podría decirnos a aquellos que vivimos en el mundo afortunado eso de: "Yo he visto cosas que vosotros no creeríais...". Claro que, en realidad sí que las vemos: anestesiados y protegidos tras las pantallas de nuestros LCDs.
¡Buf!

saludos,
i

Bernardo Pérez Andreo dijo...

Sí, Iñaky, has dado justo en la diana. Los nadie, como Jesús de Nazaret, nos enseñan el camino hoy en día.

Un abrazo.

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