martes, 21 de junio de 2011

Derecho de pataleta

Los políticos, especialmente los que están acostumbrados a representar los intereses de las élites, saben muy bien cómo actuar ante cualquier movimiento ciudadano. Tienen claro que la ciudadanía, el pueblo, es capaz de cambiar cualquier régimen político, pero lo que más les preocupa es que puedan llegar a cambiar el régimen de propiedad, por eso marcan sus "líneas rojas", término que ha sonado esta semana pasada con cierta ansiedad en todos los medios, en el lugar exacta donde se cuestiona la sacrosanta propiedad, la propiedad apropiada por unos cuantos a costa de la inmensa mayoría de la humanidad. El movimiento ciudadano que se está organizando, sea el de Toma la plaza, el 15-M o los grupos de barrios y asociaciones de vecinos, están viendo con meridiana claridad cuál es el juego del sistema imperante de democracia controlada: "os dejamos que protestéis, incluso que rompáis algún que otro escaparate, pero no dejaremos nunca que pongáis en cuestión el régimen de propiedad que nos permite enriquecernos a costa de todos". Por ser conscientes de esto es por lo que los medios de mentir de las élites, prensa, radio y televisión, han lanzado una dura campaña de criminalización de los moviemientos, haciéndose eco de las voces de los representantes del capital. El Molt Honorable President ha dicho que son terroristas y que debe caer sobre ellos el peso de la ley, entiendo que de la ley antiterrorista que es la peor conculcación de los derechos humanos en una democracia. Tras esto, lo que viene es la persecución policial, las detenciones y los interrogatorios bajo presión, eso que siempre se ha llamado tortura, que en las comisarias catalanas saben muy bien hacerlo.
Por el modo de reaccionar del sistema, el movimiento ciudadano va por buen camino, por el camino de cuestionar lo esencial de este modelo de latrocinio en el que vivimos y del que quieren que seamos copartícipes y corresponsables, esa ha sido su estrategia. Para desmovilizar al pueblo se le ha querido integrar en los supuestos beneficios de un sistema de destrucción del planeta y de exclusión social. Si nos portamos bien, nos dejarán participar de la fiesta del consumo y entonces seremos felices, pero si protestamos seremos excluidos. Es más, si disfrutamos de unos mínimos medios de vida es porque nos lo permiten y no tenemos derecho a protestar. Han conseguido generar la mala conciencia en el pueblo sólo porque se dispone de lo esencial para vivir: casa, trabajo, educación, sanidad, ocio y transporte. Han conseguido que muchos perciban un derecho como una dádiva del sistema en el que vive, cuando cualquiera puede entender que es un derecho arrancado de las zarpas de los poderosos, que siguen manejando el pastel. Ahora, de lo que se trata es de acabar con los manejos de las élites, quitarles el pastel y hacer de este mundo un lugar habitable para todos, porque en él hay suficiente para satisfacer las necesidades de todos, pero nunca habrá bastante para la avaricia de las élites y sus acólitos.

Los movimientos ciudadanos, después de veinte años de neoliberalismo, deben superar el infantilismo de pataleta en el que han sido sumidos, incluso el colaboracionismo, para llegar a una verdadera crítica madura del modelo social imperante. Esa es la verdadera "línea roja" que hay que pasar, no podemos quedarnos en el derecho a pataleta que nos reconocen los políticos, sino que hay que avanzar hacia la deslegitimación de todo el sistema, por los medios que fueren necesarios para acabar con un régimen de violencia estructural y sistemática que condena a la población a un futuro de sumisión y sufrimiento. Como nos enseñó Gandhi, la paz es el camino para llegar a un mundo fraterno, pero hay que idear medidas imginativas que pongan al sistema ante sus contradicciones y permitan a todos ver que el rey está desnudo.

1 comentario:

Martín dijo...

Me parece que hay dos ideas de fondo buenas, pero habría que encontrar el modo de articular su puesta en práctica: primera idea, el sistema capitalista es insaciable y se alimenta de la pobreza de muchos. Segunda idea: las protestas ciudadanas, como dices en un post anterior, tienen muchos motivos. Y, desde luego, no se trata de la protesta de unos cuantos desarrapados, sino de muchos tipos de personas. En Valencia, en la manifestación del pasado domingo, había señoras con bolso que parecían de misa y comunión (y pido perdón por esta descripción que no tiene nada de negativo, y sólo busca expresar gráficamente que no se trata de jóvenes malvados y perversos). Y entre los jóvenes había universitarios bien vestidos y sin pendientes (pido perdón otra vez por la descripción), algunos católicos practicantes que yo conozco y me han contado lo de las señoras, un poco indignados ante la descripción que hacen algunos medios de los participantes.

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...