jueves, 2 de junio de 2011

El año que vendrá

Acaba de escribir Santiago Alba Rico que bajo el capitalismo las cosas más naturales ocurren por milagro. Hace falta un milagro en el capitalismo para que las frutas maduren, los amantes encuentren una cama limpia y libre, para que los ladrones no sean recompensados y para que a los trabajadores no les amputen los brazos; para que las semillas germinen, para que los mares den peces y para que el aire sea respirable. Bajo el capitalismo, la naturaleza ha sido privatizada, las relaciones amorosas individualizadas y el ser humano atomizado. Bajo este capitalismo, la filosofía se llama Belén Esteban, la política Rafael Correa y la democracia el ejercicio del voto cada cuatro años; pero, de la misma manera que un coito cada cuatro años no es una vida sexual, un voto cada cuatro años no es democracia.

Si el año próximo será algo factible también depende de un milagro. Es imposible saber a ciencia cierta que podamos vivir el próximo año, porque todo depende de que las condiciones necesarias para la existencia se vuelvan a producir casi ex novo el próximo año. Basta con echar la vista atrás tres años para comprobar que las condiciones de vida en el planeta han empeorado de forma trágica. Casi sin darnos cuenta hemos contemplado un Fukushima, la especulación con los alimentos, Libia, Somalia, Costa de Marfil, El Congo, Honduras, Haití, Chad, Pakistán, Bahréin, Qatar, Arabia Saudí, Yemen, Sudán, y algunos más que faltan a la lista. En tres años hemos vivido más desajustes de las estruturas sociales y naturales que en los últimos treinta. Es como si se hubiera multiplicado por diez la velocidad de descomposición de este mundo, del capitalismo. Todo se acelera y corre, sin frenos, hacia ninguna parte. Por eso, el año próximo es una quimera más. Como en las multinacionales, sólo vale la cuenta de resultados de este año. Todo está en función de las ganancias de ahora, de hoy, mañana no existe. Como decía Manos Unidas, su mañana es, pero hoy no existe para los pobres. Los pobres viven en un estado de excepción constante bajo el capitalismo, como advirtiera W. Benjamin.

El año próximo es un milagro más de los tiempos que corren. Si lo vemos será para nuestra desgracia, porque no sabemos qué más nos depara el devenir hacia la nada del régimen imperante. Ojalá que cada Cristo baje de su cruz, como cantaba Dalla en uno de esos temas que han marcado mi juventud; ojalá que las mentiras de la televisión de mañana sean como las de la televisión que canta Dalla:

Ma la televisione ha detto che il nuovo anno
porterà una trasformazione
e tutti quanti stiamo già aspettando
sarà tre volte Natale e festa tutto il giorno,
ogni Cristo scenderà dalla croce
anche gli uccelli faranno ritorno.

Ci sarà da mangiare e luce tutto l'anno,
anche i muti potranno parlare
mentre i sordi già lo fanno.

Ojalá que veamos estas cosas, no en sueños sino en nuestra experiencia. Hemos pedido lo imposible, que los milagros nos dejen vivir la realidad.





Dejo el tema de Lucio Dalla, L'anno che verrà, con letra traducida aquí.

*Para Dani, porque lo vivido nunca es perdido.


1 comentario:

Martín dijo...

Pues así sea: que haya comida y luz todo el año. Pero para que así sea no basta con buenos deseos, hay que cambiar muchas cosas, empezando por nosotros mismos. Si no, ocurrirá eso que denuncian o denunciaban los Papas: que los ricos serán cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres. Y los que estamos bien como estamos deberíamos cobrar conciencia de que esa actitud conservadora y resignada no conduce a ningún futuro.

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