La industria militar estadounidense va viento en popa. Sus empresas aumentan sus beneficios a la par que su cotización en bolsa se dispara. Un ejemplo de ello es Lockheed Martin, la responsable de los misiles Tomahawk, que aumentó su cotización en bolsa un 50% tras conocerse la intervención el Libia. La empresa andaba un poco alicaída después de varios años almacenando estos misiles sin saber dónde colocarlos, pero el destino ayuda a los fuertes y les recompensa con una buena guerra. A día de hoy ha vaciado sus reservas de misiles y no deja de aumentar los contratos en Flint, ciudad donde tiene su base se operaciones. La industria de la guerra produce empleo y genera miles de millones de euros para los que han sabido aprovechar la oportunidad. Aunque siempre se corre el riesgo de que la paz venga a enturbiar el futuro, por ello se toman las medidas para que nunca falten motivos para el conflicto. Como hemos visto, desde que llegó el negro de corazón blanco a la Casa Blanca, las zonas inestables y de conflicto en el mundo han aumentado más aún que durante los ocho nefastos años de presidencia de malahierba (traducción de Bush). Esto ha provocado que la economía de USA sea más dependiente hoy de la industria de la muerte que nunca. Si durante décadas la economía del mayor país capitalista dependía en un 20% de la guerra, hoy depende de un 50%, entre industrias auxiliares, movimientos financieros especulativos, materias primas relacionadas con la producción de armas y la investigación avanzada de sistema de vigilancia y protección. Es decir, que el principal país del mundo tiene una dependencia patológica de la guerra, su supervivencia depende ella. Naomi Klein, en su magnífico libro sobre el capitalismo del desastre lo explica de forma precisa: la economía estadounidense está enferma y lo único que puede hacer es aumentar el mal en el mundo. Como el adicto que busca su dosis, no parará hasta conseguir la próxima, a costa de lo que sea, incluso su supervivencia.
Lo más preocupante de los datos que hemos conocido no es que se han vendido un 45% más de armas, sino que hay el doble de pedidos de los que se pueden servir. Si esto es así, y la fuente es el propio implicado, podemos esperar para los próximos años un aumento significativo de la conflictividad mundial. Zonas que creíamos pacíficas empezarán a vivir pequeños conflictos que, convenientemente espoleados, acabarán en conflictos abiertos. Basta una mirada somera por el mapa del mundo para predecir con cierta facilidad y sin riesgo a equivocarnos: Madagascar es un buen candidato, debido a la codicia de sus tierras y a la inestabilidad introducida en su gobierno por las multinacionales; el África subsaharina, donde los recursos del subsuelo se hacen cada vez más necesarios para la voracidad global y los conflictos aún no han eclosionado del todo; la zona andina, donde se encuentra el mayor acuífero mundial y las mayores reservas de gas, está siendo permedado por la Quinta flota estadounidense. Incluso Europa, donde el terrorismo financiero puede llevarnos a las puertas de un conflicto armado. Todos los países son potenciales consumidores de armas y ninguna buena empresa deja pasar una oportunidad de negocio. El caballo de la Muerte galopa con fuerza por el mundo, ha sido soltado y se le ha dado el poder de hacer el Mal durante un tiempo. Pero, gracias a Dios, el tiempo será limitado, de lo contrario todos pereceremos.
2 comentarios:
Has tocado uno de los asuntos más serios, escandalosos y pecaminosos. Copio un texto que siempre tengo a mano del Vaticano II, aunque me temo que muchos lo tienen olvidado: "La carrera de armamentos es la plaga más grave de la humanidad y perjudica a los pobres de manera intolerable". Más grave, intolerable. No parece que este sea el discurso católico más oído. De pena todo.
Verdaderamente, amigo Martín, lo que han olvidado algunos no es "el texto" sino el Concilio entero.
En fin.
saludos,
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