martes, 5 de julio de 2011

Cinco panes y dos peces

Marcos es, junto a Mateo, quien nos cuenta por dos veces la comida maravillosa de miles de personas con poco alimento. Lo importante, como siempre, es ver el contexto. La primera de las comidas se vive justo tras el asesinato de Juan Bautista. Este muere decapitado tras un banquete copioso que Herodes da para sus amigos en casa. Tras el baile erótico de Herodías, esta pide como pago la cabeza del profeta. Conclusión: la mesa de los poderosos acaba en muerte para los pobres. Con Jesús es al contrario; muchos que le siguen no tienen qué comer. Él, con cinco panes y dos peces, en la primera ocasión, y con siete panes y unos pocos peces, en la segunda, es capaz de alimentar a cinco mil y cuatro mil en cada ocasión. Es decir, en la mesa de Jesús todos se sacian, por poco que haya, mientras en la de los poderosos nunca hay suficiente por mucha que sea la abundancia. Es de destacar que la referencia del redactor a los panes y peces nos lleva a la situación postpascual, pues el perideipnon, o comida funeral, se celebra al tercer día de la muerte y contiene siempre pan y pescado; y el número 7 también tiene una motivación simbólica, en referencia a la plenitud de Jesús, capaz de satisfacer a los hombres.

Panes y peces van a ser los alimentos que marcarán la próxima década. Según la FAO, en los próximos diez años se necesitará aumentar un 70% la producción de alimentos para satisfacer las crecientes necesidades de éstos. De un lado se necesitará aumentar la producción de cereales para nutrir la industria de los biocombustibles, pues estos son los sustitutos que el Orden Mundial actual ha decidido para los productos derivados del escaso petróleo del subsuelo. El incremento de su demanda es de un 15% anual y esto va en detrimento de su uso como alimentos para los humanos. Por otro lado, la pesca está en franco retroceso y se estima que en diez años apenas se podrá llegar al 50% de la extracción actual de pescado. Todo esto unido nos lleva a un escenario muy difícil para la humanidad. Lo normal, por desgracia, es que se repita lo del Evangelio: mientras los poderosos llenan sus mesas y conspiran contra los pobres, éstos deberán conformarse con las migajas que apenas caigan de aquellas repletas mesas. Sólo la acción misericordiosa de algunos podrá conseguir que con lo poco que haya podamos saciarnos, pero para ello también será necesaria una conversión social para vivir con menos ante un mundo con más injusticia.

Ojalá no tuviéramos que ser profetas de calamidades, pero la realidad se antoja cada vez más tozuda y el los datos no nos dan ánimos. En los últimos dos años, la especulación financiera con los alimentos ha inflado los precios un 30%, según FAO, un 100% según las organizaciones agrarias. El Capital, libre de trabas como está hoy, sigue aumentando sus beneficios a costa de dos mil millones de seres humanos que no alcanzan a satisfacer un mínimo vital y la cosa va a peor. Nos queda poco más que seguir pidiendo el milagro, como decíamos hace unos días, o alzar la voz lo más posible a ver si el martilleo constante cambia las conciencias. No se trata sólo de negarnos a nosotros mismos lo que necesitamos, hay que ir hacia la negación de lo supérfluo de los ricos y poderosos. Debemos avanzar hacia la expropiación de todas las riquezas para evitar la muerte de millones de seres humanos. De no hacerlo así, pronto nos tocará a nosotros mismos y entonces será tarde, demasiado tarde.

2 comentarios:

Martín dijo...

Cuando estuvo en Cuba me contaron que el azucar que tenían en la casa donde me acogieron (de mala calidad, por cierto) era azucar importado de Brasil. Ante mi sorpresa, porque yo pensaba que Cuba era uno de los mayores productores de caña de azucar, me explicaron que así era, pero que este cereal se estaba empleando para producir combustible. De hecho, si uno recorre la isla se encuentra con inmensas plantaciones de caña de azucar.

Anónimo dijo...

Te quedas corto,con lo de la profecía de calamidades: los peces, llenos de mercurio por la contaminación. Dentro de nada serán incomestibles por tóxicos. De hecho los recien nacidos ya nacen con una tasa de mercurio por ebncima de lo normal. Y se recomienda a las embarazadas y niños hasta 5 años no comer atún. Vegetarianos, no por convicción de que el cultivo de cereales es más sostenible, sino porque hemos destruido la fauna que nos alimentaba. Y de paso otro signo evangélico.

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