miércoles, 27 de julio de 2011

¡Pobres ricos!


Últimamente no doy a basto con tanto trabajo como me surge, ahora entiendo el motivo de tanto paro: me dan a mi todo el trabajo de este país. Parece como si el mes de julio me hubiera caído alguna maldición: más trabajo, menos descanso, más responsabilidades y menos ingresos. Y, por si fuera poco, no me queda tiempo ni para estar al día de las noticias, tan terribles y absurdas que dan para escribir muchos post, pero que mis excesivas ocupaciones no me han permitido tomar en consideración suficiente. Espero que los pacientes lectores del bolg sepan disculpar mi desidia bloguera de este año y, si alguna barbaridad escribiera, lo achacaran más a la carencia de asiduidad en el trato con Morfeo en esta insoportable canícula suresteña, que a desvarios de una razón, la mía, que ya hace mucho que anda con flojera.


Tras unas horas de sueño liviano y escasamente reparador, me encuentro de bruces con la realidad de Somalia que me abofetea en los nodos del régimen postmoderno zapateril en sus últimos estertores. Nos lo dicen como hay que hacerlo: con las imágenes lacerantes de infantes famélicos, de ojos desorbitados, quizás porque han visto ya demasiado de la puta vida que les ha tocado, y barriguitas hinchadas por la vermiforme superpoblación que padecen. Siendo que una imagen es capaz de troquelar el significado de las diez mil palabras que la interpretan, nos dicen en off que el sufrimiento que vemos está provocado por: 1º los largos años de la siempre pertinaz sequía que asola a los pobres, aunque vivieran en un clima tropical, con 3.000 mm de precipitaciones anuales; 2º por la guerra que estas pobres gentes hace sin ser conscientes de lo mucho que pierden; y 3º por el gobierno de los radicales islámicos, tan brutos que no saben sino tapar a las mujeres hasta la coronilla y cortar las manos a los ladrones. Esta sesuda explicación de los acontecimientos de Somalia, permite al vidente estival de los formativos televisivos, confirmar sus sospechas, que son tres: 1ª, que la culpa de que estos niños estén así la tienen los moros; 2ª, que, en todo caso, es imposible hacer nada porque es una especie de castigo secular que los pobres negritos tienen que soportar; y 3ª, que ya pasarán estas imágenes y podré seguir preocupándome de lo difícil que está el asunto en mi empresa y lo mucho que queda por tragar. Al fin y al cabo, mis hijos no pueden llagar a estar como estos pobres negritos.


Pero imaginemos por un momento que las cosas no son así y que la verdad que se oculta tras el velo de las imágenes subtituladas en off, es muy otra y, quizás, más cercana a la nuestra de lo que pensamos. Imaginemos por un momento, sólo pido un poquito de imaginación, que lo que sucede en Somalia tiene una explicación de esta suerte: que sí, que hay sequía, pero las tierras de cultivo, regadas por los ríos del país, están en manos de empresas multinacionales que producen para exportar; que también, que la guerra lleva muchos años allí, justo desde que los satélites revelaron la preñez del subsuelo en esta zona del mundo, rico en petróleo, y otras piedras preciosas; y que, por supuesto, hay un muy mal gobierno, auspiciado por los gobiernos occidentales, alentado por las organizaciones internacionales y protegido por las toneladas de armas, éstas sí, que llegan por tierra, mar y aire.

Si esta fuese la verdad ocultada, entonces nuestra respuesta podría ser, véase la utilización del condicional, de este calibre, un calibre grueso para derribar los muros de la mentira estatuida en los pluriformes nodos de la canalla periodística patria: que lo que sucede en Somalia es culpa de la crisis financiera mundial, que lleva a los especuladores a buscar rentabilidades allí donde son seguras, en las armas y la comida; que lo que sucede en Somalia es culpa de un capitalismo senil que ya sólo puede aumentar la tasa de ganancia mediante el desastre organizado del mundo; y que lo que sucede en Somalia es culpa de todos los que nos beneficiamos de este puñetero modelo imperante, que roba lo que es de todos para dárselo a unos pocos. Esta respuesta de trazo grueso nos lleva a afirmar la unidad profunda de Somalia y Grecia, de Somalia y del FMI, de Somalia y Wall Street y de Somalia y España. Todo está interconectado y cuando doblan las campanas, no preguntes por quién doblan, siempre doblan por ti, por los desnutridos del mundo, por los que no tienen techo, por los que mueren de diarrea.

Siempre doblan por ti, como muy bien lo sabe el Consejero de Economía y Hacienda de la Comunidad de Madrid. Este ínclito prócer del partido que gobernará España en breve ha identificado el sufrimiento de los ricos madrileños, que han de sustentar el sistema público de educación cuando sus hijos deben acudir a centros privados con un coste de más de 600 euros mensuales. Claro, no es justo que los pobres ricos deban costear además el colegio de los moros, los obreros y los rojales de pacotilla. Por eso, ha decidido convertirse en el Robin Hood de Madrid: robaremos a todos para dárselo a los pobres ricos. El modo será la desgravación de hasta 900 euros por niño al año en concepto de clases extras (inglés, ¡oh, yes!), en uniformes y en escolaridad. De este modo, los pobres ricos ahorrarán esa cantidad para poder abonar un día de sus merecidísimas vacaciones en las Seychelles y los otros, esos que andan robando a los ricos los recursos que dedican a la escuela pública, tendrán que intentar apurar un poco más el papel higiénico, los folios o el tóner; remendar el material deteriorado y apagar la calefacción en diciembre.
900 euros no es mucho, es claramente inferior a la propuesta que este ínclito consejero lanzó antes de la campaña: el cheque educativo. Se trata de dar un cheque nominal por cada hijo por la cantidad del precio real de la matrícula escolar, de seis a nueve mil euros, para que los padres lleven a su hijo al colegio que decidan. Como se ve, esto es más justo y respeta la libertad de elección de los padres. Que hay colegios que cerrarían y otros tendrían saturación, pues se siente, el capitalismo es así.

En fin, espero que frecuentar más a Morfeo me permita estar más lúcido otro día, por ahora tengo bastante con lamentarme por los pobres ricos injustamente tratados en este mundo y por los famélicos negritos, que tan mala suerte han tenido.

3 comentarios:

Martín dijo...

Yo mismo he escrito que es una verguenza los millones para la banca y las migajas para Somalia. Y he añadido: es el mercado. Pero más allá de las migajas están los intereses que describes y la mentalidad que los sustenta. Me preocupa que muchos participemos o participen al menos implícitamente de esta mentalidad. Sobre el cheque escolar y otros asuntos de los próximos gobernantes el tiempo dirá, aunque desgraciadamente me temo que dirá mal.

Bernardo Pérez Andreo dijo...

Es que hay más, Martín. El procedimiento que se está siguiendo para "acabar" con la crisis nos hunde más en ella. Mira si no cómo las deudas privadas se hacen públicas y después esta deuda se pone como excusa para exigir más austeridad, es decir, para que los pobres reciban menos y los ricos más. Cualquier empresa o particular que quiebre, pasa su deuda al banco y este se la pasa al Estado, sea por el FROB, la intervención o la nacionalización. Por este procedimiento ya se han convertido en deuda pública más de 230 mil millones de deuda privada. En dos o tres años lo será toda la deuda privada, unos 0,75 billones. Entonces no habrá quien pare la especulación y el Estado se irá al garete.
Todo está interconectado, y veremos hasta dónde.

Anónimo dijo...

Gracias amigo, por proteger nuestra imaginación, por la ardua tarea a la que te has entregado de trabajar por mantener encendida en nosotros la frágil llamita con la que poder imaginar no sólo en, sino que también de imagimar este mundo incapaz de imaginar. Porque siento que en los escasos pero intensos momentos en que puedo hacerlo, puedo también comenzar a vivir un mundo otro. Un abrazo apretado desde Alemania.
René

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