sábado, 15 de octubre de 2011

"Estos son mis motivos..."

"Estos son mis principios. Si no le gustan, tengo otros", cuentan que dijo genialmente en una entrevista Groucho Marx. Lejos de ser una afirmación relativista sobre los principios morales, estamos ante una ejemplificación de cómo el absurdo socava los pilares del fundamentalismo y también, por qué no, de la necedad. Estos son mis principios y si a usted no le gustan o no los comparte o no los entiende, es su problema. Por mi parte puedo ofrecerle más principios, porque de eso ne me faltan, justo lo contrario que le sucede al dogmático y fundamentalista, que nunca tiene principios, sólo verdades que expresa como insultos, que pretende imponer como la salvación al resto, cuando no es sino la expresión de su propia incapacidad para vivir eso que impone a los demás.
En los pocos meses que llevamos de movilización del 15 M vemos algo muy similar a lo que hemos comentado. Los miles de ciudadanos indignados han propuesto sus principios, muchos y más que tienen por si a los dogmáticos y fundamentalistas no les gustan. Es un movimiento que se ha caracterizado por tener algo que siempre se criticó a la juventud, la falta de principios. Pues bien, estos los tienen y muchos, demasiados dirán algunos. Sin embargo eso mismo es la expresión de su riqueza, de su valía, de la necesidad que esta sociedad tiene de ello. Resulta paradójico que aquellos que tanto hablaron siempre de "principios", "máximas" o "preceptos", cuando alguien se lo toma en serio resulta que ya no les valen esos "principios". Ahora resulta que no tienen principios y que lo único que sucede es que son unos descerebrados manipulados por una oscura trama "judeomasónicocomunista" que los utiliza para que este país no levante cabeza. Pues bien, esos son sus principios y si no les gustan tienen más.
Por mi parte, yo también tengo, en este caso, mis motivos para apoyar este movimiento y si a alguien no le gusta tengo más motivos aún. En fin, entre los motivos que motivan mi apoyo está el recuerdo de la primavera de los sesenta, donde el mundo parecía encauzarse hacia el proyecto fraterno que está en su base. Desde Praga hasta San Francisco, desde París hasta Medellín, desde El Vaticano hasta Nueva Delhi, crecía un espíritu de renovación de los valores humanos, de la conciencia de comunión universal, de la necesidad de la paz y de búsqueda de una prosperidad en armonía con la naturaleza. De aquellos vientos de cambio vienen estas, aún suaves, brisas de renovación democrática. También me mueve a apoyarlo el que estén en comunión los jóvenes y los que ya cargan muchos años, que los jóvenes estén en la vanguardia y que los mayores aporten su experiencia y prudencia, aunque estos viejos están dando mucha marcha al asunto. Pero lo que más me empuja a apoyarlo es que la única manera de evitar una catástrofe humana en los próximos años es la movilización y la unidad de todos los que nos oponemos a este robo sistemático que se ha pergeñado con excusa en la crisis. Si queremos que haya futuro hemos de ganar el presente. Hoy más que nunca, el futuro depende del presente. Si no lo evitamos, nuestros hijos lo tendrán muy difícil. Así es que, estos son mis motivos, algunos muy egoísta, pero si a usted no le gustan tengo otros.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Lo importante es hacer lo que uno siente,y no arrepentirse en un futuro.ANIMO a todos

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