domingo, 9 de octubre de 2011

La "otra" masculinidad de Jesús


Ser macho o hembra es algo puramente biológico, los atributos genitales, unidos a otros rasgos que identifican a uno u otro sexo, están tipificados en los genes, de modo que se trata de que las hormonas hagan su trabajo y lo que conocemos como macho se desarrolle como tal, o bien lo que conocemos como hembra llegue a serlo. Pero el ser hombre o mujer no es una cuestión meramente biológica, ahí están unidos, en intrincada mezcla, elementos psicológicos, sociológicos y culturales, de modo que la masculinidad o la feminidad son un constructo social con apoyo en la realidad biológica. Dicho de otra manera, se nace macho o hembra, pero uno se hace varón o mujer. Bien es cierto que lo más habitual es que el macho se haga varón y que la hembra sea mujer, pero no es lo "normal", sino lo habitual. Aunque es muy probable que esta habitualidad sea lo óptimo en términos evolutivos e incluso sociales, no por ello podemos descalificar como perversos los casos que se salen de lo habitual, sobre todo cuando esos casos pueden tener un origen en las propias perversiones de la educación y la cultura y no son, de ningún modo, responsabilidad personal de quien así lo vive. Y no digamos nada de quien vive una condición sexual diferente motivada en la propia estructura genética o neuronal. Cada uno vive lo que vive y es su experiencia, lo adecuado es permitir esta vivencia de la propia identidad de género de forma libre y sin ningún tipo de trabas o cortapisas, siempre que se respete la experiencia del resto y se viva con gozo y alegría.


Respecto a Jesús de Nazaret se ha escrito mucho en relación a su propia experiencia de género, especialmente desde que el cristianismo se convirtió al Imperio romano y dejó de ser una pura experiencia alternativa para empezar a ser, a la vez, una experiencia de confirmación de los patrones imperiales. Un judío célibe no es algo infrecuente en la época de Jesús, pero ser célibe como lo fue Jesús sí que lo era. Jesús mantuvo un celibato muy distinto al resto y con una intención claramente alternativa. Se trata de un gesto simbólico dentro de la experiencia profética que pretende romper la posición de poder y dominio del varón dentro de una sociedad patriarcal que exige de éste el mantenimiento del poder sobre el resto de los que le están sometidos, pertenezca a la clase social que fuera. El varón estaba llamado a comportarse como déspota de su casa, ese es el significado del griego oikodespotes, padre de familia, y del latinopater familias. Debía guardar su honor frente a los ojos de los demás, de modo que las mujeres y niños a su cargo le guardaran el debido respeto-miedo y todos observaran una rectitud en su masculinidad (andreia en griego y virtus en latín). El hombre debía ser "muy macho" e imponerse a todo tipo de situaciones. No demostrar sentimientos que le rebajaran y afeminaran; no mostrar pasión ni dolor, no llorar ni sentir lástima, no apenarse por la pérdida y sobreponerse a todo con varonilidad. Ser varón implicaba mantener un estatus de superioridad que le impedía manifestar sentimientos verdaderamente humanos. No fue así Jesús, pero para ello hubo de renunciar a ser como los machos de su época: dueños y señores de un grupo familiar al que conducen con dureza y rectitud, sin mostrar sentimientos más allá de los reconocidos en la virilidad: templanza, justicia y prudencia. Jesús renunció al matrimonio como medio para poder relacionarse con la mujer como una igual, como medio de llegar a los niños con cariño y respeto, como medio para relacionarse con otros varones sin tener que competir por todo.

Jesús modeló la forma de ser varón y le dio una dimensión diferente para poder así cambiar de raíz la sociedad en la que vivía, de ahí que propugnara la castración simbólica, es decir, hacerse eunuco voluntariamente para renunciar al poder y el dominio que suponía la masculinidad del mundo circundante. Ser eunuco es rebajarse en lo social y marginarse en lo religioso, supone romper los criterios de pertenencia social y la base sobre la que se construye la injusticia: el dominio de unos sobre otros desde la propia familia. El cristianismo constantiniano modeló el celibato de Jesús en el molde imperial y lo convirtió en un criterio de superioridad de una casta de castos que rigen los destinos de la sociedad, pero en Jesús fue justo lo contrario. En él, el celibato no es una renuncia que fortalece el ánimo y controla los instintos, sino la kénosis (abajamiento) de la masculinidad patriarcal. Con Jesús se abre la posibilidad de ser varón de otra manera, ser hombre de otra manera, vivir la humanidad de forma radicalmente diferente. Jesús, el hijo de María, nos ha dado la posibilidad de vivir otra humanidad, desde una familia diferente, no basada en los criterios biológicos, y una sociedad alternativa basada en el respeto, la solidaridad, la compasión y la justicia.

5 comentarios:

Martín dijo...

Efectivamente, estoy convencido de que en el ambiente en el que vivió Jesús de Nazaret su celibato era algo altamente provocador. Por eso tuvo que ser una opción seriamente pensada.
Por otra parte, me parece oportuna tu referencia al término latino pater familias. No hay que olvidar que familia proviene de "famulus" = siervo, esclavo. En fin, venimos de donde venimos, la cuestión es a dónde vamos.

Anónimo dijo...

¡Qué post más hermoso! ¡Ay, si gran parte de nuestra iglesia le hablase así a muchos hombres y mujeres que, sintiéndose amados por Dios, no lo sienten tanto de sus gestores y representantes en la tierra!
Verdaderamente el misterio del ser humano (que es el misterio de Dios mismo) es mucho más que su sexo o su genitalidad.
Hay mucha esperanza en estas palabras que escribes. Esperanza que, en ocasiones, se percibe como muy lejana en otras de tus reflexiones seguramente porque la realidad de injusticia que vivimos se impone...
En fin. Creo que tú, como has hecho aquí mismo, siempre encuentras intersticios de los que extraer "un poco de Luz".
Abrazotes,
i

Winibal dijo...

Sinceramente...genial. Enhorabuena

Anónimo dijo...

¿ Sabemos en realidad algo sobre la vida sexual de Jesús de Nazaret, más allá de los Ev canónicos?. Que no se casara no quiere decir que no tuviera sus elecciones afectivas. De cualquir género, que tampoco esto está claro. Ciertamente no era el macho alfa del grupo. Pero tampoco el rubio de ojos azules de la imaginería occidental. En realidad no sabemos casi nada.

Bernardo Pérez Andreo dijo...

Abundando en este último comentario, quiero proponer la lectura de dos obras que Verbo Divino ha publicado recientemente y que son un aporte fundamental en este tema: "Jesús, el varón" de Hugo Cáceres Guinet y "Maranatha. Ritos funerarios de las mujéres y los orígenes del cristianismo" de Kathellen E. Corley.

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